La factura del agua en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) aumentó todos los meses desde junio. Diciembre no será la excepción. Tal como confirmaron representantes de Aysa, el último incremento del año será del 3% e impactará de distinto modo según el nivel de ingreso de los hogares.
Si bien la boleta promedio rondará los $22.071 para el servicio de agua y cloaca, la mayoría de los hogares con niveles de ingresos altos afrontarán un pago cercano a los $26.017, los de ingresos medio, $23.627, y los de ingresos bajos, $18.985.
El escenario cambia para los casos en los que no se cuenta con cloacas. Por únicamente el acceso al agua, un hogar de ingresos bajos debería abonar, en promedio, $7.238; uno de ingresos medios, $13.611; pero los de ingresos altos tendrían la factura más cara: $41.562.
De este modo, la factura del agua en el AMBA cerrará el año con un aumento del 317%, según explicaron sus representantes. Es decir, su precio se cuadruplicó. El mayor aumento se registró en abril, cuando la tarifa subió 209%. De ahí en adelante, los incrementos fueron mensuales y en dosis más bajas.
La corrección en las tarifas, la reducción de la planta de empleados y el desprendimiento de obras públicas hídricas fueron factores que impulsó la gestión libertaria al frente de Aysa, cuyo presidente es Alejo Maxit, con el objetivo de privatizar la empresa cuyo 90% de acciones está en manos del Estado.
Los números que la empresa le hace llegar al Gobierno indican que podría terminar el año con un superávit operativo de entre $66.000 millones y $96.000 millones, que contrastan con el déficit de $278.000 millones del año pasado, según cifras oficiales. Estas cifras son las que el oficialismo exhibe para seducir al mercado, mostrarla como un negocio rentable y apuntalarla rumbo a su privatización.
La contracara del dinero que se paga a fin de mes por el consumo de agua es el crecimiento de los ingresos de Aysa. Un gráfico en manos de funcionarios del Gobierno refleja que los fondos que absorbió se incrementaron un 78% hasta el tercer trimestre. Junio fue el mes de quiebre.
Entre enero y mayo, por el servicio de agua, Aysa perdió $59.700 millones. En junio la empresa comenzó tener números verdes, tendencia que se repitió en los meses subsiguientes. A partir de ahí acumuló un superávit operativo de $60.700 millones. Es decir, compensó la pérdida de la primera mitad del año y se quedó con $1000 millones a favor. A esa cifra, las autoridades de la compañía le suman unos $30.000 millones de “cuentas incobrables” para llegar al número de superávit de $31.000 millones. ¿Quiénes son esos “incobrables”? Deudores que no pagaron.
Las previsiones de Aysa para el último trimestre del año son positivas. Proyectan ingresos por $65.000 millones. De este modo, si se sumaran a los $1000 millones, totalizaría un ejercicio superavitario por $66.000 millones en 2024. Y si a esta cifra se le agregaran las deudas de “cuentas incobrables”, su superávit ascendería a $96.000 millones.
El directorio de la empresa ya aprobó el plan de incorporación de capital privado. De hecho, estiman concretar la venta durante el primer semestre del año que viene. En los planes de la compañía existen dos posibilidades para pasar a manos privadas. Una de ellas es volcar las acciones a la Bolsa. Esta es la opción que más seduce al Gobierno. Y la segunda es presentar una licitación y quien realice la mejor oferta se convertiría en su nuevo accionista mayoritario.