La exploración del más allá marcó un hito singular en la carrera de Diane Keaton, quien, además de su reconocida trayectoria como actriz, directora y productora, incursionó en el género documental con una obra que indaga en las creencias populares sobre la vida después de la muerte. Heaven, estrenado en 1987, se convirtió en su única incursión en este formato y reflejó una inquietud personal que la acompañó desde la infancia. “Keaton llevaba mucho tiempo preocupada por el más allá“, escribió Alexis Soloski en un artículo para The New York Times.
A lo largo de su vida profesional, Keaton participó en más de 60 películas y produjo cerca de una docena, además de dirigir largometrajes, videos musicales, una película para televisión, un especial extraescolar y episodios de series como China Beach, Pasadena y Twin Peaks. Sin embargo, fue en Heaven donde volcó su fascinación por el más allá, construyendo un relato a partir de entrevistas y material de archivo que, según relató en una entrevista para los Globos de Oro en 2021, le permitió confrontar sus propias creencias. En esa ocasión, Keaton expresó: “¿Por qué existiría un lugar como el infierno para cualquiera de nosotros? Simplemente no lo creo”.
El documental se desarrolla principalmente en una habitación blanca, donde los entrevistados —entre ellos ministros, ateos, niños, parejas, familiares de Keaton y el promotor de boxeo Don King— responden preguntas como “¿Hay sexo en el cielo?” o “¿Cuáles son las recompensas del cielo?”. Las respuestas varían desde descripciones de un espacio abierto y resplandeciente de diamantes y oro, hasta la visión de un niño que lo imagina “todo blanco, como malvaviscos”. Algunos participantes sostienen con convicción que en el cielo no es posible engordar, una afirmación que se repite a lo largo del filme.
Entre las entrevistas, Keaton construye un collage visual con fragmentos de películas como Metrópolis, Verdes Pastos y Escalera al Cielo. En una entrevista concedida a Vanity Fair en 1987, la directora confesó que el proceso de selección y edición de estos fragmentos fue especialmente gratificante: “Quizás lo que me gustaría hacer en el cielo es mirar imágenes eternamente y seleccionarlas”, dijo Keaton.
La preocupación por el más allá la acompañó desde su niñez. En la misma entrevista se describió como una niña con tendencia a la morbosidad, marcada por el temor a la muerte. Hija mayor de un padre católico irlandés y una madre metodista que abandonaron la religión en los años 60, su interés por el cristianismo surgió del deseo de alcanzar el cielo. Ya adulta, se definió como agnóstica, aunque reconocía: “Pero entiendo el anhelo y la necesidad de algo más. De algo mejor, más pleno. De amor”.
La recepción crítica de Heaven fue dispar. Vincent Canby, en un artículo publicado en The New York Times, calificó el documental como “increíblemente absurdo”, y lo consideró en ocasiones condescendiente y explotador de sus participantes. No obstante, reconoció que la película transmitía las cualidades que hacían de Diane Keaton una intérprete apreciada: era inquisitiva, amplia, elegante, irónica y vertiginosa.
El interés de la actriz por las cuestiones religiosas se manifestó también en otros proyectos. En la introducción de su libro de fotografía de 1983, Naturaleza muerta, escribió: “El cielo parecía una noción donde todo era perfecto; y al ser perfecto, el cielo permanecía inmóvil”. Un año antes del estreno de Heaven, colaboró con un artista de vallas publicitarias para crear una serie de pinturas religiosas destinadas a la Galería Daniel Wolf. Keaton ofreció una definición personal del cielo: “Permanecer viva tanto tiempo como pueda, con buena salud y con una buena actitud”.