(Desde Washington, Estados Unidos) Frente a un escenario geopolítico de escasos recursos públicos, que contrasta con una caída del crecimiento económico, el Banco Mundial se propone multiplicar sus proyectos a pesar de la reducción del financiamiento multilateral.
”Hemos de optimizar unos recursos que ahora son particularmente escasos. Y hay que explotar todas las ventajas de los bancos multilaterales de desarrollo: son una máquina de aprovechamiento de dinero”, aseguró Axel van Trotsenburg, director del Banco Mundial.
Y completó: “La clave es que, cuando se toma una decisión, cuando se negocia un contrato, se desvelen públicamente sus términos al Parlamento y a la opinión pública. Que se puedan debatir.”
El crecimiento económico se ha ralentizado, dejando a millones de personas vulnerables a la pobreza y el hambre. Asimismo, los países incrementan sus deudas y reducen la ayuda al desarrollo.
A esta compleja agenda global se añade la desconfianza a las instituciones, que plantea desafíos adicionales para el desarrollo sostenible y la implementación de políticas efectivas.
“Hemos visto que, cuando existen fundamentos institucionales independientes y sólidos que sustentan la calidad y la capacidad en los países, el desarrollo es más resiliente y fuerte, se pueden atraer inversiones con mayor facilidad y se pueden crear más empleos”, sostuvo Anna Bjierde, directora del Banco Mundial:
y agregó: “En muchas partes del mundo, hemos observado una erosión de las instituciones, y creemos que debemos dedicar una parte significativa de nuestro apoyo al desarrollo a preservar los fundamentos institucionales y fortalecerlos”.
El Banco Mundial apuesta a las políticas públicas en una época de fuerte incertidumbre causada por conflictos globales y una guerra comercial que golpea -por igual- a países poderosos y estados en vías de desarrollo.
En este contexto, el organismo multilateral enumera cuatro razones para sostener la necesidad de financiar políticas públicas:
- La implementación efectiva de políticas públicas y sus reformas es esencial para fortalecer la resiliencia de los países ante crisis económicas, sociales y ambientales cada vez más complejas.
- Permite promover el desarrollo inclusivo, reduciendo desigualdades y mejorando el bienestar de las poblaciones más vulnerables.
- Es clave para que los gobiernos puedan responder de manera sostenible y adaptativa a desafíos globales como el cambio climático, la inseguridad alimentaria, entre otros acuciantes retos actuales, y las tensiones geopolíticas.
- Solo mediante políticas bien diseñadas y ejecutadas se pueden crear las condiciones necesarias para el crecimiento económico, la estabilidad social y la confianza en las instituciones.
Pero las políticas públicas en el siglo XXI enfrentan la desconfianza ciudadana y la baja participación social, así como la falta de datos y evidencias para la toma decisiones.
En América Latina abundan los casos de políticas públicas que estaban bien diseñadas en lo técnico, y al final fracasaron porque no lograron legitimidad social o fueron bloqueadas por grupos de interés.
Desde esta perspectiva, el Banco Mundial cita algunos ejemplos paradigmáticos:
- Impuesto a los refrescos y alimentos procesados en México, que no funcionó porque “la industria de alimentos y bebidas (muy poderosa) lanzó campañas masivas contra la medida, generando percepción de que afectaba a los pobres y a la libertad de elección”.
- Ley de servicios de salud universal en Perú, resistida por los “sindicatos médicos, aseguradoras privadas y gremios empresariales temieron perder privilegios o autonomía”.
El Banco Mundial apuesta a fomentar espacios de diálogo, fortalecer la participación comunitaria y garantizar la inclusión de grupos tradicionalmente marginados para lograr legitimidad y responder a las necesidades reales de la sociedad.
La construcción de coaliciones, el intercambio de conocimiento y la adaptación continua son claves para maximizar el impacto de los recursos disponibles y asegurar que las reformas contribuyan efectivamente al desarrollo y la generación de empleo.
“La gente piensa en la política como algo que complica las cosas. Pero deberíamos pensar en la política de una manera más constructiva y productiva; puede ser un ‘lubricante’, una fuerza que permite y facilita el cambio”, sintetizó el premio Nobel de Economía, James Robinson, durante su participación en un foro de ideas que organizó el Banco Mundial.