El cuerpo humano mantiene su temperatura interna mediante mecanismos complejos, siendo la sudoración uno de los más relevantes.
Peter McNaughton, profesor de farmacología en el King’s College London y especialista en termorregulación, explicó a Live Science que, aunque al principio una bebida más caliente que el cuerpo eleva la temperatura interna, el organismo responde al activar sensores nerviosos específicos.
El proceso comienza cuando el calor de la bebida activa el receptor TRPV1 en los nervios, el mismo que responde a los alimentos picantes. Este receptor envía una señal al cerebro indicando que es necesario enfriar el cuerpo, lo que desencadena una mayor producción de sudor.
Si el sudor logra evaporarse completamente, el cuerpo puede perder más calor del que ganó al ingerir la bebida caliente.
El doctor Ollie Jay, investigador de la Universidad de Ottawa, ha estudiado este fenómeno en condiciones controladas de laboratorio.
En sus experimentos, ciclistas equipados con sensores de temperatura bebieron agua caliente (alrededor de 50℃) mientras pedaleaban en un ambiente seco.
Los resultados, publicados en la revista Acta Physiologica, mostraron que quienes consumieron la bebida caliente almacenaron menos calor en el cuerpo que aquellos que optaron por bebidas frías, siempre que el sudor adicional pudiera evaporarse.
Bebidas calientes versus frías
La revista Sports Medicine analizó cómo la temperatura de las bebidas influye en el balance térmico durante el ejercicio.
El consumo de agua fría o granizados puede mejorar el rendimiento en actividades de resistencia, pero este beneficio se debe principalmente a la sensación de frescor y no necesariamente a una reducción real de la temperatura corporal.
Los estudios muestran que, aunque el frío de la bebida transfiere calor de manera eficiente al interior del cuerpo, la respuesta fisiológica suele ser una disminución de la sudoración, lo que reduce la capacidad de enfriamiento por evaporación.
El equipo de la Universidad de Ottawa, liderado por Jay, utilizó una metodología avanzada llamada calorimetría particional para medir con precisión el calor almacenado y disipado en el cuerpo.
Preferencias culturales y efectos sobre la hidratación
El hábito de consumir bebidas calientes, tiene raíces culturales profundas, especialmente en países del sur de Asia y el Medio Oriente, donde el té se integra a la rutina diaria.
Distintos expertos coinciden en que el efecto global de hidratarse proviene no solo de la temperatura del líquido, sino de adoptarlo como rutina. En personas mayores, cuya percepción de la sed suele verse alterada, la ingesta regular de infusiones, tanto frías como calientes, favorece el balance hídrico.
Además, bebidas como el té, preparadas con leche, azúcar o pequeñas dosis de sal, pueden ayudar a restituir sales y minerales similares a los que aportan las bebidas deportivas comerciales.
Importancia de las condiciones ambientales
La eficacia de cualquier bebida, independientemente de su temperatura, varía de acuerdo al entorno. Factores como la humedad ambiente, la presencia de viento o la protección que brinda la ropa o el equipo influyen directamente en el efecto térmico percibido tras la ingesta de líquidos.
En personas que utilizan equipamiento aislante (por ejemplo, bomberos o atletas con uniformes pesados), la elección de bebidas frías podría brindar un beneficio mayor en el control de la temperatura corporal.
Importancia de la reposición de electrolitos
El aporte de hidratación no solo depende del agua, sino también de la presencia de sales y minerales que pueden perderse en ambientes calurosos o durante la actividad física.
Bebidas preparadas con azúcar, leche o sal ofrecen al cuerpo un recurso adicional para mantener el equilibrio de electrolitos, favoreciendo la función muscular y nerviosa. En personas mayores, la inclusión de pequeñas cantidades de sales en bebidas habituales puede ser beneficiosa para prevenir desequilibrios.