Una persona que se jubiló siete años atrás y obtuvo en ese momento un haber más alto que el mínimo, debería tener ahora un ingreso mensual equivalente a aproximadamente el doble del que en realidad percibe, para contar con el mismo poder de compra que tenía con su ingreso previsional inicial. Dicho de otra manera, entre septiembre de 2017 y ese mismo mes de este año las jubilaciones que no tuvieron ni tienen bonos perdieron alrededor de la mitad de su poder compra. En el caso del haber máximo, esa caída es de 50,9% y llegó a ser de varios puntos porcentuales más unos meses atrás.

El ingreso tope del sistema general de la Anses, de hecho, era en septiembre de 2017 de $53.090,20, en tanto que en el noveno mes de este año fue de $1.578.233,72. Tuvo, de esa forma, un incremento nominal de 2872,7%, en un período en el que la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) trepó a 5949,9%. Si ese haber máximo hubiera tenido una suba de igual magnitud que la del promedio de los precios, hoy sería de $3.211.904.

Algo muy similar ocurre, por ejemplo, con quien se jubiló siete años atrás con un haber inicial de $20.000 (casi el triple del mínimo de entonces). En este caso, el ingreso en septiembre de 2024 fue de $608.358, mientras que debería haber sido de $1.209.980 para tener igual poder adquisitivo que el del momento en que se retiró, desde el cual el haber perdió un 49,7% en términos reales.

Si quien cobra esa cifra de $608.358 es una persona que se jubiló en septiembre de 2020, entonces el poder de compra de su haber de inicio se redujo en los cuatro años un 37%. Y haría falta un aumento de 59% para tener un ingreso equivalente, en cuanto a la capacidad de compra, al de aquel momento. La inflación acumulada en los 48 meses comprendidos en el período fue de 1955,9%

El ingreso más bajo del esquema contributivo, por su parte, debería haber sido el mes pasado de $438.415 para tener igual capacidad de compra que el del haber mínimo cobrado en septiembre de 2017. En la práctica, los jubilados con solo una prestación básica percibieron, en septiembre último, $304.540,23, considerando el haber propiamente dicho y el bono de $70.000. Así, se necesitaría un aumento de casi 44% para igualar el poder adquisitivo de aquel entonces. Hoy, tras un alza nominal de 4102,5%, el valor real es un 30,5% inferior que el de siete años atrás en el caso de quienes cobran ese haber mínimo.

Es decir, sin en el punto de partida de la comparación (en este caso, septiembre de 2017) se cobraban $100 y se compraban bienes y servicios por $100, entonces había -a los fines de graficar- una capacidad de compra total. Si en el punto de llegada de la comparación (en este caso, septiembre de 2024), el ingreso es de $4202,5 (por la suba nominal de 4102,5%) y la canasta de consumo cuesta $6049,9 (porque el IPC avanzó 5949,9%), entonces con el dinero disponible se podrá cubrir el 69,5% de ese costo.

La inflación de los últimos años afectó fuertemente el valor de las jubilaciones, porque los reajustes por movilidad fueron por detrás de los precios

Si la comparación se hace respecto de un año atrás (septiembre de 2024/septiembre de 2023), la caída del valor real de los ingresos es de 20,8% para quienes cobran solo un haber mínimo (tienen bono) y de 13,2% para quienes perciben, ya sea por una o por más prestaciones previsionales, un monto superior a ese ingreso básico, cualquiera sea el importe.

Con respecto a septiembre de 2020 (un período de cuatro años), el deterioro es, en el caso del ingreso mínimo más el bono, de 18,3%, y para quienes no reciben bonos (alguien con un ingreso actual de $350.000, o de $500.000, o del haber máximo), de 37%.

La variación en nueve meses de 2024

En relación con diciembre de 2023, las jubilaciones sin bono tuvieron en septiembre un poder de compra un 10% más alto, como resultado de que hubo incrementos nominales de ingresos de 121,9% y una inflación general acumulada, según el índice del Indec, de 101,6%. Para quienes cobran el haber mínimo, en tanto, si se considera el ingreso total (contando el bono), el aumento fue de 89,5% y, en consecuencia, el resultado es una caída del poder adquisitivo de 6%.

La comparación es desde un piso bajo. En diciembre de 2023 los ingresos previsionales tenían un poder de compra entre un 32,4% y un 44,6% más bajo que el de diciembre de 2019 (el porcentaje más bajo corresponde al ingreso integrado por el mínimo más el bono, y el porcentaje más alto, al haber mínimo, mientras que los montos medios perdieron en el cuatrienio alrededor de 42%). Entre septiembre de 2017 y diciembre de 2023, el haber máximo había perdido 55,4% de su poder de compra.

Desde abril último, por el decreto de necesidad y urgencia 274, los haberes tienen reajustes mensuales siguiendo el nivel de la inflación. En aquel cuarto mes, además, hubo un “incremento extraordinario” y antes, en marzo, se había aplicado el último reajuste según la fórmula de movilidad trimestral aprobada en la gestión anterior.

Así, en 2024 hubo dos meses, enero y febrero, sin suba de haberes (la fórmula anterior disponía reajustes por movilidad trimestrales y la decisión del Gobierno fue no otorgar subas extraordinarias, pese a la muy alta inflación). Luego hubo reajustes de los siguientes porcentajes: marzo, 27,18%; abril, 27,4%; mayo, 11,01%; junio, 8,83%; julio, 4,18%; agosto, 4,58%, y septiembre, 4,03%. Esas alzas acumulan un 121,9%.

Aunque desde abril las jubilaciones se actualizan mensualmente por inflación, el bono que cobran quienes tienen ingresos más bajos se mantiene congelado desde marzo

En octubre se aplicó un reajuste de 4,17%, en línea con la inflación de agosto y, como los precios avanzaron en septiembre un 3,47%, ese será el aumento de las jubilaciones en noviembre (octubre y noviembre no se contaron en la comparación, porque no hay aún datos de precios).

El mes próximo el haber mínimo será de $252.798,48 y, si se decreta el pago del bono de $70.000, el ingreso total en esos casos habrá tenido un alza nominal de 100,85% respecto de diciembre de 2023. El haber máximo llegará a $1.701.094,47 (importes en bruto). Los haberes sin bono acumularán al decimoprimer mes del año un aumento de 139,1%.

Las comparaciones y el efecto del bono congelado

Para las comparaciones, elaboradas por LA NACION, se tuvieron en cuenta los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) informado por el Indec. Se trata de un indicador promedio de precios, con el cual las personas pueden sentirse menos identificadas o más identificadas, según cómo se gaste en sus hogares. Por el lado de los ingresos, se tuvieron en cuenta las subas nominales efectivas aplicadas a las jubilaciones y pensiones y, hasta marzo último, también al bono que se les paga desde septiembre de 2022 a quienes tienen las prestaciones más bajas.

Ese adicional está congelado desde el tercer mes de este año, con un tope de $70.000. Ese congelamiento explica por qué, cuando se observa qué pasó en el último año o en lo que va de 2024 con el valor real de las prestaciones, se invierte lo que venía ocurriendo antes: durante años, perdieron más poder adquisitivo las prestaciones mayores a la mínima, que ahora son las que registran una leve recuperación.

Las diferencias en la variación de la capacidad de compra se deben a las políticas discrecionales aplicadas por el gobierno anterior, como el reajuste desigual de 2020. Durante todo ese año no rigió ninguna fórmula de ley para las actualizaciones, que terminaron siendo para todos menores a la inflación. Otra política diferencial sobre los ingresos es el pago del bono.

En diciembre de 2019 el Congreso aprobó, a propuesta del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, la suspensión de la fórmula de movilidad que había regido hasta entonces; eso permitió ajustar a la baja el gasto previsional y otorgar reajustes diferenciales, pese a que todos los haberes perdieron frente a la inflación

Dos años atrás se decidió otorgar un refuerzo a los jubilados y pensionados con ingresos de hasta el doble del haber mínimo. El bono tuvo continuidad y un año después, en septiembre de 2023, se decidió restringir el pago y se puso como límite el monto equivalente a un haber mínimo. Esas discriminaciones se decidieron pese a que la totalidad de las prestaciones estaba deteriorada por la inflación.

Dentro del sistema contributivo de la Anses, la mitad de los prestatarios cobra bono. Son aproximadamente 3 millones de personas (no lo perciben quienes son titulares de un haber mínimo y, a la vez, cobran otra prestación previsional) y, de ellas, más de 90% accedió a su beneficio mediante la adhesión a una moratoria, ante la falta del número de aportes requeridos por ley. Muchos de ellos tienen, por esta razón y dependiendo de cuándo obtuvieron la prestación, un descuento mensual para saldar la deuda que declararon tener con el Estado, por lo cual su ingreso en mano fue inferior en septiembre que los $297.504 recibido por quienes cobraron el haber mínimo más el bono y no tienen cuota de moratoria.