Si salgo de esta casa, será esposada”. Así comienza el prólogo de la novela La Asistenta (Penguin Random House, 2025). Alguien murió. Alguien lo encontró. Y no sabemos más. De ahí, salta a “3 meses atrás” y en cada capítulo el personaje, que habla en primera persona, puede ser uno u otro dependiendo de la historia.
La autora, Freida McFadden, una médica en ejercicio (que no se llama así para preservar su identidad) es experta en giros inesperados y en manejar con maestría la tensión, el suspenso y las sorpresas, que son abundantes y dan dolor de panza. El entorno en el que se desarrolla la novela, una mansión en Los Hamptons – zona chetísima en Long Island, USA- juega un papel protagónico al igual que los tres personajes principales, uno más loco que el otro.
La cosa es así: Millie Calloway, una chica que estuvo presa 10 años y no sabemos bien porqué (hasta que sabemos), no tiene un peso, vive en su auto comiendo comida chatarra y busca trabajo desesperadamente.
“Algo me reconforta – dice Millie- los Winchester no saben quién soy en realidad. No saben de lo que soy capaz”. Y no. La verdad que no saben y es por eso que Nina Winchester, la dueña de casa, la entrevista para el empleo de mucama y niñera y al final la contrata. Y empieza el baile. Pero no el que estás pensando sino otro. Uno más retorcido. “Aún no consigo identificar la causa de mi desazón – confiesa la asistenta cuando le muestran la habitación donde ella dormirá mientras trabaje con la familia Winchester-. Algo en este dormitorio me provoca un nudo de angustia en la boca del estómago” (…) Había algo aterrador en aquella habitación”. Pero parece ser que más aterradora que la habitación fue la aparición de una nenita de 9 años que la miraba con “una mirada que penetra hasta el fondo de mi alma. Me hace pensar en esas películas sobre sectas formadas por niños que leen la mente y adoran al diablo.” Era Cecelia, la hija de Nina. “Temer que esta niña de 9 años vaya a asesinarme es un síntoma de algo malo?, se pregunta la flamante asistenta de la casa. Y, no sé qué decirte. Mejor, sigamos.
El jardinero está re fuerte
Hay un personaje inquietante en toda esta historia y es el paisajista o jardinero. Se llama Enzo y es italiano. El tipo es un churro de novela. Pero claro, es un simple señor. O al menos eso nos hace creer la autora de este best seller estadounidense que ya lleva nueve ediciones en Argentina.
“El paisajista, que he visto desde la ventana del desván, vuelve a estar en el jardín delantero. De facciones duras pero atractivas, es un tipo corpulento, con una camiseta que le resalta la impresionante musculatura y a duras penas oculta los tatuajes que le adornan la parte superior de los brazos. (…) No me quita los ojos de encima. Algo en su expresión me provoca un escalofrío. De pronto, sacude la cabeza de forma casi imperceptible, casi como si intentara advertirme de algo. Pero no dice una palabra”.
De manera que, a Nina, la dueña de casa y a Cecelia, la hija rarita, se le suma ahora este hombre, que da miedo y que más tarde ya no. Pero tendrá que pasar mucha agua bajo el puente para que eso suceda. Agua, y otras cosas más. Como sea, lo atractivo de este thriller no está solo en los personajes sino en ese juego que McFadden juega muy bien y que es la dualidad de las apariencias. Pensemos en que, al principio la “mala” era la ex convicta que buscaba un trabajo para dejar de vivir en su auto y ahora resulta que se metió en una casa de perturbados. Siempre se puede estar peor. Sigo.
Y para sumar una capa adicional de misterio y desconcierto llega Andrew, el esposo de Nina. Y por supuesto y como corresponde a este enorme rompecabezas de incertidumbre que construyó McFadden, el tipo es “asombrosamente guapo, con ojos castaños penetrantes, abundante cabellera color caoba y un hoyuelo muy sexy en la barbilla”. Un dulce de leche. Un señor muy atento y afectuoso. Pero dale tiempo.
Así las cosas, la dinámica entre los tres protagonistas: el matrimonio Winchester y la empleada de la casa, es la que marca el ritmo tenso y cero relajado de este policial. Hay mucho de sutil e inesperado en la construcción de la trama y es sin duda eso lo que te mantiene enredado a cada página sin moverte del sillón. No la ves venir. Y cuando llega, es pura descarga de adrenalina.
La asistenta, de Freida McFadden, es la primera de sus novelas traducida al español y el primer volumen de una trilogía que se completa con dos títulos mas: El secreto de la asistenta y La asistenta te vigila. Confieso que solo leí el primero y creo que con ese ya tuve suficientes emociones fuertes.
Lo cierto es que la primera edición fue en Gran Bretaña en 2022 y esta es la novena que se imprime en Argentina, editada por el sello Penguin Random House (2025). Son 339 páginas, divididas en un prólogo, tres partes y un epílogo. El ritmo lo imprimen sin duda los tres locos de remate: Millie, Nina y Andy. Y no se bajan de ahí hasta el último momento. Siempre bien arriba. La oscuridad, el suspenso y el miedo van gradualmente en aumento y cuando queres bajarte, ya es tarde: estás hasta las manos.
“Cierro los ojos y pienso en la advertencia que me hizo Enzo esta mañana. Tienes que irte de aquí. Corres un grave peligro. Le da miedo Nina. Se lo noté en la mirada cuando estaba hablando con él, y ella pasó más o menos cerca. Corres un grave peligro. Contengo una oleada de náuseas. Ella ya no está. Pero aún podría hacerme daño. (…) No consigo desterrar de mi mente la inquietante sensación de que debería largarme de aquí mientras pueda”. Y tenía razón.
¿Quién es Freida McFadden?
Es médica en ejercicio y está especializada en lesiones cerebrales. Escribió docenas de novelas que fueron número uno en las listas de ventas de The New York Times, USA Today, Publishers Weekly, Sunday Times y Der Spiegel. Sus libros han sido calificados como “imprescindibles para los fans del thriller psicológico” por Library Journal. Ha ganado el Premio de los Escritores Internacionales de Thriller al Mejor Original en Rústica y el Premio Goodreads al Mejor Thriller. Con más de nueve millones de ejemplares vendidos, sus libros han sido traducidos a más de cuarenta idiomas y se han adquirido los derechos para su adaptación al cine y la televisión.