
En nuestro país, noviembre es sinónimo de orgullo. Mientras en gran parte del mundo las marchas se realizan en junio, en la Argentina el primer fin de semana de noviembre se celebra la Marcha del Orgullo. Un acto público y festivo, cuyo objetivo —ayer y hoy— sigue siendo el mismo: visibilizar reclamos, defender derechos y celebrar la diversidad de orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género.
La primera marcha tuvo lugar el 2 de julio de 1992. Apenas unas 300 personas se animaron a recorrer el trayecto entre Plaza de Mayo y el Congreso, muchas con la cara cubierta con antifaces blancos por miedo a las represalias. La visibilidad pública era peligrosa porque ponía en riesgo el trabajo o tenía como consecuencia una salida obligada del closet, problemas en el edificio o con la familia. La consigna, “Libertad, Igualdad, Diversidad”, sintetizaba el deseo de un colectivo que reclamaba visibilidad en un contexto de discriminación y persecución.
Detrás de aquella convocatoria estuvieron referentes históricos como Carlos Jáuregui, César Cigliutti y la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), junto a organizaciones pioneras como Transexuales por el Derecho a la Vida y la Identidad (Transdevi), Sigla, ISIS, Cuadernos de Existencia Lesbiana y la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM).
Los “edictos policiales” aún penalizaban la homosexualidad y las detenciones arbitrarias eran moneda corriente. Por eso, esa primera marcha fue tanto un gesto de valentía como un acto fundacional.

Entre 1993 y 1995, el movimiento comenzó a consolidarse. Se sumaron organizaciones, creció la participación y se multiplicaron las consignas. En 1994, el lema fue “Visibles para ser Libres e Iguales”; un año después, se realiza un homenaje a personas con VIH/SIDA, con fuegos artificiales como símbolo de diversidad.
Hacia mediados de los noventa, la Marcha del Orgullo empezó a transformarse también en un espacio de celebración. En 1996, bajo el lema “La discriminación nos condena. La policía nos mata. Seguimos de pie”, aparecieron carrozas, performances y expresiones artísticas. La presencia lésbica, trans, travesti y bisexual ganó fuerza.
En 1997, la fecha se trasladó al primer sábado de noviembre en conmemoración del Grupo Nuestro Mundo, la primera organización homosexual de Argentina y de América Latina, fundada en noviembre de 1967. El cambio de mes también buscó un clima más agradable, especialmente para las personas que vivían con VIH.
El 8 de noviembre de 1998, bajo el título de Desfile de gays y travestis, Clarín informaba que unas 500 personas habían participado de la Séptima Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Travesti, Transexual y Bisexual que había partido desde Plaza del Mayo hasta el Congreso. La consigna era: “La única convivencia es el triunfo de la diversidad”. Ese año el acto fue dedicado a Carlos Jáuregui. Se rindió homenaje por su muerte y su figura se consolidó como símbolo del movimiento.
Se empieza a usar el término “Marcha del Orgullo LGBTTIQ+. La consigna de 1999, con el cierre de década fue el siguiente: “En la sombra de la hipocresía, a brillar mi amor”.
Ya en los 2000, el movimiento amplió sus reclamos. En 2002, exigió el reconocimiento de las uniones civiles bajo el lema “Amar y vivir libremente en un país liberado”.
Cuatro años más tarde, la sanción de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) marcó otro hito, acompañada por consignas que celebraban la diversidad: “Somos todos y todas maravillosamente diferentes” (2006) y “Nuestro festejo es reclamo: Igualdad. Libertad. Diversidad” (2007). En 2008, con el apoyo del INADI y una convocatoria de unas 50 mil personas, la marcha celebró la derogación del “delito de homosexualidad” en las Fuerzas Armadas y reclamó la sanción de leyes inclusivas.

El 2010 abrió una nueva etapa con la sanción del Matrimonio Igualitario, que convirtió a la Argentina en el primer país de América Latina en reconocer ese derecho. Al año siguiente, la consigna fue clara: “¡Ley de Identidad de Género ya!”.
En 2012, esa demanda se convirtió en realidad: la Ley de Identidad de Género garantizó el derecho a ser inscripto en el DNI según la identidad autopercibida. Ese mismo año, se incorporó la figura de crímenes de odio en el Código Penal, un avance en el reconocimiento de las violencias específicas hacia el colectivo.
Durante la década siguiente, las marchas se multiplicaron en todo el país, con reclamos que incluyeron la implementación efectiva de la ESI . ¡Qué se cumpla con la ESI!” fue la consigna de 2013, en reclamo de una real implementación nacional y laica de la Ley de Educación Sexual Integral sancionada en 2006. El año siguiente se reclamó “Por más igualdad real: Ley Antidiscriminatoria y Estado Laico”.
En los años del gobierno de Mauricio Macri, el eje volvió a ser la denuncia de la violencia institucional y los travesticidios: “Basta de femicidios a travestis, transexuales y transgéneros” (2017).

Los avances más recientes llegaron en plena pandemia. En 2020, la provincia de Santa Cruz sancionó la primera Ley Integral Trans del país y, en noviembre, la marcha se realizó de manera virtual. En 2021, se aprobaron dos medidas históricas: la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans Diana Sacayán–Lohana Berkins y el DNI no binario. Ese mismo año, la consigna fue “¿Dónde está Tehuel?”, en reclamo por la desaparición de Tehuel de la Torre, el joven trans visto por última vez en marzo de 2021. Fue la marcha más multitudinaria de la historia, reflejo de un compromiso social que trascendió al propio colectivo. En 2022, el pedido de justicia por Tehuel se repitió junto con nuevos reclamos: una Ley Integral Trans, una Ley Antidiscriminatoria y la defensa del lenguaje inclusivo. Esta edición reunió a un millón trescientos mil personas, según reportaron los organizadores.

La consigna de la Marcha del Orgullo 2023 fue “Ni un ajuste más, ni un derecho menos”. Esta consigna reflejaba un fuerte mensaje político ante el contexto de las elecciones presidenciales de ese año, previo al balotaje del 19 de noviembre que daría por ganador a Javier Milei con el 55,7% de los votos.

El año último, la marcha tuvo las siguientes consignas contra el actual Gobierno: “No hay libertad sin derechos ni políticas públicas”, “No hay libertad con ajuste y represión”y“¡Ley Integral Trans y Ley Antidiscriminatoria ya!”. Según los organizadores, cerca de dos millones de personas asistieron al evento.
A más de tres décadas de aquella fría tarde de julio de 1992, la Marcha del Orgullo es hoy una celebración masiva, diversa y transversal. Las máscaras quedaron atrás: en su lugar, flamean banderas, brillos y los cuerpos se exhiben. La esencia sigue intacta: cada paso en la Avenida de Mayo recuerda a quienes marcharon con miedo para que hoy miles puedan hacerlo.