KIEV.- El acuerdo de minerales firmado el miércoles por Estados Unidos y Ucrania podría direccionar toneladas de dinero hacia un fondo de inversión conjunto de los dos países que eventualmente ayudaría a Ucrania reconstruirse cuando termine la guerra con Rusia.

Pero los recursos no explotados de Ucrania que están sujetos al acuerdo tardarán años en ser extraídos y en generar ganancias. Y hasta podrían no rendir los enormes beneficios económicos que el presidente Trump viene anunciando desde hace tiempo.

La implementación de ese acuerdo de nueve páginas que difundió el gobierno de Kiev este jueves todavía no está clara. Aunque el gobierno de Trump en su momento quería que Ucrania usara sus riquezas minerales para retribuirle a Estados Unidos por la asistencia militar que ya le entregó, la idea de considerar esa ayuda pasada como una deuda fue retirada del documento final.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, y la viceprimera ministra Yulia Svyrydenko firman el acuerdo de minerales

El acuerdo parece mantener abierta específicamente la posibilidad de que Ucrania pueda sumarse en algún momento a la Unión Europea (UE), un planteo al que ni Rusia ni Estados Unidos parecen haberse opuesto.

Pero el acuerdo nada dice de las garantías de seguridad que Ucrania reclama desde hace tiempo para impedir que Rusia aproveche cualquier momentáneo cese del fuego para reagrupar sus fuerzas.

Aun así, la tan esperada firma del acuerdo casi con certeza ha logrado algo que hace apenas dos meses parecía imposible: que Trump se atara al futuro de Ucrania.

“Este acuerdo es un mensaje claro para Rusia: que el gobierno de Trump está comprometido con un proceso de paz centrado en una Ucrania libre, soberana y próspera a largo plazo”, declaró el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, al anunciar el acuerdo.

Los analistas coinciden en que ahora que se ha comprometido públicamente, el acuerdo podría garantizar el interés de Trump por el destino de Ucrania.

Un edificio de departamento destruido tras un ataque el 1 de mayo en Odessa

“Es un hombre de negocios, que siempre está calculando”, apunta Volodymyr Fesenko, destacado analista político de Kiev. “Su mentalidad de empresario influye en su enfoque político, así que su motivación para el acuerdo puede ayudar a que Estados Unidos siga involucrado con el tema de Ucrania. El tiempo dirá cómo se pone todo esto en práctica”.

El Parlamento ucraniano aún debe ratificar el acuerdo, lo que probablemente ocurrirá en el transcurso de las próximas dos semanas, según informaron los legisladores este jueves. Al final, parece que Ucrania logró parte de lo que quería, pero no todo. Y la omisión más notable es la ausencia de garantías de seguridad.

La firma del acuerdo en el día 100 del segundo mandato de Trump es apenas el giro más reciente de su fluctuante enfoque de esa guerra iniciada por Rusia en febrero de 2022 con una invasión a gran escala a Ucrania.

En el camino, Trump culpó falsamente a Kiev de instigar la guerra y parecía sentir más afinidad con el presidente ruso Vladimir Putin que con cualquier ucraniano. También ha criticado repetidamente que Estados Unidos se haya convertido en el mayor aliado de Kiev durante la presidencia de Joe Biden, y no ha ocultado su irritación con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky y sus reclamos de mayor asistencia militar norteamericana.

Mapa de minerales estratégicos en Ucrania

El 28 de febrero marca el punto más bajo de la relación entre Ucrania y Estados Unidos: fue cuando inicialmente se esperaba que en su encuentro en el Salón Oval, Trump y Zelensky firmaran un acuerdo de participación en las ganancias de los minerales ucranianos.

La reunión fue un desastre. Trump y el vicepresidente J.D. Vance fustigaron públicamente a Zelensky y hasta le pidieron intempestivamente que abandonara la Casa Blanca. El acuerdo, obviamente, no se firmó. En consecuencia, el gobierno de Trump suspendió temporalmente la ayuda militar y el intercambio de inteligencia con Ucrania.

Pero Trump también ha insistido repetidamente desde su campaña electoral que tenía la intención de poner fin a la guerra, incluso con la promesa de que lo haría en 24 horas después de asumir el cargo. Desde entonces, Trump ha aclarado que no estaba siendo literal.

Mientras la Casa Blanca presionaba tanto a Rusia como a Ucrania para que aceptaran un acuerdo de paz —o al menos un alto el fuego de 30 días— Ucrania siguió intentando mostrarse razonable. Tras la debacle del Salón Oval, Zelensky se ocupó de suavizar las relaciones con el gobierno de Trump y aceptó de inmediato la idea de una tregua incondicional de 30 días. No así Putin.

Las rocas cretácicas de Bilokuzmynivka, en las provincias de Donetsk y Luhansk, albergan algunos de los minerales más valiosos de Ucrania

Para Ucrania, de todos modos, el acuerdo sobre sus recursos minerales era una oportunidad para mostrar que tiene cierto poder de influencia.

Los funcionarios ucranianos deseaban desesperadamente que el acuerdo incluyera algún tipo de garantía de seguridad por parte de Estados Unidos. Temían que de lo contrario Rusia violara cualquier alto el fuego que pudiera establecerse, algo que Moscú ya ha hecho anteriormente.

Sin embargo, Trump ha asegurado que para Ucrania, contar con un fondo de inversión conjunto con Estados Unidos representa una garantía de seguridad en sí misma: si las empresas y el gobierno norteamericano invirtieran en el futuro de Ucrania, con eso alcanzaría para disuadir a Rusia.

En muchos sentidos, y a pesar de todas las idas y vueltas, el acuerdo que se firmó el miércoles sin mucha fanfarria se parece bastante al que fracasó en febrero. En Ucrania, la noticia de la firma del acuerdo generó reacciones diversas.

Vira Zhdan, residente de 36 años de Zaporiyia, una ciudad del sur de Ucrania que sufre constantes bombardeos rusos, dice que el acuerdo podría desviar injustamente el dinero de los recursos ucranianos hacia inversores norteamericanos.

“Vamos cayendo en estas trampas que arrastran a nuestro país a un pozo cada vez más profundo”, apunta Zhdan. “Nosotros estamos vivos aquí y ahora, pero serán nuestros descendientes los que tengan que pagar las consecuencias. Y esto seguramente les dejará una marca significativa”.

Pero Svitlana Mahmudova-Bardadyn, de 46 años y residente de la región de Sumy, cerca de la frontera con Rusia, espera que el acuerdo implique que Ucrania reciba más apoyo de Estados Unidos, por ejemplo, armamento. Y también expresa su deseo de que “esta guerra a gran escala finalmente termine, y que la situación mejore para todos nosotros”.

(Traducción de Jaime Arrambide)