
Darío Barassi volvió, por un rato, a sus raíces en San Juan y lo vivió con intensidad, nostalgia y gratitud. El popular conductor y actor decidió reencontrarse con su pasado en un recorrido repleto de recuerdos y emociones, visitando el colegio secundario donde transcurrió buena parte de su adolescencia y donde, según sus propias palabras, no solo se formó académicamente sino también como ser humano. La experiencia, que Barassi documentó y compartió con sus seguidores, resultó un homenaje al valor de la educación pública, al sentido de pertenencia y, por supuesto, a la amistad.
El viaje visual y sentimental arrancó con una imagen del acceso al colegio, árboles viejos y sombra sobre el patio, mientras Barassi agradecía: “Hoy volví un ratito a mi colegio secundario Colegio Central Universitario Mariano Moreno. Al que amo y agradezco siempre”. El tono es directo, simple y cargado de afecto, como toda la narración posterior. Una de las postales centrales es el patio vacío, fotografiado en blanco y negro, que lo llevó a enumerar aquello que hizo único su paso por el lugar: “Precintos, Fotocopias, Los pibes, La bandera, Las siritas, El baño, El que se fumaba un pucho, El que se rateaba, Los más gedes, Los más chicos, Exámenes, Amores”.
Durante años, Darío hizo gala de lo buen alumno que era por lo que no fue sorpresivo para nadie la foto dedicada a la bandera: “Si te habré izado. Si te habré escoltado. Si te habré cantado”—y el ya legendario baño escolar. Allí, entre mingitorios y azulejos, desfilan en la memoria “Machetes, Puchos, Charlas, Estrategias, Chusmeríos, Rata, Pasar el tiempo y de vez en cuando, muy muy muy de vez en cuando, un pis”, según palabras textuales del propio Barassi. Ese espacio, tan simbólico en la vida estudiantil argentina, se convierte en clave para entender no solo la picardía adolescente sino también la construcción de complicidades que perduran fuera de las aulas.

Al oscurecer, entre baldosas mojadas por la lluvia y edificios escolares en sombras, la reflexión de Barassi toma otra densidad: “Este colegio me formó como estudiante, pero sobre todo como persona. Un colegio académicamente exigente, pero el foco siempre puesto en lo humano. Amistad, compañerismo, capacidad de razonamiento, aprendizaje como mecanismo no como resultado. Maestros líderes, entusiastas, estrictos, arte, deporte, respeto del recorrido individual y una filosofía de grupo como pocas veces vi. Gracias a todos los que egresamos de este colegio, somos un poco quienes somos gracias al colegio”. La mirada de Barassi abraza el todo: la exigencia, la contención, lo individual y lo colectivo.
Para cerrar, la última imagen muestra al conductor rodeado de un grupo de amigos sentados al aire libre, compartiendo una mesa con bebidas y charlas: “Y con una mini muestra te represento lo mejor que me dejó Colegio Central Universitario Mariano Moreno. Amigos para toda la vida, plagada de encuentros, excusas y el deseo claro de que siga siendo así para siempre. Se los quiere bebes. Vamos por más”.

En cada palabra y foto, Darío Barassi logró transmitir el profundo agradecimiento, la alegría y la emoción de regresar al Colegio Central Universitario Mariano Moreno. El recorrido dejó en evidencia que más allá de los títulos y la performance escolar, lo que perdura son las amistades, los valores y las experiencias formadoras que acompañan toda la vida. Volver a esos pasillos y patios es, para Barassi, afirmar la importancia de ese espacio en la construcción de su identidad y celebrar el lazo indeleble con quienes compartieron esa etapa fundamental, en especial luego de volver sin la presencia de su madre, quien falleció hace dos años a causa de una enfermedad.