Uno de los principales cambios en la dinámica del consumo se evidenció en la evolución de las ventas de leche fluida (Revista Chacra)

El sector lácteo registró en abril un repunte significativo, con un aumento intermensual del 2,8% en las ventas y un incremento interanual del 15,4% en volumen. Esto indica un camino hacia la recuperación del consumo tras un 2024 con retrocesos de hasta dos dígitos, afectado por la pérdida de poder adquisitivo.

Así surge de datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). “Ya se venía marcando en los últimos meses una importante desaceleración en la caída interanual del primer semestre de 2024, y se consolida la recuperación en el acumulado del año y en este primer cuatrimestre de 2025″, señaló la entidad.

Ventas de productos lácteos en el mercado interno (OCLA)

Por grupo de productos, se observaron mejoras en todas las categorías. Se destacan las ventas de leches en polvo —principalmente enteras— con un aumento del 18,2% en el acumulado del año, así como en manteca, yogures, dulce de leche y crema.

El consumo doméstico estimado, calculado a partir del Balance Lácteo oficial —que considera producción, existencias, exportaciones e importaciones—, registró un incremento del 14% interanual en los primeros cuatro meses del año.

Evolución de la venta de productos lácteos en el mercado interno (OCLA)

Uno de los principales cambios en la dinámica del consumo se evidenció en la evolución de las ventas de leche fluida, que creció 13,8% interanual en el primer cuatrimestre. El OCLA resaltó que aunque el volumen total sigue por debajo de los niveles de años anteriores, en 2025 se advierte una reversión de la tendencia descendente.

En paralelo, productos como las leches saborizadas, que habían caído hasta niveles de pandemia en 2024, comenzaron a mostrar una recuperación parcial en los últimos cuatro meses. Un comportamiento similar se detectó en yogures, postres y flanes, aunque con un ritmo de mejora más acelerado.

Los quesos, principal rubro de destino de la producción láctea, mostraron una estabilidad destacada. En el primer cuatrimestre del año, las ventas se ubicaron en niveles similares a los de 2023, con una demanda concentrada en opciones al peso y de menor valor unitario, como cremoso, barra y duros frescos.

Esta preferencia responde, en parte, al cambio de destino de productos inicialmente pensados para la exportación, que ante un tipo de cambio desfavorable terminaron volcándose al mercado interno a precios más bajos.

Cabe recordar que la venta de lácteos había caído 9,7% en 2024, con bajas pronunciadas en el segmento de leches. El observatorio señaló meses atrás que que los productos de mayor valor agregado y unitario como quesos de pasta muy blanda, quesos rallados, leches saborizadas, yogures, flanes y postres presentaron una gran caída asociada a las subas de precios y al retraso en el poder adquisitivo del sector medio de la población que demanda en mayor cuantía estos productos.

Tendencia de primarización

Según el OCLA, pese a los signos de recuperación, el panorama general del consumo lácteo continúa reflejando una tendencia hacia la primarización. Se consolida así una demanda enfocada en productos más económicos y de menor valor agregado, como leches fluidas, quesos de segundas y terceras marcas, y yogures bebibles en envases grandes, en detrimento de especialidades o derivados de mayor precio.

Se consolida una demanda enfocada en productos más económicos y de menor valor agregado

Esta evolución responde al deterioro del ingreso real de los sectores medios de la población, lo que no solo reduce el volumen de consumo, sino también el valor promedio de las ventas, impactando negativamente en la rentabilidad del mercado interno.

El incremento de la producción interanual y el avance hacia el pico estacional de octubre —cuando la oferta suele crecer hasta 30%— plantea un nuevo desafío para la cadena láctea.

Con existencias en niveles históricos y un consumo doméstico aún por debajo de los valores de 2023, el sector deberá sostener el crecimiento interno y revertir la caída de exportaciones, afectadas por un tipo de cambio que dificulta la competitividad externa, incluso en un escenario internacional de buenos precios.