
En abril de 1689, soldados españoles avanzaron por las orillas del arroyo Garcitas, a pocos kilómetros del Golfo de México, en búsqueda de un asentamiento francés. España y Francia competían por el control colonial del territorio norteamericano. Los exploradores españoles pretendían erradicar cualquier colonia rival en la región que hoy conforma el condado de Victoria, Texas.
Al llegar, solo encontraron la desolación. El asentamiento francés, conocido como Fort St. Louis, yacía abandonado. Seis edificios deteriorados, ruinas de libros y herramientas esparcidas daban cuenta del fracaso. Los militares solo hallaron tres restos humanos, incluido el cuerpo de una mujer con una flecha en la espalda. De los doscientos colonos originales, no quedaba rastro.
La fundación y el éxodo del asentamiento francés en Texas resultó ser un punto de inflexión. René-Robert Cavelier, Sieur de La Salle, impulsó la creación de la colonia a instancias del rey Luis XIV de Francia. Su objetivo: establecer una base en la desembocadura del Misisipi, competir con las potencias coloniales y aprovechar recursos en América.

El fracaso francés y el despertar español
Según Stephen Hardin, profesor de historia en la Universidad McMurry, los españoles no prestaban atención al territorio al norte del Río Bravo antes de la llegada de La Salle. El hallazgo de la colonia francesa motivó la exploración sistemática del área y la fundación de misiones, presidios y villas. España reforzó su presencia en Texas tras el incidente.
El liderazgo de La Salle resultó determinante en el destino de la colonia. Ya había explorado vastas regiones de Canadá y el actual Estados Unidos, reclamando la cuenca del río Misisipi para Francia en 1682. Sin embargo, según indicó Texas Highways, su expedición a Texas enfrentó graves contratiempos. Mapas inexactos y un astrolabio roto causaron el desembarco al oeste, en la bahía de Matagorda.
Durante el viaje inicial, la expedición francesa perdió barcos y suministros. Piratas capturaron un navío mientras otro regresó a Francia. Un tercero naufragó, y el último, La Belle, encalló al poco tiempo. Los colonos usaron restos del barco Aimable para construir una aldea precaria, y dependieron de la caza y pesca ante el fracaso de los cultivos.

De acuerdo con el difunto historiador Robert S. Weddle, la selección de colonos no era adecuada. Muchos provenían de entornos marginales y carecían de disciplina. El propio La Salle definía a su grupo como “ignorante y difícil de manejar”.
La Salle ordenó esfuerzos extremos para asegurar materiales, lo que provocó la muerte de decenas de hombres por agotamiento. Henri Joutel, su lugarteniente, documentó en su diario las condiciones extremas y la inexperiencia de los colonos. La monótona pradera tejana y la ausencia de referencias, junto con distancias enormes, dificultaron las tareas cotidianas.
El contacto con la tribu karankawa fue complejo y, con el paso de los meses, las tensiones aumentaron. La mitad de los colonos murió durante los primeros seis meses, principalmente por enfermedades, hambre y enfrentamientos.

El desgaste físico y psicológico repercutió en el liderazgo de La Salle. Según detalló Texas Highways, el capitán de la flotilla francesa señaló en informes a la corte una presunta inestabilidad del jefe expedicionario. De acuerdo con registros históricos, la presión y las adversidades minaron el juicio de La Salle y afectaron el rumbo de la misión.
En un intento desesperado y ante la crítica situación, La Salle partió con diecisiete hombres en busca de auxilio. Su objetivo era llegar al puesto francés del río Illinois, aunque solo seis lograron finalizar el trayecto. Ninguno era La Salle; él murió tras un amotinamiento cerca del río Trinity.
La colonia perdió toda opción de subsistencia. Los sobrevivientes que llegaron al norte ocultaron la trágica situación para aprovechar los bienes que quedaban, entre ellos el hermano de La Salle, Jean Cavelier. Los nativos destruyeron el asentamiento poco después.

La importancia de Fort St. Louis permanece vigente. El sitio, en propiedad privada, no cuenta con un monumento nacional. La Comisión Histórica de Texas organiza la “Odisea de La Salle”, con exposiciones sobre la expedición. El Museo de la Curva Costera de Victoria exhibe piezas originales, mientras que el barco La Belle se encuentra en el Museo Bullock en Austin.
Este episodio permitió a España fortalecer su control sobre Texas. El establecimiento, aunque efímero, sentó las bases para el desarrollo social y militar de la región. La expedición francesa reveló las dificultades de sobrevivir en territorio hostil y el impacto que los rivales europeos ejercieron en la configuración del suroeste estadounidense.
Según la historiadora Anka Muhlstein, la discreción de Cavelier permitió conservar los bienes transportados. La incursión española en el lugar culminó con gestos de conmiseración: un militar compuso y recitó el que se considera el primer poema escrito en Texas.
Así, la fallida epopeya de La Salle permanece como una huella indeleble en la memoria de la región, recordando el choque de aspiraciones coloniales en el continente americano.