A comienzos de la semana, la aerolínea low cost Flybondi volvió a ser noticia debido a una serie de vuelos cancelados, que se sumaron al elevado número de noviembre, cuando la compañía llegó a 384 suspensiones. La preocupación llegó hasta el Gobierno, que se reunió ayer con las autoridades de la empresa para encontrar soluciones y reducir el número de inconvenientes. Podría tomar decisiones sobre el tema en cualquier momento.

La información oficial que obtuvo LA NACION le da un marco al problema. El mes pasado, Flybondi operó 1991 vuelos, de los cuales 384 fueron cancelados, lo que representa el 20% del total de sus operaciones. Es decir, uno de cada cinco naves tuvo dificultades para cumplir con lo previsto.

Por otro lado, se estima que alrededor de 700 vuelos debieron ser reprogramados (cambiados dentro de las 48 horas). En otros términos, si se suman las cifras anteriores, casi uno de cada dos aviones modificó su plan original.

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Hasta ahora, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) no ha labrado nuevas actas contra la compañía, ya que estas se confeccionan luego de los primeros cinco días del mes siguiente. Es decir, esta semana se podría conocer si hay nuevas actuaciones, más allá de las tres actas que se hicieron en octubre, cuando ANAC registró 23 cancelaciones de Flybondi.

Según fuentes calificadas del mundo aeronáutico, el problema de la low cost es la falta de respaldo o plan de contingencia ante una situación tan esperable como que un avión entre en mantenimiento. Además, aún no tiene el visto bueno para operar los aviones de matrícula lituana, ya que presentó los papeles el 25 de noviembre y el trámite tarda tres semanas.

Consultados sobre las demoras y cancelaciones recientes, fuentes de Flybondi afirmaron que se deben a cuestiones operativas vinculadas a la disponibilidad de flota. Y agregaron que persiste el problema del acceso a las divisas, que el año pasado estuvo a punto de dejar en tierra dos aviones.

Según lo expresado por su CEO, Mauricio Sana, en una entrevista con LA NACION en septiembre pasado, los alquileres de aviones se pagan recién 30 días después del último día de servicio, mientras que los repuestos se abonan en cuatro cuotas mensuales después de la fecha de despacho. “¿Qué significa esto? Que hoy tengo la cadena de suministros del avión rota, porque algo que antes podía resolver en seis horas, ahora me toma 96. Es un efecto dominó que termina en que el pasajero lo nota. Antes no se notaba. Lo podíamos resolver”, explicó.

El 20 de octubre pasado, un avión de Flybondi sufrió una falla mecánica en el aeropuerto de Puerto Madryn, Chubut, y recién un día y medio después se pudo resolver el problema. Mientras tanto, la aeroestación quedó paralizada, ya que solo cuenta con una posición, lo que hace que cualquier inconveniente en plataforma deje a la terminal fuera de operaciones.

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Flybondi es la primera low cost de la Argentina, fundada en 2016, durante el gobierno de Mauricio Macri. El principal inversor de la compañía es Cartesian Capital Group LLC, seguido por Yamasa Co. Limited y Givin Capital, así como inversores privados locales y de Europa.

Bajo la premisa “la libertad de volar”, la empresa comenzó a operar el 26 de enero de 2018. Fue seguida por la low cost Norwegian en octubre de ese mismo año, y por JetSmart en diciembre de 2018, lo que dio origen a lo que desde el macrismo llamaron “la revolución de los aviones”, con el ingreso de nuevas compañías y la apertura comercial del aeropuerto de El Palomar.

Sin embargo, solo un año después, en diciembre de 2019, Norwegian fue absorbida por JetSmart y, en 2020, el gobierno de Alberto Fernández cerró El Palomar para operaciones aerocomerciales bajo la excusa de las medidas de aislamiento por la pandemia de Covid-19.

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A pesar de esto, Flybondi sobrevivió a la crisis que afectó a todo el sector y retomó un proceso de crecimiento agresivo en diciembre de 2021. Pero en 2023 se enfrentó a un nuevo problema local: la falta de dólares para pagar los leasings (alquileres) de los aviones.

Siniestros

Desde que arrancó sus operaciones, Flybondi solo registra un accidente por un contacto anormal con la pista de aterrizaje ocurrido el 6 de enero de este año en el aeropuerto Internacional Astor Piazzolla de Mar del Plata.

De acuerdo con fuentes de la compañía, el incidente fue un “golpe en la parte inferior del avión durante el aterrizaje”, al que denominaron “hard landing”, es decir, un aterrizaje brusco con mayor energía y fuerza que uno normal.

”No hubo consecuencias para pasajeros y tripulación; desembarcaron normalmente”, afirmaron desde Flybondi.