Casi dos millones de personas fueron evacuadas de megaciudades del sur de China ante la llegada del supertifón Ragasa, mientras continúa el recuento de víctimas y desaparecidos tras las graves inundaciones provocadas en Taiwán y el paso devastador por Filipinas, según datos oficiales publicados este miércoles.
El ciclón, que alcanzó la categoría de tormenta más potente del año en la región, paralizó la actividad económica y forzó la activación de las alertas más altas en varios centros urbanos densamente habitados.
En Taiwán, los servicios de emergencia confirmaron al menos 14 personas muertas tras el colapso de una presa natural que contenía un lago recién formado en el sector de Guangfu, en el condado montañoso de Hualien. La ruptura liberó 68 millones de toneladas de agua sobre la localidad, arrastrando vehículos y dejando a miles de residentes atrapados en pisos superiores de sus viviendas.
Los rescatistas trabajan para localizar a 129 personas todavía reportadas como desaparecidas. El gobierno ya había advertido del riesgo de desbordamiento semanas atrás, pero estimaba que el colapso ocurriría en octubre, sin prever la magnitud de las lluvias asociadas al paso del tifón.
Las imágenes difundidas muestran enormes torrentes de agua avanzando por las calles, así como el colapso de un puente importante que quedó arrasado por la fuerza de la corriente. La presa natural, formada tras un desprendimiento de tierras anterior, había sido monitoreada sin que las autoridades encontraran métodos viables para eliminar el obstáculo o drenar el volumen de agua. “Emitimos alertas y advertencias a los habitantes en riesgo antes de la llegada del tifón”, declararon funcionarios del gobierno isleño durante una conferencia de prensa.
En Filipinas, Ragasa alcanzó la categoría equivalente a huracán 5 durante su paso por el norte del país, donde al menos siete pescadores fallecieron tras el naufragio de su embarcación frente a la isla de Luzón, según informaron agencias locales. Las operaciones de limpieza y rescate avanzan en medio de una temporada ciclónica que ya supera la frecuencia habitual de tormentas intensas según las autoridades meteorológicas filipinas.
El impacto en Hong Kong y las regiones vecinas de Guangdong y Macao se sintió a partir de la madrugada del miércoles, cuando el Ragasa obligó a paralizar casi por completo la actividad de la ciudad financiera.
Calles y parques costeros quedaron inundados o inutilizados por la caída de árboles y el desprendimiento de andamios. El Observatorio de Hong Kong documentó ráfagas máximas de 168 kilómetros por hora, y la ciudad emitió la señal de emergencia por tifón más alta, lo que llevó al cierre de escuelas, el aeropuerto y el sistema de transporte público. Un video viral mostró la fuerza de las olas estrellando el mar contra el malecón y arrasando el vestíbulo de un hotel costero, aunque el establecimiento informó que no hubo heridos y que las autoridades respondieron “de inmediato”.
En Macao, el agua alcanzó la altura de la cintura en las principales calles, impactando sobre la movilidad urbana y la industria turística y del juego en lo que es una de las ciudades más pobladas del mundo. Las advertencias de huracán se extendieron a lo largo de la costa sur de China, con autoridades activando medidas preventivas ante oleaje extremo, riesgo de aludes y deslizamientos de tierra.
Las ciudades chinas más expuestas, como Shenzhen y Guangzhou, enfrentaron olas y vientos superiores a los 180 kilómetros por hora. Según el Departamento de Gestión de Emergencias de Guangdong, se evacuó a 1,89 millones de habitantes en la provincia y más de 10.000 embarcaciones se reubicaron a zonas seguras. Además, 38.000 bomberos y equipos de emergencia permanecieron en alerta máxima.
Hong Kong, un territorio acostumbrado a recibir hasta seis tifones cada año, experimentó el paso del noveno ciclón en lo que va de la temporada, detalló la City University of Hong Kong, que destaca la singularidad de este año por el aumento en la frecuencia y la intensidad de los episodios.
Según el científico atmosférico Johnny Chan, del Asia-Pacific Typhoon Collaborative Research Centre, el cambio climático está contribuyendo a que las tormentas sean más potentes y frecuentes. “Con el calentamiento global hay más humedad en la atmósfera y temperaturas del agua más altas, lo que da más energía a estos fenómenos”, afirmó Chan.
El experto también advirtió que las grandes ciudades asiáticas deben actualizar sus códigos de construcción, ya que los estándares actuales se basan en datos históricos que podrían quedar obsoletos ante nuevas realidades meteorológicas. “La información previa deja de ser fiable ante un escenario de tormentas más violentas y mares más altos”, advirtió el especialista.
El Ragasa representa un desafío adicional para las extensas infraestructuras de prevención de inundaciones y gestión de emergencias en el sudeste asiático. Hong Kong invirtió cerca de 3.800 millones de dólares en un sistema de drenaje que ha evitado que inundaciones como las actuales provoquen las tragedias humanas y económicas que eran frecuentes hace décadas.