La imagen de Ignacio Fernández Madero proyectada en la pantalla gigante del Twickenham Stadium marcó el inicio de una jornada cargada de emoción para el rugby argentino. Antes del enfrentamiento entre Los Pumas e Inglaterra, el legendario estadio londinense rindió homenaje a quien fuera uno de los pilares fundamentales en la historia reciente del deporte nacional, fallecido el lunes a los 74 años tras una larga lucha contra el cáncer de páncreas.

El tributo, que incluyó un minuto de silencio acompañado por aplausos de todo el público, reflejó la huella imborrable que Fernández Madero dejó tanto en el San Isidro Club (SIC) como en el seleccionado argentino.

Su figura trascendió los límites de la preparación física para convertirse en un símbolo de energía positiva y resiliencia, especialmente en los últimos dos años y medio, desde que recibió el diagnóstico de su enfermedad.

La imagen que subió SIC para despedir a Nacho Madero (@sanisidroclub)

La carrera de Fernández Madero comenzó en La Salle, donde se desempeñó como preparador físico antes de pasar por Buenos Aires CRC, San Patricio, Regatas y CUBA. En 1986, se integró al SIC, club que se transformó en su hogar definitivo y donde recibió el apodo de “Pastor”. Allí, su labor se extendió durante décadas, liderando entrenamientos matutinos y acompañando a los equipos en los momentos más decisivos. Dos semanas antes de su fallecimiento, aún encabezaba la salida a la cancha del SIC en la final del Top 12 ante Newman, y hasta el jueves previo a su muerte continuaba al frente de los grupos de entrenamiento en el club y en el Rosedal.

En el ámbito de las selecciones, Fernández Madero fue preparador físico de Buenos Aires durante 21 Campeonatos Argentinos y, entre 2000 y 2007, integró el cuerpo técnico de Los Pumas. Su trabajo culminó con el histórico tercer puesto en el Mundial de Francia, bajo la conducción de Marcelo Loffreda. Ese logro, considerado un hito para el rugby argentino, consolidó su legado como uno de los hombres clave en la evolución del deporte nacional.

El impacto de su figura se reflejó en los mensajes de despedida. Agustín Pichot, capitán de aquel equipo de Los Pumas, escribió en Instagram: “Fuiste todo lo que está bien en este mundo… tu espíritu positivo iluminaba cualquiera de mis sombras”. El SIC, por su parte, expresó: “Nos dejaste una verdadera lección de vida, mostrando que siempre –pero siempre– hay más y los partidos se juegan hasta el final”.






*El himno argentino sonó en Londres segundos después del homenaje a Nacho Madero

El diagnóstico de cáncer de páncreas llegó en junio de 2023, pero Nacho no permitió que la adversidad lo apartara de su vocación. Al día siguiente, animó a sus alumnos a continuar entrenando y a “pelear esto con alegría”.

La actitud optimista de Fernández Madero se intensificó desde ese momento, convirtiéndose en un mensaje de esperanza y fe para quienes lo rodeaban, según informó ESPN. Cumplió rigurosamente con la quimioterapia y las indicaciones médicas, pero nunca abandonó su rol de entrenador. Las clases de preparación física se transformaron en su tratamiento más efectivo y su ejemplo se consolidó como su verdadero legado.

A finales de ese año, el SIC conquistó el título de la URBA y Fernández Madero fue llevado en andas por todo el equipo. Días antes, había viajado a Francia para presenciar el partido de cuartos de final de Los Pumas ante Gales en Marsella.

El San Isidro Club despidió a Nacho con palabras que resumen el sentimiento general: “Siempre sumando, siempre haciendo brillar a los demás. Impacto, propósito y tantos conceptos de moda se quedan cortos cuando vemos la huella que dejás. Todos somos únicos, pero algunos pocos pareciera que lo son un poco más. Cuánto te vamos a extrañar. Acá nadie va a poder decir que ‘ya no tiene más para dar’. Nos dejaste una verdadera lección de vida, mostrando que siempre —pero siempre— hay más y que los partidos se juegan hasta el final”.

El viernes previo a su fallecimiento, Fernández Madero fue internado en el sanatorio Fleni, donde murió el lunes. Su vida, marcada por la intensidad y la entrega, dejó una huella en toda la comunidad del rugby argentino.