¿Por qué Baz Luhrmann haría otra película de Elvis?
Esa pregunta obtuvo respuesta al inicio, cuando los acordes de Elvis Presley interpretando una restaurada “An American Trilogy” resonaron en el Teatro Princesa de Gales durante el Festival Internacional de Cine de Toronto. Tanto veteranos fanáticos como nuevos curiosos compartieron el mismo mensaje: ese hombre cantaba de verdad.
Luhrmann, quien dedicó ocho años a su biopic de 2022, Elvis, protagonizada por Austin Butler, presenta ahora EPiC: Elvis Presley in Concert, un “poema cinematográfico” —así lo define— que fusiona imágenes inéditas de la residencia del Rey en Las Vegas en 1970 y su gira de 1972, con material del propio Elvis comentando su vida. “Nunca lo han contado desde mi punto de vista”, afirma en la película.
No intervienen narradores externos; solo la voz de Elvis y de quienes lo rodeaban. La obra funciona como película de concierto y como retrato íntimo. Su impacto fue palpable en la sala, donde los asistentes ovacionaron de pie, bailaron por los pasillos y subieron al escenario. Aunque aún no tiene distribuidora ni fecha de estreno, la recepción fue lo suficientemente positiva para augurar interés de compradores.
“Me pareció extraordinario”, comentó Luhrmann tras el evento. “¡Hubo un momento en el que quedó claro que se identificaban con él como si estuviera vivo en el escenario! Y eso fue maravilloso”.
Sobre la reacción emocional en la sala, Luhrmann subrayó: “Lo que pienses de Elvis o de su música no importa. A la gente le gusta. Había una especie de calidez emocional en la persona, no en el icono, que era muy real”.
Luhrmann recordó que su fascinación por Elvis comenzó en la infancia. En el cine local, gestionado por su padre, los domingos se proyectaba una película del artista, lo que marcó su admiración. De niño, incluso pedía a su abuela trajes de Elvis para sus números de baile.
La búsqueda de imágenes inéditas para EPiC llevó a Luhrmann y su equipo a minas de sal en Kansas, donde Warner Bros. almacenaba archivos por su clima ideal para la conservación. Allí hallaron 69 cajas con 59 horas de negativos; en los archivos de Graceland también se encontraron tomas en Super 8 nunca vistas.
“Solo la búsqueda costó unos 200 mil dólares”, relató el director. Con ese acceso, encontró 40 minutos de Elvis hablando sobre su vida: material que le permitió pensar en una obra más humana, sin voces ajenas ni reconstrucción purista.
Sin embargo, muchas de las imágenes carecían de sonido. Con apoyo de Peter Jackson y la tecnología de Park Road Post Production, replicaron la voz de Elvis utilizando inteligencia artificial y técnicas de restauración avanzadas. Complementaron el material con grabaciones existentes y la ayuda de expertos de RCA.
La película incluye la versión mejorada de “In the Ghetto”, donde la voz es de Elvis y la instrumentación actualizada mezcla elementos originales y grabaciones de estudio para un resultado sonoro optimizado. En Nashville, Luhrmann grabó nuevos arreglos góspel para piezas como “Oh Happy Day”, decisión que subraya el enfoque estilístico del proyecto e introduce nuevas capas musicales y emocionales.
Más allá de las canciones, la película prioriza la musicalidad y carisma de Elvis. Para Luhrmann, “tiene la mejor técnica de micrófono de cualquier cantante en vivo que conozco. Es decir, está a otro nivel en cuanto a voz”.
Durante la época en Las Vegas, el Elvis que aparece en pantalla está vital y en forma, lejos del mito que asocia esa etapa a su decadencia. La película muestra a un artista animado, innovador y conectado con su público y banda, interpretando temas como “Runaway” de Del Shannon, “Bridge Over Troubled Water” de Simon & Garfunkel y “Something” de The Beatles.
El director narra que tras el declive de su matrimonio y una intensa agenda de giras, el propio artista luchó por dar sentido a su carrera. En escena, Elvis parece componer, ensayar y buscar nuevos sonidos en tiempo real.
Al abordar su relación con la cultura y la crítica, Luhrmann remarca que, aunque inicialmente muchos esperaban un espectáculo nostálgico, Elvis apostó por innovar y construir algo poderoso y fresco.
El documental destaca tanto la faceta musical como el lado humano del artista, e incluye testimonios de asistentes conmovidos hasta las lágrimas. Luhrmann cierra con una referencia mitológica: “Orfeo era un cantante tan talentoso que hasta las rocas y piedras lo seguían, y Elvis era así”.
Fuente: The Washington Post