Bajo el cielo gris de Londres, los despachos del Crystal Palace palpitan con una incertidumbre alimentada por cifras astronómicas y planes europeos. El futuro de Marc Guehi, central de 25 años, ha pasado a ser moneda de cambio entre dos potencias del fútbol inglés, y detrás de la puja descarnada se encuentra el imán irresistible de la Champions League.
A Guehi no se le ve en público estos días. El rumor corre más rápido que él por las oficinas y los vestuarios: el Liverpool, ansioso por reconstruir una línea defensiva que no admite vacilaciones aspira con tener al marfileño como un pilar firme en la zaga central. En el juego de los espejos, aparece la sombra de otro grande: el Tottenham, recién clasificado para disputar la máxima competición continental, ha entrado en la pelea. No es un equipo más para el defensor londinense, quien valora especialmente el desafío europeo en el punto exacto donde su carrera necesita renombre y gloria.
El deseo no es abstracto ni tímido. El equipo de Alexis Mac Allister viene de cerrar una temporada dorada —la Premier League volvió a sus vitrinas— y la inversión para esta ventana de transferencias ya roza los 320 millones de euros (USD 375 millones). No hay dudas ni titubeos en el balance de gastos: el club de Anfield se halla envuelto en una carrera por blindar su ambición europea, tras las llegadas ya confirmadas de nombres como Florian Wirtz, Milos Kerkez, Giorgi Mamardashvili y Jeremie Frimpong. El último movimiento, pendiente apenas de la firma, es el del delantero Hugo Ekitike, cuyo traspaso desde el Eintracht Frankfurt se valora en 90 millones de euros.
Los pasillos de Anfield se han acostumbrado a las voces del gasto, y ningún fichaje resulta excesivo. La Champions parece la prioridad y nada será suficiente.
Pero la situación de una de las figuras del campeón de la FA Cup exige algo más que determinación financiera. Su contrato, que expira al finalizar la próxima temporada, le otorga una fuerza insospechada. Si decide esperar hasta enero, podrá negociar su salida a coste cero. Esa es la espada de Damocles colgando sobre la directiva del Crystal Palace, que prefiere el beneficio inmediato al riesgo de perderlo sin compensación alguna.
Las cifras se deslizan sobre la mesa con la frialdad de un bisturí: 58 millones de euros (casi 68.000.000 de dólares) sería el monto dispuesto a ofrecer Liverpool, según un reporte de The Athletic. Imposible resistirse, pensarán algunos. Pero la palabra final no la tiene ni el dinero ni el club vendedor, sino el propio jugador.
En el norte de Londres, los ejecutivos del Tottenham han dejado claro que el proyecto deportivo, más que la cifra, es la clave en la persuasión. La estampa de la Champions League —las luces, los himnos, las noches de promesa— podría inclinar la balanza que hoy se tambalea sobre los hombros de un joven central.
Así, mientras Liverpool edifica su nueva fortaleza y Tottenham despliega los emblemas de Europa para seducir, el defensor nacido en Costa de Marfil ha quedado en el centro de un círculo infernal de poder y deseo. El fútbol inglés asiste a otro verano de mercado con esa mezcla de adrenalina y vértigo que, para un hombre tranquilo como Guehi, debe sentirse como un grito silencioso.
Queda poco tiempo para elegir. Las ofertas se afinan y los directivos del Crystal Palace ya ajustan la contabilidad, sabiendo que en el borde del calendario el valor de su defensa corre el riesgo de evaporarse.