La exhibición dedicada a Wes Anderson en el Design Museum de Londres ofrece una inmersión en el universo visual del cineasta, donde la obsesión por el detalle y la simetría se revela como el hilo conductor de su obra. A diferencia de otras retrospectivas centradas en la narrativa o la biografía, esta muestra se adentra en el proceso creativo y en los objetos que han dado forma a la estética inconfundible del director de Los excéntricos Tenenbaum, Vida acuática y Gran Hotel Budapest desde maquetas y bocetos hasta vestuario y utilería original.
El recorrido por la exposición permite comprender cómo la colaboración entre Anderson y su equipo de diseñadores, en particular la diseñadora de producción Adam Stockhausen y la diseñadora de vestuario Milena Canonero, ha sido fundamental para construir mundos cinematográficos tan precisos como oníricos. La muestra despliega una selección de piezas que ilustran la meticulosidad con la que se planifican los escenarios, destacando la importancia de los colores, las texturas y la composición en cada plano.

Entre los objetos expuestos, sobresalen las maquetas de edificios y trenes utilizados en películas como El Gran Hotel Budapest y Viaje a Darjeeling, así como los storyboards que anticipan la coreografía visual de cada secuencia. Estos elementos no solo evidencian la atención al detalle, sino que también revelan el carácter artesanal de la producción, donde cada elemento es diseñado y construido para encajar en la visión global del director.
La exposición, que se inaugura el 21 de noviembre y permanece abierta hasta julio de 2026, también dedica un espacio a la influencia de la cultura europea y del diseño modernista en la obra de Wes Anderson. Fotografías, carteles y referencias literarias muestran cómo el cineasta incorpora elementos de la arquitectura, la moda y el arte en sus películas, creando una estética reconocible y coherente. La muestra subraya la manera en que el director estadounidense transforma lo cotidiano en extraordinario, dotando a objetos comunes de un aura casi mágica.
Uno de los aspectos más destacados de la exhibición es la reconstrucción de escenarios emblemáticos, que permite a los visitantes experimentar la sensación de habitar un mundo andersoniano: la recreación de espacios como el vestíbulo del Gran Hotel Budapest o el compartimento del tren de Viaje a Darjeeling invita a sumergirse en la atmósfera de las películas, apreciando la escala y el detalle de cada elemento.
La muestra no elude la dimensión nostálgica y melancólica que atraviesa la filmografía de Wes Anderson. Fotografías familiares, cartas y objetos personales exploran la relación entre la memoria y la creación artística, sugiriendo que la obsesión por el orden y la simetría es también una forma de preservar el pasado. Así, logra transmitir la idea de que el universo de Anderson es tanto un refugio como una reconstrucción idealizada de la infancia y la familia.
[Fotos: Design Museum London; Reuters/Hannah McKay]