Las crías de cetáceos nacen de cola y son impulsadas a la superficie por sus madres para realizar su primera respiración fuera del agua (Europa Press)

Las ballenas, delfines, focas y manatíes sorprenden por su capacidad para vivir en el océano sin dejar de depender del aire. Aunque descienden a las profundidades y pasan largas horas bajo el agua, siguen siendo mamíferos que respiran fuera del mar.

Esta paradoja solo fue posible gracias a una serie de adaptaciones únicas que la evolución, a lo largo de 50 millones de años, moldeó en su anatomía y fisiología. Un análisis de The Conversation, con la mirada del profesor de investigación Antonio Figueras Huerta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, revela cómo estos animales reinventaron la respiración, el sueño y la forma de criar a sus crías para triunfar bajo el agua.

El espiráculo: la válvula que hizo posible respirar en el mar

La aparición del espiráculo marcó un antes y un después en la colonización marina por parte de los mamíferos. Este orificio, producto de la migración evolutiva de las narinas, se ubica en la parte superior de la cabeza y permite a ballenas y delfines realizar rápidas inhalaciones y exhalaciones al asomar solo una pequeña porción del cuerpo fuera del agua. Esta disposición reduce el tiempo expuestos en la superficie y facilita una ventilación eficiente, crucial para un animal que pasa la mayor parte de su vida sumergido.

El espiráculo permite a ballenas y delfines respirar en el océano con inhalaciones rápidas y eficientes, clave para su supervivencia marina (REUTERS/Manuel Silvestri)

El espiráculo no solo destaca por su ubicación, sino también por su funcionalidad. Opera como una válvula muscular que asegura un cierre hermético bajo el agua y requiere de una acción consciente para abrirse y permitir el paso del aire.

Esta característica representa una diferencia fundamental con respecto a los mamíferos terrestres, cuya respiración es automática. En los mamíferos marinos, cada respiración es deliberada y está perfectamente sincronizada con sus necesidades de oxígeno y los riesgos ambientales.

Mamíferos marinos, los campeones del buceo extremo

Pulmones y vías respiratorias: eficiencia extrema para un entorno hostil

La fisiología respiratoria de los mamíferos marinos ha evolucionado hacia una eficiencia máxima. Con cada respiración, estos animales pueden renovar hasta el 90% del aire en los pulmones, un salto enorme si se compara con el porcentaje humano, que rara vez supera el 15%.

Los pulmones han adquirido una estructura que les permite realizar ventilaciones extremadamente rápidas y profundas, alcanzando flujos superiores a 160 litros por segundo en especies como los delfines, tal como desarrolla el análisis de The Conversation.

La anatomía del espiráculo, pulmones ultrarrápidos y estrategias únicas de reproducción muestran la creatividad de la naturaleza ante la hostilidad del mundo marino
Imagen Ilustrativa Infobae

Otro aspecto notable es la separación casi absoluta entre las vías respiratorias y digestivas. En delfines, por ejemplo, la laringe se curva hacia la tráquea, permitiendo que los alimentos pasen por un conducto distinto al del aire. Este mecanismo elimina la posibilidad de que el agua entre en los pulmones durante la alimentación y explica por qué estos animales no pueden respirar por la boca.

Adaptaciones para la presión y la profundidad: el colapso pulmonar controlado

Sumergirse a grandes profundidades plantea riesgos severos por la presión y la disolución de gases en la sangre. Para afrontar este desafío, los mamíferos marinos han desarrollado la capacidad de provocar un colapso controlado de los pulmones. Durante el descenso, el aire se traslada desde los alveolos hacia zonas reforzadas del sistema respiratorio, evitando así que el nitrógeno se disuelva en la sangre y cause la enfermedad conocida como “mal de los buzos”.

Este sofisticado proceso también implica una redistribución estratégica del oxígeno almacenado. El colapso pulmonar conserva el aire disponible donde resulta más útil y previene lesiones asociadas al descenso rápido.

Gracias a este mecanismo, especies como ballenas y focas pueden descender a notables profundidades y permanecer bajo el agua durante largos periodos, superando de forma notable a los mamíferos terrestres y a otros vertebrados.

El colapso pulmonar controlado protege a ballenas y focas de la enfermedad del buzo y les permite descender a grandes profundidades oceánicas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Un sueño a medias: cómo descansan sin dejar de respirar

El descanso es un reto bajo el agua para animales que dependen de una respiración voluntaria. Mamíferos marinos como delfines y focas han desarrollado el fenómeno del sueño unihemisférico de ondas lentas, en el que solo la mitad del cerebro entra en reposo, mientras la otra mitad permanece alerta para controlar la respiración y vigilar el entorno. Este tipo de sueño permite mantener la función vital de la respiración y, al mismo tiempo, reducir el riesgo de ataques de depredadores.

En la práctica, cada hemisferio cerebral obtiene cerca de cuatro horas de sueño al día, suficientes para cumplir funciones reparadoras sin perder la capacidad de subir a la superficie para respirar. Además, el sueño REM casi desaparece, lo que es una evidencia más de cómo los mamíferos marinos han redefinido funciones fundamentales para adaptarse a las condiciones extremas del océano.

Nacimiento y alimentación: comenzar la vida bajo el agua

La reproducción y la alimentación temprana representan desafíos adicionales para la supervivencia en el ambiente marino. Muchas crías de cetáceos nacen de cola, lo que minimiza el riesgo de asfixia al salir al exterior durante el parto. Instantes después del nacimiento, las madres impulsan a sus crías hacia la superficie, donde realizan su primera respiración voluntaria, iniciando un ciclo crítico para su desarrollo.

El cambio climático, la contaminación y el ruido submarino amenazan la fisiología y la supervivencia de los mamíferos marinos en los océanos

La lactancia, adaptada a la vida bajo el agua, destaca por el contenido graso y la consistencia espesa de la leche materna. Las madres expulsan la leche directamente en la boca de la cría, quien la recibe gracias a un sellado casi perfecto de los labios que impide la entrada de agua salada. Estas adaptaciones aseguran no solo la nutrición, sino también la protección de los pulmones en un entorno donde cada error puede ser fatal.

Respuestas fisiológicas extraordinarias

El buceo prolongado y la administración eficiente del oxígeno son posibles gracias a la respuesta de inmersión: la frecuencia cardíaca desciende drásticamente y la circulación sanguínea se dirige solo a los órganos vitales, como el cerebro y el corazón. En paralelo, la mioglobina muscular almacenada permite a especies como las orcas o las focas permanecer más de una hora sumergidas, utilizando cada reserva de oxígeno de manera precisa.

Las adaptaciones biológicas de los mamíferos marinos han inspirado investigaciones médicas, especialmente en campos como la medicina respiratoria o los tratamientos con surfactantes pulmonares. Sin embargo, estos animales se enfrentan a amenazas crecientes como el cambio climático, la contaminación, la sobrepesca y el ruido submarino. Factores que afectan su fisiología e incrementan los riesgos de embolias, varamientos y disminución de las poblaciones.

El conjunto de adaptaciones anatómicas y fisiológicas de los mamíferos marinos demuestra la profundidad de los cambios evolutivos generados por el desafío de vivir en el océano. Su historia confirma cuán lejos puede llegar la naturaleza en la búsqueda de la supervivencia en ambientes extremos.