La directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, advirtió que aunque la economía mundial se encuentra en una posición más sólida que en 2008, el aumento sostenido de la deuda pública amenaza con socavar esa estabilidad. Según el Monitor Fiscal presentado por el organismo, la deuda global superará el 100% del PIB hacia 2029, su nivel más alto desde 1948.
“Hay una base más sólida. No estamos en la misma situación que durante la crisis financiera global. Se han aprendido lecciones. Se han tomado medidas”, afirmó Georgieva en rueda de prensa. Reconoció que tanto las economías avanzadas como las emergentes cuentan hoy con “fundamentos más sólidos” y “marcos políticos más responsables”, pero alertó de que muchos países “han agotado sus márgenes fiscales”.
El FMI proyecta que el endeudamiento público siga creciendo incluso en economías con amplio acceso a los mercados, como Estados Unidos, Japón, Francia, Canadá y China. En los países emergentes, la situación es aún más frágil: el cierre del crédito barato y el encarecimiento de los intereses vuelven más difícil sostener los déficits.
Los técnicos del organismo señalan que el gasto por intereses de la deuda está absorbiendo una porción creciente de los presupuestos públicos. Esa tendencia reduce el espacio fiscal para inversión en infraestructura, educación o innovación, y amenaza con estancar el crecimiento.
La directora del FMI pidió reconstruir márgenes fiscales y orientar el gasto hacia lo productivo. “Tenemos una manta de seguridad que nos cubre, pero tal vez tengamos un pie afuera, en el frío. Debemos estar atentos”, advirtió.
El Fondo insta a los gobiernos a diseñar presupuestos “inteligentes”, mejorar la recaudación interna y reducir subsidios ineficientes. Su diagnóstico es que las políticas expansivas aplicadas tras la pandemia no se han revertido con suficiente rapidez, lo que ha contribuido a mantener la inflación en niveles elevados.
Aun así, Georgieva sostuvo que la economía mundial “ha aprendido a operar con más responsabilidad”. A su juicio, la experiencia reciente demuestra que los países pueden reaccionar con mayor coordinación y rapidez ante los choques. Las reservas internacionales de muchas economías emergentes, dijo, son una prueba de esa resiliencia.
En materia comercial, la directora del FMI pidió evitar una nueva escalada de tensiones. Su advertencia llegó después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciara aranceles del 100 % a China. “Por favor, no lo hagas”, respondió Georgieva al ser consultada sobre el riesgo de una guerra comercial.
El Fondo considera que el impacto de los nuevos aranceles ha sido hasta ahora “menor de lo temido”, pero reconoce que un conflicto prolongado afectaría las cadenas de suministro y la inversión global. “Tenemos un país que está actuando (Estados Unidos) y otro que está respondiendo (China). El resto del mundo, por ahora, no participa en esa guerra”, explicó.
Más allá de los movimientos coyunturales, el FMI observa un riesgo estructural: el deterioro simultáneo de las cuentas públicas y de la confianza social. La presión para aumentar el gasto —en defensa, transición energética o programas sociales— choca con la necesidad de reducir los déficits.
Esa tensión política será, según Georgieva, el principal campo de batalla económico de los próximos años.
El FMI sostiene que el mundo no se encuentra ante una crisis inminente, pero sí frente a una prueba de disciplina. Las economías han aprendido a resistir, pero no todas han aprendido a ahorrar. El desafío, concluye Georgieva, es actuar antes de que la próxima tormenta fiscal vuelva a poner a prueba la memoria del sistema financiero global.