El conflicto en Medio Oriente, específicamente entre Israel e Irán, reavivó la volatilidad en el mercado y frenó la tendencia bajista del último año en los precios internacionales de las materias primas. Una posible escalada pondría en jaque a las cadenas de suministros y provocaría nuevas alzas en los valores del petróleo y de los granos. En ese sentido, los analistas estiman que el impacto sobre la economía local es mixto.
El hecho no tardó en reflejarse en los mercados. El precio del crudo pasó de USD 68 a USD 74 por barril y el Brent ascendió a USD 79, su nivel más alto en dos meses. El repunte cortó la tendencia bajista que predominaba en el año, influida por tensiones comerciales y el aumento de la oferta de la OPEP.
Si bien Irán explica solo una pequeña fracción de la producción global de petróleo, tiene la capacidad de bloquear el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% del comercio mundial de crudo, aproximadamente 12 millones de barriles diarios, cifra que asciende a 20 millones si se consideran productos refinados.
No serían menores las tensiones y resistencias que generaría una medida así, incluso entre los propios socios de Irán, como China. En caso de ocurrir y prolongarse varios meses, ING Barings estimó que el precio del barril podría elevarse hasta los USD 150. Por su parte, JP Morgan Chase calculó que un recrudecimiento del conflicto o una interrupción del flujo a través del estrecho podría llevarlo hasta USD 130.
Daniel Montamat, ex secretario de Energía en Argentina, afirmó: “Si el conflicto escala, el precio del petróleo va a tender al alza. No sabemos si Irán va a intervenir en el estrecho de Ormuz o no, pero en el caso que lo llegara a hacer, se producirá una fuerte disrupción en el sistema de suministro y los valores pueden alcanzar niveles muy altos. Ahora bien, si solo está en juego la producción de ese país por la contienda, unos 1,8 millones de barriles diarios, se estaría resintiendo solo el 1% del mercado mundial”.
Si solo está en juego la producción de Irán por la contienda, unos 1,8 millones de barriles diarios, se estaría resintiendo solo el 1% del mercado mundial (Montamat)
En ese escenario, el precio del barril se ubicaría entre los USD 70 y USD 80, ya que el resto de las circunstancias internacionales muestran señales de una ralentización de la economía mundial y por ende, una caída en la demanda petrolera. Esas expectativas se ven reflejadas en los futuros, que sitúan al barril en torno a los USD 60 para el próximo año.
Efectos en la economía doméstica
Lo que suceda en el mercado tiene el potencial de afectar, negativa como positivamente, distintas variables de la economía local. Una suba sostenida de la cotización podría interrumpir la desaceleración que venían mostrando los precios internos de los combustibles en los primeros meses del año. Por caso, YPF y sus competidores aplicaron una reducción del 4% en los surtidores en los primeros días de mayo.
En general, este tipo de decisiones se toman una vez al mes en base a cuatro indicadores: el precio del Brent, la carga impositiva, la variación de los biocombustibles y el nivel del dólar.
Por otro lado, los analistas advierten que las finanzas públicas también podrían verse impactadas. Un encarecimiento del petróleo incrementa los costos energéticos y el Gobierno debería aumentar los subsidios si busca evitar un traslado pleno a las tarifas y al índice de inflación.
En el frente externo, los efectos podrían ser mixtos. Argentina se destaca como exportadora de hidrocarburos no convencionales, especialmente con el desarrollo de Vaca Muerta, donde la producción de shale oil ya representa el 58% del total de crudo extraído. En el primer cuatrimestre del año, el país registró un superávit energético de USD 2.684 millones, y un salto en el precio del petróleo podría mejorar aún más esta balanza.
Un encarecimiento del petróleo eleva los costos energéticos y el Gobierno debería aumentar los subsidios si busca evitar un traslado pleno a las tarifas y al índice de inflación
Como contracara, la situación también incide en las compras energéticas al exterior. Si bien se viene avanzando en la autosuficiencia, se sigue dependiendo de la importación de productos refinados como el gasoil. Esto presiona la demanda de divisas y aumenta los costos internos.
Impacto en el agro
A su vez, “la suba del petróleo por el conflicto entre Israel e Irán genera un vuelo a la seguridad en las inversiones, lo que beneficia a las materias primas”, dijo a Infobae Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.
Además, el experto precisó que “Estados Unidos aprobó un objetivo de consumo de biodiésel mayor al esperado, lo que disparó el precio del aceite y traccionó al poroto de soja”.
Por su parte, Mariela Brandolin, consultora en mercado de granos e inversiones financieras, contó a Infobae: “Si bien el conflicto en Medio Oriente no tiene un efecto directo sobre el precio de los granos (como sí la guerra comercial China-EE.UU. o la guerra del Mar Negro), hay algunos aspectos que pueden influir de manera indirecta. La suba del petróleo, como factor predominante, genera contagio en los granos por el lado de los biocombustibles. Cuanto más caro está el petróleo, mayor puede ser la demanda de sus sustitutos, como el aceite de soja (utilizado en la producción de biodiésel) o el maíz (empleado para fabricar etanol)”.
La preocupación radica en el precio de los fertilizantes. Javier Preciado Patiño, especialista en el sector agropecuario, destacó que la urea subió 20%, en un contexto en que el 40% de las exportaciones mundiales del agroquímico están en riesgo. Irán cerró instalaciones y Egipto suspendió la producción debido a la interrupción del suministro de gas desde Israel.
Al respecto, Brandolin, aseguró que “el aumento en este insumo tan importante para el agro podría complicar los costos de producción de cara a la nueva campaña 25/26″.
La urea subió 20%, en un contexto en que el 40% de las exportaciones mundiales del agroquímico están en riesgo (Preciado Patiño)
En paralelo, los acercamientos diplomáticos entre EEUU. y China han atenuado la tensión comercial. “Este avance reduce la incertidumbre global y favorece el comercio agrícola. China está importando mucho más, especialmente desde Brasil, que venía demorado con sus embarques”, dijo Romano.
Posicionamientos geopolíticos
El desenlace del fuego cruzado entre Israel e Irán es incierto y los posicionamientos geopolíticos jugarán un rol clave. Las alianzas y los acuerdos estratégicos determinarán en gran medida el curso del conflicto.
María Constanza Costa, politóloga especialista en relaciones internacionales, sostuvo: “La posibilidad de que escale o no tiene que ver con el papel que esté decidido a adoptar EEUU. Hasta el momento, Trump está siendo bastante ambiguo. En un principio parecía que quería que Irán vuelva a apostar por el diálogo diplomático, pero en estos días mostró un mayor respaldo a Israel”.
La regionalización del enfrentamiento es una posibilidad cierta y por este motivo los países del Golfo y Turquía se posicionan en contra del ataque. De momento, “no se puede pensar que otros países se van a involucrar directamente, ni siquiera Rusia y China. Pero sí que hay países que pueden ver sus intereses afectados”, dijo Costa.
Said Chaya, miembro del Comité Medio Oriente del CARI y director de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Austral, consideró: “No parece que se vaya a extender a otros países, salvo Yemen, que podría llevar adelante alguna maniobra. Los aliados de Irán, en el Líbano y en Siria, están en una posición de debilidad interna, por lo que luce lejana la posibilidad de intervención-regionalización de una guerra que, siendo honestos, ya está regionalizada en el contexto del conflicto de Gaza. Veremos si en los próximos días aparece la distensión entre las partes. De ser así, confío en que el G7 tendrá un rol junto a EEUU”.