Nicolás Cabré y Daniel Casalnovo en el reconocido atelier, al momento de cerrar la idea del traje que eligió para su boda con Rocío Pardo (Instagram)

En el corazón de Recoleta, entre estantes repletos de trajes y bocetos custodiados por el silencio de un atelier histórico, Nicolás Cabré selló una decisión trascendental próximo a casarse con Rocío Pardo. Daniel Casalnovo será el diseñador encargado de vestirlo en su boda, una de las celebraciones más esperadas del año. No solo eso: el célebre sastre fue elegido también para confeccionar los atuendos de los ocho caballeros de honor que acompañarán al actor en uno de los días más importantes de su vida.

La historia comenzó unos meses atrás, cuando Cabré tomó el teléfono y se comunicó directamente con el diseñador. Él mismo lo recuerda con precisión y simpatía es una charla exclusiva con Teleshow: “Nico me contactó a mí, era para diciembre y vino cuatro meses antes. O sea que está contento con la boda, porque para qué venir cuatro meses antes”, explicó entre risas.

Es que los tiempos que Casalnovo suele manejar son otros: “Yo siempre pido que vengan dos meses antes a mi atelier. En ese caso, como él me conoce me dijo que lo iba a hacer. “Bueno, dale, voy a ir antes porque yo te digo lo que quiero en especial’. Y la ceremonia va a ser algo atípico, como es en una estancia en Córdoba, a treinta kilómetros de la ciudad de Córdoba, Bosque La Linda. Y bueno, entonces me pidió algo diferente para él y que el color… no te lo puedo decir ahora. Yo soy una persona que tengo códigos con los clientes”.

Daniel Casalnovo es uno de los más reconocidos modistos de ropa masculina

En el atelier de Callao 1759 de la ciudad de Buenos Aires, donde desfilan celebridades para premios como los Martín Fierro, el tiempo parece transcurrir al ritmo de las agujas e hilos. “Estos días son una locura”, admitió. Y no es para menos: de allí han salido prendas para Coco Silly en su casamiento de los últimos días, como para Maxi López en una reciente gala y una larga lista de figuras del espectáculo nacional.

El trabajo en equipo nace de la confianza. “Yo atiendo únicamente sastrería de novios. Entonces, al novio lo trato como a una novia. La novia va y no quiere que el novio vea el vestido. Yo tampoco dejo que ella vea el color del traje de él. Y si el novio me pide algo, yo lo llevo a cabo”, subrayó al dejar en claro las reglas de su universo.

Consultado sobre la génesis del diseño, el modisto no dudó en hacer un paralelismo con lo vivido en el pasado. “Él vino con la idea. A mí a veces no me gusta algo y trato de llevarlos a otro lugar. Por ejemplo, Mariano Otero, el músico, cuando se casó con Florencia Peña, me pidió un traje de color celeste y una camisa con florcitas liberty. Y en ese momento le dije que no me parecía, hay que remontarse a esa época. ‘Sí, quiero eso, si no, no quiero nada’, me insistió. ¿Sabés que le hice el traje celeste y empecé a vender trajes de ese color como loco en el negocio? O sea, fue algo así“, contó como anécdota.

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Para el diseñador, Cabré llegó con la convicción de su idea propia, dispuesto a romper con los moldes tradicionales en busca de un sello personal para la jornada en la estancia cordobesa.

Nicolás vino y me dijo: ‘Mirá, yo quiero tal color, porque es una estancia de día y lo quiero de ese color’. Ahí yo le hablo, le explico que la novia está con tal tono, tiene que destacarse, que no la opaque y que tampoco se opaque él’. Porque acá los dos son protagonistas, no uno más que otro. Pero bueno, ¿él quiere ese color? Vamos con ese color.”

El resultado fue una experiencia gratificante: “Primero, Cabré tiene mucha facha. La verdad que de color bordó, gris, rojo, azul… hasta un amarillo le va a quedar bien. Si no, le hago un traje de Vélez como quería él, ¿viste?“.

Luego, da más detalles: “Conmigo tiene mucha onda, muy buena onda y lo que él quiso se lo hice y ya retiró el equipo, se fue feliz. Me invitó, pero no voy a ir a Córdoba”. La razón, según el diseñador, es clara: su trabajo le demanda demasiado tiempo y, además, tiene sus propios códigos sobre cuándo formar parte de la fiesta. “No me gusta estar en el trencito si yo no soy familiar. Una cosa es ser diseñador y otra cosa estar en el carnaval carioca, ¿qué tiene que ver?”, afirma.

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Pero la magnitud del desafío no terminó en el traje principal. Casalnovo fue el responsable de vestir a los ocho caballeros de honor elegidos por Cabré. “A él le hice un color y para ellos yo le sugerí otro tono, para que se diferencien dentro de la gama, pero distinto. Y me dijo que sí“, reveló. Acto seguido, el modisto explicó las razones de su sugerencia. ‘Vos tenés que lucirte solo. Él no quiere parecer muñequito de torta, con moñito. Entonces, quiso todo más descontracturado. Le die: ‘no vas a parecer el novio, van mejores vestidos que vos. No me importa, pero soy Nicolás Cabré’“,

La consigna fue formal: sin moños, sin corbatas. “Eso sí te lo digo. No quiso nada de moño, corbata, nada. El pañuelito sí, y hay otros detalles que también están buenos, ya los van a ver”, anticipa el modisto. El secreto del color, sin embargo, sigue a resguardo.

La relación entre ambos quedó plasmada en imágenes. Cuando llegó el momento de retirar el traje, Cabré posó sonriente, abrazado a su diseñador con un fondo de percheros infinitos y la firma de Daniel coronando la escena. Compartió la foto en su cuenta de Instagram, con la leyenda: “Ya con el traje del casamiento. Gracias por todo”, mientras sostenía la funda blanca con la inscripción del atelier que contenía el secreto mejor guardado de su boda.

Nicolás Cabré y Daniel Casalnovo, al momento de retirar del atelier el famoso traje

La historia de Daniel Casalnovo se extiende a lo largo de veintidós años dedicados a la sastrería de novios. Reconoce que la inspiración viene de grandes referentes: “Trato de viajar y le pongo mi onda, pero veo muchas cosas afuera que me gustan, por ejemplo, de Carlo Pignatelli. Miro y digo: ‘Esto me encantó’. Bueno, en vez de esta solapa le pongo esta otra”.

Y reveló la importancia de los códigos, los secretos y la confianza. “Tengo dos bodas que no las puedo nombrar. Se casan el año que viene, muy conocidos. No te lo puedo decir porque es muy pronto, o sea, febrero, marzo. Se viene, se viene. Después yo quedo mal y no me vienen más. Entonces, hay que tener códigos”.

En una boda de sorpresas y pactos, de trajes confeccionados con la precisión de un rito, Nicolás Cabré y Daniel Casalnovo unen dos mundos: el arte y la confianza. No hay mejor símbolo para ese día que el abrazo en el atelier y la certeza de un trabajo compartido en absoluta complicidad.