La búsqueda de un mejor equilibrio entre vida y trabajo se consolidó como un factor clave en las decisiones de los líderes senior (Adobe Stock)

La intención de los ejecutivos argentinos de dejar el país por motivos laborales cayó de manera abrupta en el último año. Mientras que en 2024 el 67% manifestaba interés en emigrar, en 2025 ese porcentaje se redujo al 26%, según el informe “Talent Trends Leadership 2025″ de PageGroup.

El estudio, que releva las expectativas de 4.000 líderes senior en distintos países, muestra que los directivos locales aún se mantienen abiertos a escuchar nuevas oportunidades, pero con un cambio de prioridades. La mirada, antes puesta en alternativas internacionales, hoy se orienta más a las posibilidades dentro del mercado argentino.

Factores que explican el cambio

De acuerdo con el relevamiento, los tres principales motores que llevan a los ejecutivos a evaluar un cambio de empleo son la compensación salarial (47% declara insatisfacción), el desarrollo profesional (35%) y la cultura empresarial (31%). Estos factores pesan más que la posibilidad de radicarse en otro país.

“La cultura y los valores pasaron al centro de la escena. Para atraer talento ejecutivo hoy se necesita autenticidad, propósito y espacios de decisión reales”, señaló Martín Gerding, director en Argentina, Uruguay y Paraguay de Page Executive.

El informe también indica que el 66% de los ejecutivos se declara satisfecho con su trabajo actual, aunque un 95% está dispuesto a analizar nuevas propuestas. Además, el 60% no proyecta permanecer más de tres años en su puesto actual, lo que sugiere un mercado dinámico y en movimiento.

El 66% de los líderes locales declara estar satisfecho con su empleo actual, aunque la mayoría sigue abierta a nuevas oportunidades (Europa Press)

Por otro lado, el estudio revela que, pese a la alta apertura a recibir propuestas, la búsqueda activa de nuevas posiciones se redujo en los últimos doce meses. En 2024, el 50% de los ejecutivos estaba en un proceso de cambio laboral; este año, el número cayó al 35%.

En paralelo, un 43% intentó negociar un aumento de sueldo, aunque solo el 30% lo consiguió. Esto refleja un mercado más selectivo y cauteloso en materia de compensaciones, que obliga a los ejecutivos a reconsiderar sus expectativas.

Nuevo equilibrio entre trabajo y vida personal

Uno de los aspectos más destacados es el peso creciente que adquiere el equilibrio entre vida laboral y personal en las decisiones de los líderes. Hoy, un 42% pasa más tiempo en la oficina que el año anterior, debido a un incremento en las reuniones presenciales (60%) y a cambios en las políticas corporativas (41%).

Sin embargo, dos de cada tres ejecutivos afirman que se sienten igual o más productivos trabajando desde casa, y un 56% no aceptaría un puesto que implique mayor presencialidad obligatoria.

En este sentido, más de la mitad de los consultados asegura que rechazaría un ascenso si eso significara perder calidad de vida. Este dato se alinea con la tendencia global que registra el informe, donde la compensación sigue siendo importante, pero es superada por la búsqueda de bienestar y reconocimiento.

Obstáculos silenciosos

Además de los cambios de prioridades, el informe identifica las principales trabas que limitan la productividad de los ejecutivos. Entre ellas, se mencionan los cambios constantes en objetivos (29%), la falta de personal o tecnología adecuada (25%) y el control excesivo (27%).

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“Si las organizaciones quieren que sus líderes estén comprometidos y sean efectivos, tienen que ofrecer entornos que reflejen la complejidad real de liderar hoy. Eso incluye autonomía, saber exponer vulnerabilidades, foco y un marco que combine resultados con bienestar”, sostuvo Gerding.

Un mercado en transformación

La edición 2025 del estudio confirma que los directivos valoran cada vez más aspectos intangibles como la confianza, la cultura y la transparencia. El 81% de los líderes encuestados asegura sentirse alineado con los valores de su empresa, un aumento de 4 puntos respecto al año anterior.

Sin embargo, persisten tensiones: la carga de trabajo excesiva, las prioridades cambiantes y los equipos aislados siguen afectando la productividad. Para las organizaciones, el desafío radica en reducir la complejidad operativa y fortalecer el compromiso de los altos mandos.