
El Sexto Panteón del Cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires, se erige como una de las mayores necrópolis subterráneas de América Latina. Concebido en medio del auge poblacional y los desafíos urbanos de la segunda mitad del siglo XX, representa un hito en la arquitectura funeraria argentina. La arquitecta Ítala Fulvia Villa, pionera del modernismo local, dirigió el proyecto que transformó el paisaje de la capital.
A mediados del siglo pasado, Buenos Aires enfrentó una necesidad urgente: la ciudad experimentaba un crecimiento acelerado debido a la fuerte inmigración rural e internacional. La demanda de nuevos espacios de entierro puso en primer plano la necesidad de innovar en la infraestructura funeraria. El municipio encargó entonces la creación de un panteón subterráneo que pudiera dar respuesta eficiente y moderna a la saturación de la necrópolis.

De este contexto surgió el Sexto Panteón, que se construyó entre 1950 y 1958 en el corazón del Cementerio de la Chacarita, el más extenso del país y uno de los mayores del mundo. Ítala Fulvia Villa encabezó el equipo técnico, en el que también participaron destacados arquitectos como Clorindo Testa.
Según precisó Atlas Obscura, la obra reunió arquitectura modernista, eficiencia espacial e innovación técnica para alojar a decenas de miles de difuntos en galerías racionalmente organizadas.

Un proyecto modernista para una ciudad en expansión
La construcción del Sexto Panteón respondió a una lógica colectiva que revolucionó el concepto de espacio funerario tradicional. El diseño incluyó dos niveles subterráneos, con nueve galerías principales que permiten albergar hasta 150.000 entierros entre nichos para ataúdes y urnas, según datos de Moderna Buenos Aires. La parcela, de casi 300 metros de lado, presenta patios internos que aseguran iluminación natural y ventilación, además de facilitar la orientación de quienes visitan el lugar.
El conjunto arquitectónico del panteón subterráneo se destaca por su austeridad formal y funcionalidad. El uso visible del hormigón armado revela la impronta brutalista, mientras que la disposición igualitaria de los nichos se aparta del exhibicionismo individual de los mausoleos habituales. Cada nicho cuenta con una placa de travertino uniforme, una decisión que refuerza la idea de igualdad en la memoria colectiva.

El Cementerio de la Chacarita, inaugurado oficialmente en 1886, absorbió a lo largo de los años los desafíos de las epidemias y el crecimiento de Buenos Aires. Según ArchDaily, la propuesta de un gran panteón subterráneo formó parte de una estrategia urbana para optimizar los cementerios públicos, densificando el espacio y liberando el terreno superficial para áreas verdes.
Así, la organización racional y la tecnología aplicada —como elevadores eléctricos para ataúdes y sistemas avanzados de desodorización— marcan una diferencia innovadora aún vigente.

Ítala Fulvia Villa, arquitecta y urbanista formada en la Universidad de Buenos Aires, se posicionó como una de las primeras mujeres del país en conducir obras de envergadura estatal. Tras su ingreso a la facultad en la década del 30′, integró el Grupo Austral y colaboró en propuestas urbanas vanguardistas, donde absorbió influencias de arquitectos europeos y métodos modernos.
De acuerdo con la arquitecta e investigadora Léa Namer, Villa superó el imaginario arquitectónico de su época, dotando al Panteón de una identidad propia y de atención al usuario funerario, tanto en lo técnico como en lo simbólico.

La historia del Sexto Panteón también refleja las desigualdades históricas en la visibilidad de las mujeres en la arquitectura. La obra se atribuyó erróneamente a colaboradores varones o permaneció sin autoría durante décadas, hasta que estudios recientes reivindicaron a Ítala Fulvia Villa como máxima responsable.
A pesar de su valor arquitectónico y patrimonial, el Sexto Panteón enfrenta deterioro. Según testimonios de cuidadores recogidos por medios locales, la menor afluencia de visitantes incide en el estado actual de la estructura.

Distintos sectores impulsan en la actualidad iniciativas para lograr el reconocimiento formal del panteón como monumento cultural y obtener fondos para su restauración. El Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo apoya la propuesta, que podría concretarse en los próximos años.
A más de seis décadas de su inauguración, el Sexto Panteón sobresale como uno de los ejemplos más representativos del modernismo argentino, fruto de la visión integradora y racionalista de Ítala Fulvia Villa. Su legado desafía los límites entre memoria colectiva, innovación urbana y el reconocimiento de las mujeres en la historia profesional del país.