Federico Furiase, economista y director del Banco Central de la República Argentina (BCRA) en representación del Ministerio de Economía que dirige Luis Caputo, brindó este lunes por la mañana una entrevista en Radio Mitre, en la que detalló el proceso de acumulación de reservas internacionales y defendió la sostenibilidad del nuevo esquema cambiario y monetario impulsado por el equipo económico. Durante la charla, Furiase respondió a las dudas que surgieron luego de que el presidente Javier Milei anunciara que hacia fines de mayo las reservas brutas del BCRA alcanzarían los 50.000 millones de dólares. Al respecto, Furiase explicó: “Es para fines de junio. Entran esos primeros 20 mil millones de dólares”.
El funcionario remarcó que ese monto proyectado depende de una combinación de ingresos de divisas provenientes del sector exportador y de organismos multilaterales. De esa forma, consideró que la meta de reservas no estaba demorada, sino que correspondía a un calendario diferente al interpretado inicialmente por algunos sectores.
Según sus declaraciones, uno de los componentes centrales de ese flujo de divisas será la liquidación de la cosecha gruesa. Furiase estimó que ese ingreso de dólares podría rondar los 3.000 millones de dólares, aunque no descartó que sea superior, en función de ciertos incentivos vigentes. En sus palabras: “Puede haber más, porque hay un incentivo muy fuerte para la liquidación, teniendo en cuenta […] una baja temporaria de retenciones que a fin de junio vuelve a subir”.
El funcionario también aclaró que otro segmento importante del aumento proyectado corresponde a desembolsos internacionales comprometidos con el FMI y otros organismos financieros. En total, estos ingresos permitirían alcanzar los 20.000 millones de dólares adicionales, que se sumarían al stock ya acumulado.
Ante las preguntas sobre la brecha entre el nivel actual de reservas —38.037 millones de dólares según el cierre del viernes anterior— y la proyección oficial, Furiase insistió en no concentrarse en el número exacto, sino en el cambio estructural en el balance del Banco Central. Sostuvo que lo relevante es que el organismo ya cuenta con la capacidad operativa y financiera para sostener la paridad cambiaria sin sobresaltos. Al respecto afirmó: “No es importante el número exacto. Lo importante es que ya con la recapitalización que se hizo en el Banco Central, con estos dólares que se ingresaron y los que quedan por ingresar a fines de junio, tenemos un Banco Central que está saneado”.
Según su diagnóstico, ese saneamiento no depende sólo del volumen de reservas, sino también de una nueva configuración monetaria y fiscal. En ese sentido, explicó que no existe emisión monetaria, que el superávit fiscal redujo la deuda del Tesoro y que la demanda de pesos y de crédito crece. Con ese conjunto de elementos, afirmó que el Banco Central puede actuar con firmeza si se requiere defender la paridad del peso respecto del dólar: “Hoy el Banco Central tiene dólares suficientes líquidos de reservas de libre disponibilidad para defender la cantidad de pesos que hay en la economía a una paridad en torno a mil”.
La estrategia incluye una forma de régimen cambiario con bandas de flotación implícitas, donde el tipo de cambio se mueve entre determinados márgenes, sin necesidad de intervención directa. Furiase lo definió como un esquema con un piso en los 1.000 pesos y un techo de entre 1.300 y 1.400 pesos por dólar, en línea con el objetivo de mantener una moneda nacional fuerte como resultado del ordenamiento macroeconómico. En ese marco, subrayó: “Tenemos un régimen monetario cambiario donde logra, tiene un piso en mil y el techo de 100 a 1400”.
Además de los factores técnicos, Furiase describió una serie de cambios de comportamiento que favorecen la estabilidad. Señaló que la reducción de la inflación, combinada con una menor emisión, modificó la percepción del peso. En lugar de funcionar como un activo que se licúa rápidamente, los pesos comenzaron a utilizarse para el ahorro y para el consumo de bienes durables, especialmente a través del crédito. Esto se ve reflejado, según dijo, en el crecimiento del financiamiento al sector privado, que pasó de representar cuatro puntos del PBI a casi nueve. Furiase lo ilustró con una conclusión operativa: “Nuestro modelo, producto de la baja de la inflación, de las tasas de interés y el crecimiento económico, está generando un crecimiento del crédito fortísimo”.
A la vez, destacó que este proceso necesita continuar formalizando el uso de dólares que están fuera del sistema financiero. En su análisis, cada dólar que se incorpora a los circuitos bancarios contribuye a aumentar el nivel de reservas y a ampliar el acceso al crédito: “Este mecanismo, al transmitir que está dentro de la formalidad, también va a ser otra manera de potenciar el crédito”.
Furiase también se refirió a la resistencia de algunos bancos privados, que aún dudan respecto a sumarse plenamente al nuevo sistema. Atribuyó esa actitud a la histórica persecución del ahorro en dólares en gestiones anteriores, lo que aún genera cierta incertidumbre. Sin embargo, consideró que la adhesión de varias provincias constituye una señal positiva. “Tenés las provincias, la mayoría de las provincias que están acompañando y en ese mecanismo más tarde o más temprano van a entrar todos en el mismo sistema”, afirmó.
Consultado por el cronograma del Gobierno, reiteró que las reservas podrían alcanzar los 50.000 millones de dólares hacia fines de junio, aunque subrayó que ese número no tiene valor por sí mismo, sino por el respaldo real que implican las reservas líquidas disponibles frente a una base monetaria reducida. Según describió, la cantidad de pesos en la economía está en torno al 6% o 7% del PBI, lo cual genera condiciones para que el tipo de cambio permanezca estable aún en escenarios de mayor volatilidad estacional.
En ese contexto, reiteró: “El Banco Central ha sido saneado tanto porque se revirtió el desequilibrio monetario heredado como porque se terminó con la emisión monetaria”. Además, vinculó este equilibrio con la baja del riesgo país, que pasó de 2.700 a 650 puntos básicos, y con el descenso de impuestos y precios nominales en varios sectores.
Por último, sostuvo que el esquema económico vigente no responde a mecanismos de intervención o represión cambiaria, sino a la fortaleza de los fundamentos macroeconómicos actuales. En sus palabras: “Nuestra moneda se está fortaleciendo por tener superávit, un Banco Central recapitalizado, porque no hay emisión, porque está bajando la deuda”.