El recién nombrado primer ministro francés, Sébastien Lecornu, reacciona mientras habla al final de la ceremonia de entrega del poder en el Hotel Matignon de París el 10 de septiembre de 2025 (LUDOVIC MARIN/Pool vía REUTERS)

Sébastien Lecornu lanzó su primer mensaje como primer ministro con una palabra clave: rupturas. Aseguró que Francia necesita cambios “de fondo” y no solo de formas para salir de una crisis política y social que ha dejado al Ejecutivo contra las cuerdas. “Lo conseguiremos (…) No hay camino imposible”, dijo tras la ceremonia de traspaso de poderes en Matignon, sede del Ejecutivo francés.

El discurso buscó responder a una doble fractura. “Debemos lograr poner fin a esta doble fractura: la fractura entre la situación política y la fractura con lo que nuestros conciudadanos legítimamente esperan en su vida cotidiana”, señaló el macronista, que hasta ayer fue ministro de Defensa.

El traspaso no se produjo en calma. Diversas ciudades francesas vivieron marchas y choques en el marco de las protestas del movimiento “Bloquearlo todo”, que busca frenar la agenda de ajustes. Según la policía, casi 300 personas fueron detenidas el martes y miércoles.

Su antecesor, François Bayrou, describió el momento como “muy exigente y peligroso” y dijo que intentará “ayudar al gobierno” en medio de un país que es uno de los más endeudados de la eurozona, con un pasivo superior al 110 % del PIB.

Agentes de policía con equipo antidisturbios se enfrentan a manifestantes reunidos durante un día de protestas como parte de un movimiento de manifestación popular llamado

Lecornu elogió la “valentía” de Bayrou al defender recortes presupuestarios “hasta el último minuto”, pero insistió en que se necesitan nuevos enfoques. “Será necesario, sin duda, ser más creativos, a veces más técnicos, más serios, en la forma en que trabajamos con la oposición”, afirmó.

El nuevo primer ministro inició de inmediato una ronda de contactos con líderes políticos y sindicales. Por su despacho pasaron Gabriel Attal, presidente del partido Renacimiento y ex primer ministro; Bruno Retailleau, de Los Republicanos; y Édouard Philippe, de Horizontes. Son las tres fuerzas que sostuvieron a Bayrou y se espera que respalden también al nuevo gabinete.

Attal resumió la urgencia: “Es esencial que las fuerzas políticas se sienten alrededor de la mesa para dotar a Francia de un presupuesto, asegurar la estabilidad para los próximos 18 meses (…) y garantizar el orden”.

El recién nombrado primer ministro francés, Sebastien Lecornu, al frente, derecha, y el ex primer ministro Francois Bayrou, al frente, izquierda, después de la ceremonia de entrega en la residencia del primer ministro, en París, Francia, el miércoles 10 de septiembre de 2025 (Ludovic Marin, Pool Foto vía AP)

El presupuesto de 2026 es el campo de batalla inmediato. El plan de Bayrou, con un recorte de 44.000 millones de euros, provocó su caída. Lecornu tiene hasta el 13 de octubre para presentar un nuevo proyecto que reduzca un déficit previsto en 5,4 % del PIB el próximo año.

El Partido Socialista, clave para evitar una censura, ya anticipó su posición. Su líder, Olivier Faure, advirtió que “censurará cualquier política que haga recaer el esfuerzo presupuestario en la gente corriente” y reclamó aplicar la “tasa Zucman” a los multimillonarios.

Los ecologistas, por su parte, perfilan una moción de censura. “No vamos a avalar más sacrificios sociales”, dijo Marine Tondelier, su dirigente. Desde la extrema derecha, Jordan Bardella, de la Agrupación Nacional, fue tajante: “Si no hay ruptura, habrá censura”, convencido de que el gobierno es “muy precario”.

Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, también puso condiciones: si Lecornu no pide un voto de confianza, su bancada presentará una moción. La amenaza de censura múltiple convierte el inicio de mandato en un equilibrio inestable.

Izquierda a derecha, el presidente francés Emmanuel Macron, la ministra de Trabajo, Catherine Vautrin y el ministro de Defensa, Sebastien Lecornu, asisten a la primera reunión del nuevo gabinete, 12 de enero de 2024 en el Palacio del Eliseo, en París (AP Foto/Michel Euler, Pool)

Además del frente fiscal, Lecornu deberá abordar la publicación del Programa Energético Plurianual, decisivo para agricultores que protestan contra el acuerdo comercial con Mercosur. Bruselas negocia al mismo tiempo la reforma de la Política Agraria Común, otro tema sensible para Francia.

La situación financiera añade presión. La agencia S&P mantiene perspectiva negativa sobre la nota crediticia de Francia (AA–) y advirtió que podría rebajarla en noviembre si no se aprueba un plan creíble de consolidación.

Con 39 años, Lecornu es el primer ministro más joven de la V República y el único que ha integrado todos los gobiernos de Emmanuel Macron desde 2017. Fue secretario de Estado en el Ministerio de Transición Ecológica, luego ministro de las Colectividades Territoriales, de los Territorios de Ultramar y de Defensa. Su reputación de hábil negociador será puesta a prueba en un escenario de polarización y desconfianza.

El nuevo jefe de gobierno busca legitimidad con una promesa de “rupturas”. Pero en Francia, donde la calle y la Asamblea marcan los límites del poder, esa palabra se medirá en hechos: un presupuesto aprobado, una mayoría esquiva y una sociedad que exige respuestas inmediatas.