Fueron solo unos minutos en los que todo se vino abajo. Marcelo Marcos, productor del nordeste de La Pampa, ya tenía la cosechadora en marcha y avanzaba sobre un lote de soja de primera que superaba todas las expectativas. Después de una campaña que había comenzado complicada por la sequía, las lluvias de marzo mejoraron el panorama, aunque el desarrollo de los cultivos quedó algo atrasado. La ilusión era grande: el rinde alcanzaba los 3800 kilos por hectárea. Sin embargo, en apenas veinte minutos, el viernes pasado todo cambió. El cielo se volvió gris y una tormenta de granizo, viento y lluvia desató el desastre. “Pasamos de tener 3800 kilos de soja a apenas 800. Perdimos unos 3000 kilos en cuestión de minutos”, relató.
El fenómeno no solo afectó su campo. Se estima que en el nordeste de La Pampa y parte del oeste bonaerense el granizo dañó entre 10.000 y 15.000 hectáreas entre soja y maíz, lo que afectó a más de 50 productores. “Fue típico de las tormentas de granizo: franjas enormes con muchísimo daño. En algunos lugares cayeron piedras muy grandes y en otros, granizo en cantidad”, explicó. La zona más afectada incluyó localidades pampeanas como Arata, General Pico, Trebolares y, ya en la provincia de Buenos Aires, González Moreno.
El impacto fue devastador. “Las piedras rompieron vidrios de tractores, dañaron bolsones y en algunos sectores quedó una capa de granizo de hasta cinco centímetros”, describió Marcelo. Aunque contaba con seguro agrícola indicó que “los seguros de valor en soja no siempre cubren todo”. Agregó: “Ya sabemos que esto es parte del riesgo que asumimos los productores”.
David Milanesio fue otro de los productores golpeados. “La tormenta nos llevó 250 hectáreas de soja de primera, 100% de pérdida”, contó. En sus lotes de maíz, el granizo provocó defoliación del 50 al 60%, aunque debido a un daño anterior por heladas, no espera grandes pérdidas de rendimiento.
“También nos afectó 100 hectáreas de soja de segunda, con un 50% de daño”, detalló. A pesar de tener seguro, el resultado económico será negativo. “Aseguramos 750 dólares por hectárea, pero esperábamos un rinde de 40 quintales, que hoy equivalen a unos 1200 dólares, Vamos a perder plata”, lamentó.
Marcelo Nicoletta, asesor técnico de un establecimiento agrícola en Trebolares, no dudó en calificar el daño como “un desastre total”. El campo, de 800 hectáreas, tenía sembradas más de 600, con cerca de 300 hectáreas de soja listas para cosechar y otras tantas de maíz tardío. “Estimábamos un rinde de 4000 kilos por hectárea en soja, que es lo normal en esta zona. Pero con el granizo no quedó nada. Todo se perdió”, detalló.
El fenómeno no solo destruyó la oleaginosa, sino que también quebró por completo las plantas de maíz. “El viento fue muy fuerte y volteó los cultivos. Fue terrible”, expresó Nicoletta. “La soja quedó totalmente destruida y los maíces tardíos, que ya venían más vulnerables, también se perdieron. Nunca vi algo así en 20 campañas. Una tormenta que barra una zona tan grande y cause pérdidas tan fuertes”, afirmó. Aunque los cultivos estaban asegurados, advirtió que “nadie asegura el 100% de la producción”, por lo que los daños económicos serán inevitables.
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El meteorólogo Jeremías Baraldi explicó que el evento fue producto de un frente frío que ingresó desde el océano Pacífico, cruzó la cordillera y avanzó hacia el sudoeste de la provincia. “Era un día de temperaturas muy altas para la época: llegamos hasta los 27 grados en zonas como Parera, Castex y Pico”, detalló. Mientras el centro-sur pampeano ya experimentaba un descenso térmico por efecto del viento pampero, el nordeste mantenía el calor y la humedad, condiciones ideales para la formación de tormentas. Ese día el Servicio Meteorológico Nacional emitió alertas por vientos intensos y tormentas fuertes, con posibles ráfagas de hasta 70 km/h y ocasional caída de granizo. “Los alertas estuvieron bien emitidos y se cumplieron”, remarcó Baraldi.
Lo que no estaba previsto fue la magnitud del fenómeno que se desató. En lugar de múltiples tormentas dispersas, se formó una única supercelda, un tipo de tormenta capaz de generar tornados. “Nació más o menos a la altura de Luan Toro, cerca de Victorica, y se intensificó hasta convertirse en supercelda”, relató el meteorólogo.
La tormenta avanzó en diagonal y afectó localidades como Rucanelo, Conhelo y La Maruja, donde dejó un manto de granizo. En Arata la base de la tormenta descendió tanto que estuvo cerca de generar un tornado. “Cuando la base de una tormenta baja tanto significa que inclusive puede haber un tornado”, advirtió.
La supercelda continuó su recorrido con un movimiento propio como si “dibujara un camino libre sobre el mapa”, según describió Baraldi. Alcanzó localidades como Trenel, donde se acumularon hasta 27 mm de agua y abundante granizo, y golpeó de lleno General Pico; también a Vértiz y Speluzzi.
“En Pico hubo unos 20 minutos de viento fuerte, granizo y agua, y se acumularon entre 12 y 21 mm según la zona”, precisó. Desde su formación, alrededor de las 16 horas, la supercelda conservó su intensidad durante casi dos horas y media, algo muy inusual para este tipo de fenómenos. Ya entrada la noche la tormenta cruzó hacia la provincia de Buenos Aires y comenzó a perder fuerza cerca de América y Villegas.