“Llenamos una sala entera decorada con pinturas de Thomas Gainsborough. Todos aplaudimos cuando brindó y admiramos su nombre grabado en piedra en la pared”, relató Jane Boon en Airmail sobre la última gran gala de la Frick Collection en Nueva York. El homenajeado era Matthew Christopher Pietras, un benefactor cuya generosidad había alcanzado tal magnitud que su nombre quedó inscrito en el museo. Lo que nadie sospechaba en ese momento era que esos millones provenían de fondos sustraídos ilícitamente, una revelación que sacudiría no solo a la Frick, sino también a la Metropolitan Opera y a la escena filantrópica y cultural de la ciudad.
La historia de Pietras se remonta a Wilbraham, Massachusetts, donde creció en una familia de clase media. Desde niño, cultivó una imagen de opulencia: para su cumpleaños en sexto o séptimo grado, sus padres organizaron una extravagante llegada en limusina al restaurante Spaghetti Warehouse, un gesto que alimentó rumores sobre una supuesta fortuna familiar.
Ya en la Universidad de Nueva York, su estilo de vida se volvió aún más ostentoso. Residía en un apartamento de lujo en Astor Place, pagaba cortes de cabello de $500 mensuales y frecuentaba restaurantes caros, según recordó un amigo a New York Magazine. Pietras nunca pedía alquiler a quienes se alojaban con él y siempre cubría la cuenta.
Su carrera profesional lo llevó a trabajar en organizaciones sin fines de lucro en Nicaragua, incluso en una dirigida por Vivian Pellas, esposa del primer multimillonario del país, y a desempeñarse como extra en producciones de Hollywood. En 2016, comenzó a trabajar para la filántropa Courtney Sale Ross, viuda del fundador de Time Warner, y para Greg Soros, hijo del inversionista George Soros. Aunque su cargo era el de asistente personal, Pietras tejió una red de confianza que le permitió acceder a recursos y cuentas de sus empleadores, un privilegio poco habitual para su posición.
En redes sociales, Pietras proyectaba una vida de lujos: vuelos en aviones privados, paseos en helicóptero, champagne y caviar. Tras la pandemia, su generosidad se intensificó. Invitó a amigos a destinos exóticos, como el hotel de cinco estrellas Les Airelles en Courchevel, y organizó un viaje de cumpleaños para 11 personas en un avión privado a las Islas Vírgenes Británicas. En enero de 2024, llevó a 60 invitados a la reapertura de la Frick, donde su nombre ya figuraba como benefactor destacado.
El acceso a las cuentas y tarjetas de sus empleadores le permitió a Pietras montar un sistema para aprobar sus propios gastos. Según artnet, incluso llegó a falsificar documentos, interceptar alertas de fraude y suplantar la identidad de Greg Soros para encubrir sus movimientos. De Ross, se sospecha que desvió fondos provenientes de ventas de obras de arte y de la gestión de sus asuntos personales y empresariales.
La filantropía de Pietras comenzó de forma modesta. En el informe anual de la Frick para 2018/19, aparece como donante en la categoría “Contributing Young Fellows”, con aportes entre USD 1.750 y 4.999. En los años siguientes, sus donaciones crecieron hasta alcanzar el rango de USD 50.000 a 99.999 entre 2021 y 2023. En el informe de 2023/24, la cifra se disparó: entre USD 1 millón y 4,99 millones, suficiente para financiar un puesto en la institución. El cargo de Jeremy Ney, jefe de música y espectáculos, pasó a denominarse “Matthew Christopher Pietras Head of Music and Performance”, título que aún figura en la web del museo.
En la Metropolitan Opera, Pietras debutó como donante en 2018/19, con aportes de USD 5.500 a 6.499. Al año siguiente, su contribución ascendió a la franja de USD 50.000 a 99.999, nivel que mantuvo en 2020/21, cuando fue nombrado “Young Associate Director”. En septiembre de 2022, costeó la asistencia de 20 amigos a la noche inaugural de la ópera, con un desembolso de USD 150.000, lo que le valió una mención en Bloomberg. Repitió la hazaña en 2023, esta vez con 30 invitados. En total, asistió a al menos 14 galas de la Frick y la Met Opera, siempre acompañado de un séquito cada vez mayor.
El dinero no solo se destinó a la filantropía y a agasajar a amigos. Fotografías de Patrick McMullan y BFA, que abarcan desde 2007 hasta 2024, evidencian una transformación física notable, atribuida a múltiples cirugías estéticas: varias rinoplastias, implantes capilares, rellenos en los pómulos y retoques en la mandíbula. Su dermatólogo, dentista, entrenador personal y cirujano plástico se integraron a su círculo social.
En 2024, Pietras anunció a su entorno que trabajaría para la familia real de Catar, con un generoso bono de firma y un apartamento en el exclusivo No. 1 Grosvenor Square de Londres. Esta invención justificaba su creciente generosidad.
El desenlace llegó poco antes de la gran gala de la Frick, el 31 de marzo, cuando el gerente general de la Met Opera, Peter Gelb, anunció una donación récord de USD 15 millones de Pietras, parte de la cual financiaría un bar clandestino en el sótano de la ópera que llevaría su nombre. Hasta ese momento, nadie había detectado las irregularidades. Pero al intentar transferir USD 10 millones desde una sociedad vinculada a una propiedad de Greg Soros, el banco identificó la operación como fraudulenta y la bloqueó.
La caída fue inmediata. Esa misma noche, Pietras apareció en la alfombra roja de la gala de primavera del American Ballet Theatre en Cipriani South Street, su última aparición pública. Dos días después, su empleada doméstica lo halló sin vida en su apartamento. La causa de la muerte permanece sin esclarecer; los resultados toxicológicos aún no se han publicado. Air Mail sugirió suicidio, mientras que New York Times mencionó rumores sobre una cardiomegalia.
El futuro de las donaciones de Pietras es incierto. La Met Opera, tras la caída de su mayor donativo, recurrió a su fondo de dotación, del que ya había extraído USD 30 millones en 2022 y 40 millones en 2024. Al cierre de junio pasado, el fondo se había reducido a USD 254 millones, desde un máximo de 340 millones en 2022. La institución no respondió a las solicitudes de comentarios de Artnet News.