Dentro del departamento de Pasco se encuentran formaciones geológicas cuyo origen ha dado lugar a varias teorías. Sin embargo, la idea más aceptada sostiene que la acción del clima, las variaciones extremas de temperatura, los glaciares y el deshielo moldearon lentamente las rocas, hasta crear las figuras que hoy contemplan peruanos y ciudadanos extranjeros.
Para conocer las formaciones geológicas, muchas personas parten desde Lima hacia la ciudad minera de La Oroya, siguiendo la Carretera Central. Al llegar al destino, toman un desvío a la izquierda que conduce a las localidades de Carhuamayo, Villa de Pasco y Canchacucho. El recorrido completo abarca 312 kilómetros y demanda aproximadamente seis horas en automóvil.
En Canchacucho, centro poblado del distrito de Huayllay, provincia de Pasco, los visitantes encuentran la entrada al Santuario Nacional de Huayllay. Para proteger este espacio natural, en 1974 se dispuso la creación del santuario.
Al recorrer el bosque de piedras de Huayllay, el visitante podría sorprenderse ante las caprichosas figuras talladas por la erosión del viento a lo largo de miles de años. No obstante, esta no es la única maravilla que asombra: el santuario lítico es el más alto del mundo y el más grande del Perú.
El bosque de piedras de Huayllay
Conocido también como Santuario Nacional de Huayllay, este lugar concentra más de 280 formaciones rocosas que recuerdan diversos motivos escultóricos. En algunas piedras aún se observan pinturas rupestres, realizadas por antiguos cazadores y recolectores que aprovecharon los variados microclimas de la vasta llanura.
De acuerdo con la información publicada en un boletín del INGEMMET, el santuario lítico se ubica “a una altitud que varía entre 4.100 a 4.546 m s. n. m.”. Debido a esta característica, el organismo público adscrito al Ministerio de Energía y Minas lo califica como “el bosque de rocas más alto del mundo”.
En cuanto a su extensión, el santuario abarca 6.815 hectáreas, donde peruanos y visitantes extranjeros pueden recorrer más de ocho circuitos a pie. Según una publicación del diario El Peruano, se trata del santuario pétreo más grande del Perú.
Ahora bien, entre las formaciones más llamativas del bosque de piedras de Huayllay sobresalen figuras que, a simple vista, parecen representar dinosaurios, cabezas humanas decapitadas, esfinges, pórticos y farallones que imitan catedrales, castillos, monjas y frailes. También sobresalen siluetas que recuerdan a un hipopótamo, un elefante, un caballo de ajedrez y una tortuga de contornos casi perfectos.
Muchas de las rocas parecen desafiar la gravedad, sostenidas en el vacío por un equilibrio natural forjado a lo largo de miles de años.
Además del espectáculo mineral, el paisaje abriga una variada fauna silvestre. Es posible observar tarucas, vizcachas, zorrinos, gatos monteses, así como aves como perdices, cóndores y gallinazos, que completan el carácter peculiar de este santuario natural.
Finalmente, es sabido que el territorio estuvo ocupado por antiguas naciones como los pumpus y los yarovilcas, quienes más tarde quedaron bajo dominio inca. En sus alrededores aún se preservan importantes restos arqueológicos, entre ellos Pumpu Tambo y Marca Chueco. Ya en 1620, los misioneros jesuitas mencionaban este lugar con el nombre de “el valle de las piedras encantadas”.