GLOBAL SANCTUARY FOR ELEPHANTS, Mato Grosso.− Luego de casi cinco días de viaje, y de recorrer más de 3000 kilómetros, Pupy, la última elefanta que quedaba en el Ecoparque porteño, llegó finalmente este viernes al Global Sanctuary for Elephants, situado en el Mato Grosso, Brasil. Después de nueve horas, entre disfrutar de comida fresca y aclimatarse al nuevo espacio, Pupy abandonó cerca de las 20 la caja y comenzó a explorar su nuevo espacio de libertad.

“Mi niña durmió bien, está muy tranquila, serena, relajadísima“, dijo Scott Blaise, el director del santuario, con lágrimas. Como cada noche durmió al lado de la caja de hierro, donde fue trasladada Pupy, desde el Ecoparque.

Hoy, antes de la llegada a la reserva, el agotamiento era enorme. A medida que se acercaba el momento en el que se esperaba que Pupy saliera de su caja, se apoderaba del equipo de cuidadores y veterinarios una mezcla de euforia y de nostalgia. “Que raro va a ser no escucharla, no verla [más]”, decían.

Pupy, en la caja de hierro

La expectativa cuando se abrieran las puertas de la caja era muy grande y la organización para que todo saliera bien, también.

Anoche, la estructura fue una vez más trasladada mediante una grúa a un camión de menor tamaño para poder recorrer los casi 40 kilómetros que separaban el ultimo pueblo, Rio da Cascas, del santuario. Era el ultimo tramo hacia su nueva vida.

“Lo que más me está sorprendiendo en comparación con los otros traslados de Mara, de Pocha y Guillermina es la fluidez del día a día. La gente no puede siquiera imaginar lo que implica esto y ver la cantidad de cuidadores y veterinarios que están encima de ella. Eso hace que todos lleguen descansados. Llegamos al último día y queremos que termine. Estamos cansados, pero enteros. Las dinámicas entre las distintas partes son complejas porque hay distintas prioridades, pero fluyó todo muy bien Tengo muchísima ansiedad de ver cómo va a reaccionar ella en un espacio tan grande, tan natural. No deja de ser tan diferente a lo que tuvo que desarrollar en treinta años de encierro. Me voy a quedar con ganas de verla interactuar con otra [elefanta] africana, pero Kenya [que está en el ex-zoo de Mendoza] ya va a llegar en poco tiempo. Si bien estaba planificado que Kenya fuera la primera en ser trasladada, ahora pienso que esto fue lo mejor. Ella nunca fue líder y siempre vivió con Kuky, que era muy dominante. Que venga sola y conozca este espacio antes que ella, y pueda hacerse fuerte para cuando llegue kenya, creo que va a ser buenísimo”, explicó Tomas Sciolla, de la Fundación Franz Weber.

“Pupy cuando llegue [al santuario] va a buscar los pavos reales”, se escuchó decir para hacer referencia a las aves que se posan en las tipas que rodean el recinto de las elefantas en el Ecoparque.

“Espero poder estar tranquila y con la suficiente templanza para acompañarla en este último pasito, y me muero de ganas de conocer a esta nueva Pupy”, señaló Bárbara, una de sus cuidadoras. “Durante todo el periodo de preparación no nos dejo de sorprender nunca con su flexibilidad y su inteligencia emocional”, completó.

Sus cuidadores hacían apuestas para ver cuánto iba a tardar Pupy en salir de su caja cuando le abrieran la puerta: “Un minuto”, dijo uno. “Cuatro”, indicó otro.

“Si fuera posible saldría para atrás”, estimó Bárbara. Y agregó: “Pero en realidad nos está sorprendiendo con todo, es una nueva Pupy”.

Alegría

Las conversaciones giraban en torno a ella, a la papaya que le eligieron los choferes Félix y Carlos. Trish London, la veterinaria del santuario, una eminencia en elefantes en el mundo, relató los juegos entre Lady, una de las elefantas rescatadas de Recife, en Brasil, con el tapir, la cabra, los pájaros. El clima era de alegría y ansiedad.

“Hoy va a descansar apenas salga probablemente, pero si muestra curiosidad le vamos a abrir la puerta hacia el espacio grande, su espacio”, señalaron. La apertura de la puerta de la caja se produjo ni bien se la bajó del camión. Frente a su puerta, hay manjares para ella, montanas de tierra, agua, sandía, papaya y ramas frescas. Nadie la apurará. Ella saldrá cuando lo decida. Pocha, la elefanta de Mendoza, tardó once horas en salir de la caja que la trasladó.

En Rio da Cascas, el ultimo pueblo antes del santuario el camión se detuvo. “Son mi familia, ellos viven el día a día”, contó Scott. Y añadió: “Algunos de los que trabajan con nosotros viven aquí, cómo no me voy a detener y presentar a cada elefante”.

Los pobladores sacaban las sillas y se disponían a ver pasar la décima elefanta en llegar al santuario, pero la primera africana. Es que las elefantas africanas y las asiáticas son muy diferentes y no conviven entre ellas. “Recién están empezando con las africanas”, dijo Dolores Medina, a cargo de la organización del equipo del Ecoparque. “Es nuestra responsabilidad hacer esto”, agregó Flor, una de sus cuidadoras. “Nosotras los trajimos por ignorancia, para nuestra diversión. Hoy que sabemos el sufrimiento que eso implica, nos toca reparar. Cuando la gente pregunta por qué aquí, por qué un santuario en América del Sur, la respuesta es esa… para devolverles algo de su vida”, completó.

“Esto es un hito histórico para el Ecoparque. Es la última elefanta y nunca más va a haber un elefante allí”, señaló Ramiro Reyno, su director, que acompañó a todo el equipo hasta el santuario.

Finalmente, llegó el momento de bajar la caja de Pupy. Todo sucedió como estaba previsto. La emoción era enorme, mientras la grúa bajaba la estructura y la apoyaba suavemente en la tierra colorada, en el espacio preparado y acondicionado para que ella se sintiera contenida y saliera sin miedo.