El reencuentro entre Alex y Charlotte Caniggia sacude los cimientos de una familia marcada por tensiones largas y silencios dolorosos. La imposibilidad de la mediática de ver a su sobrina Venezia —la niña de apenas dos años— se instaló como el corazón de esta historia de desencuentros y tímidas reconciliaciones.

En una confesión pública, Charlotte dejó expuesta la herida que la atraviesa. “Me encanta ser tía, aunque, bueno, hace bastante no veo a mi sobrina porque nos peleamos y no la vi más. No me la muestran”, se sinceró durante su paso por el programa Por el mundo, conducido por Marley. ¿Cuántas veces las peleas familiares apartan a los seres queridos más inocentes? Las palabras de la joven, al aire y sin filtro, dibujaron la forma exacta de su tristeza: hay una distancia que no depende solo de ella.

La respuesta de Alex Caniggia, quien se encontraba a su lado, no tuvo medias tintas, fue tan clara como tajante. Asumió sin rodeos la responsabilidad: “No le muestro a Venecia. Estuvimos peleados, la verdad. ¿Viste cuando la familia se pelea? obviamente no le voy a mostrar a Venecia”. Elige, entonces, como padre, mantener ese límite. ¿Deben los adultos imponer muros irrompibles en nombre del orgullo? Alex continuó con un tono de certeza: “Cada padre toma sus decisiones, y la mía fue que Charlotte no la vea”. Ningún rastro de duda.

Para Alex, la falta de comunicación entre mellizos convirtió en un imposible la presencia de su hija junto a su tía. Expresó sin dudar: “Tampoco es que la tía me llame y me diga ‘¿dónde estás? Ahí voy a visitarte’”. Y cerró cualquier puerta, al menos en ese momento: “Estamos peleados, es obvio que no vamos a tener comunicación y menos va a ver a la sobrina”.

Las cicatrices familiares no son sólo recientes. Alex, al hablar de la familia, expuso una visión impregnada por experiencias previas. Mencionó la ausencia de ese lazo fuerte con sus propios padres y su empeño por construir algo diferente junto a Melody Luz, su pareja y madre de Venezia. El recuerdo de una separación —y el esfuerzo por recuperar aquello que el conflicto había desgarrado— pesa en cada una de sus decisiones. Quedó a la vista: “Yo que me separé y después luché para recuperar a mi mujer y a mi familia. Porque no es lo mismo estar con mi mujer y mi hija juntos… Melody, con Venecia también y los dos separados. No es la misma familia”.

Pero en el laberinto de emociones, Charlotte no se resigna. La hija de Mariana Nannis y Claudio Paul Caniggia guarda la esperanza de un tiempo mejor. En su regreso al ciclo de streaming Qué tupé, relató algunos de los pormenores de este viaje a China en el que, por fin, pudo mirarse con su hermano como dos adultos y encontrar un territorio común: “Al principio fue difícil, pero después pudimos hablar como adultos y arreglar las cosas. Ahora estamos mejor, aunque no es lo mismo de antes”. ¿Es posible remendar los lazos cuando parecen haberse roto definitivamente?

Pese a que entre ambos la grieta se cerró, aún no puede Charlotte ver a su sobrina

El acercamiento, por ahora frágil, permitió limar asperezas, aunque aún queda pendiente reconstruir la confianza y la familiaridad que los unía. “Ya no nos llamamos todo el tiempo como antes, pero lo importante es que estamos bien”, reconoció con una mezcla de alivio y nostalgia.

En medio de la exposición, las declaraciones, el dolor y la reconciliación, la pequeña Venezia permanece como símbolo de ese lazo irrompible, aunque por ahora lejanamente custodiado. ¿Volverán algún día los días en que la tía y la sobrina compartan juegos y risas? La familia Caniggia exhibe sus dilemas ante todos, pero lo esencial se juega puertas adentro, en los silencios y los reencuentros.