Cada verano, el sol y el azul del mar Egeo atraen a miles de turistas a las islas griegas. Sin embargo, el último escándalo en Naxos recuerda que un viaje a la historia también puede convertirse en escenario de tensión y debate.
Lo que comenzó como unas vacaciones para cientos de visitantes terminó por despertar la voz de los locales, quienes exigen algo obvio: que el asombro por el pasado no se convierta en una licencia para transgredirlo.
La comunidad local de Naxos se encuentra conmocionada tras la difusión de imágenes en las que turistas levantan piezas de mármol y se instalan a comer sobre la Portara, el emblema arqueológico de la isla y último vestigio del Templo de Apolo.
Las fotografías, compartidas ampliamente en redes sociales y reproducidas por medios como naxostimes.gr y Proto Thema, muestran a visitantes manipulando fragmentos del monumento y posando en actitudes consideradas irrespetuosas, lo que impulsó un debate nacional sobre la protección del patrimonio cultural y la regulación del turismo en sitios históricos.
La reacción local y la creciente presión
La imagen que más controversia desató retrata a un turista semidesnudo sosteniendo un bloque de mármol sobre su cabeza, mientras otros observan. Otra fotografía exhibe a una familia sentada entre los restos arqueológicos, consumiendo alimentos en actitud de picnic. Usuarios de la isla calificaron estos comportamientos como una muestra de falta de respeto hacia uno de los símbolos culturales más significativos del país.
La reacción de la comunidad fue inmediata y generó decenas de comentarios que reclamaron la implementación urgente de controles, la presencia de guardias y el respeto al monumento, que recibe diariamente a miles de visitantes sin radares, ni comunicación por radio.
Respuesta de las autoridades: ¿medidas a la altura?
La indignación se extendió rápidamente, con residentes responsabilizando tanto al municipio de Naxos y las Pequeñas Cícladas como al Ministerio de Cultura por la falta de resguardo del sitio.
La presión social llevó a una reacción de las autoridades. El alcalde de Naxos, Dimitris Lianos, confirmó a medios griegos que se destinó un guardia de seguridad en la entrada de la Portara tras la viralización de las imágenes.
Lianos remarcó que se trata de una medida temporal y que aún no se ha determinado si la vigilancia persistirá. El municipio notificó al Ministerio de Cultura y solicitó formalmente obras de restauración y promoción del monumento para garantizar su conservación y una administración más eficiente.
El valor de la Portara y el futuro del patrimonio griego
El tema escaló cuando el diputado de las Cícladas, Markos Kafouros, entregó un informe a la ministra de Cultura, Lina Mendoni, exigiendo respuestas concretas sobre las acciones del Eforato de Antigüedades de las Cícladas para proteger la Portara.
“El monumento no es solo una atracción turística, sino un símbolo mundial de la cultura, que requiere respeto y cuidado sustancial”, destacó Kafouros. Solicitó, además, información precisa sobre las medidas previstas y los plazos de aplicación, remarcando la urgencia de una protección efectiva y sostenida.
Ubicada en el islote de Palatia, frente al puerto de Naxos, la Portara es el único vestigio que permanece del antiguo Templo de Apolo, iniciado en el siglo VI a.C. bajo el dominio del tirano Lygdamis. El templo, nunca concluido por conflictos y cambios políticos, habría alcanzado 59 metros de largo y 28 metros de ancho, con columnas jónicas.
Hoy, la Portara —una puerta de seis metros de alto y tres metros y medio de ancho, construida con monolitos de unas 20 toneladas cada uno— se levanta como símbolo de la isla y de la herencia cultural griega, atrayendo a miles de turistas cada año.
Debate y propuestas para proteger la historia
El caso reabrió el debate sobre la gestión del turismo en Grecia y la urgencia de reforzar la preservación de los sitios arqueológicos. Tanto residentes como autoridades coinciden en que la concurrencia masiva de visitantes y la escasa vigilancia exponen estos monumentos a vandalismo y deterioro.
Entre las propuestas más discutidas se encuentran la instauración de un sistema de acceso con boleto, la presencia permanente de personal de seguridad y campañas de concienciación sobre el valor patrimonial.
Mientras la comunidad y los responsables políticos insisten en medidas prioritarias, el futuro de la Portara y su conservación depende de la capacidad de las autoridades para equilibrar la promoción turística con la protección real del legado histórico.