En el corazón de Vietnam, un grupo de osos asiáticos —conocidos como “osos luna” por la mancha blanca en su pecho— recorre con curiosidad su nuevo entorno. Trepan estructuras, se refrescan en piletas y disfrutan de frutas frescas. Estos animales, que antes vivieron encerrados en jaulas estrechas y sometidos a la extracción sistemática de bilis para la medicina tradicional, ahora protagonizan una historia de recuperación.
Según Smithsonian Magazine, veterinarios y cuidadores implementaron en santuarios vietnamitas programas innovadores de rehabilitación física y psicológica, marcando un hito en el bienestar animal y en la paulatina desaparición de esta práctica.
Las cicatrices del cautiverio
Durante años, los osos luna soportaron condiciones extremas. Animales como Suki, que pasó largo tiempo en un contenedor con otros dieciocho ejemplares, sobrevivieron en espacios apenas más grandes que sus cuerpos, con alimentación deficiente y procedimientos médicos invasivos.
Smithsonian Magazine detalla que la extracción de bilis consistía en insertar agujas en la vesícula biliar, causando infecciones, desnutrición y daños crónicos en órganos internos.
Los informes veterinarios describen secuelas en el hígado, la vesícula y los riñones, además de problemas dentales y dermatológicos. A nivel psicológico, muchos osos desarrollaron conductas repetitivas como balanceos o caminatas circulares, respuestas al estrés prolongado.
Brian Crudge, director regional de Free the Bears, explicó al medio: “Muchos de los osos tienen traumas psicológicos y físicos por sus vidas en jaulas, por lo que no son aptos para ser liberados… Así que debemos proporcionarles un santuario si queremos sacarlos de las granjas”.
El auge y la caída de una industria
El uso de bilis de oso en la medicina tradicional tiene raíces milenarias, pero su extracción directa de animales vivos se generalizó a partir de la década de 1970 en Corea del Norte y luego se extendió a China y Vietnam. En este último, la liberalización económica iniciada en 1986 facilitó la proliferación de granjas clandestinas. Para 2005, cuando Vietnam prohibió la captura y extracción de bilis, más de 4.300 osos permanecían enjaulados.
Pese a la legislación, Smithsonian Magazine señala que muchos de estos animales, considerados “propiedad del gobierno”, continuaron bajo custodia de sus antiguos captores, quienes a menudo seguían extrayendo bilis de forma ilegal.
A partir de 2008, con la creación del primer santuario por parte de Free the Bears, y luego el Vietnam Bear Sanctuary operado por Animals Asia, las autoridades comenzaron a confiscar osos y facilitar entregas voluntarias. Desde entonces, más de 600 ejemplares fueron rescatados y trasladados a espacios adecuados.
Del confinamiento al cuidado integral
El proceso de rehabilitación comienza en cuanto un oso llega al santuario. Durante la cuarentena inicial, los animales pueden caminar libremente por primera vez desde cachorros. Los veterinarios realizan evaluaciones exhaustivas, identificando problemas como desnutrición, enfermedades de la vesícula y daños dentales. El cambio de alimentación también es gradual: de dietas pobres en nutrientes a una combinación balanceada de frutas, verduras y suplementos.
El equipo de comportamiento animal aplica un programa escalonado que fomenta la exploración y la interacción. Shaun Thomson, cirujano veterinario principal del Vietnam Bear Sanctuary, declaró: “Lo que queremos es darles una vida en la que se sientan empoderados para tomar todas las decisiones que puedan”. Sin embargo, las secuelas psicológicas persisten. Por eso, los cuidadores elaboran perfiles individuales para personalizar las estrategias de enriquecimiento y socialización.
Innovación médica y cooperación animal
Los avances veterinarios fueron clave en la recuperación de los osos luna. Cada dos años, los chequeos médicos incluyen anestesia general e intervenciones específicas. En 2023, por ejemplo, Su Su, rescatada en 2016, fue sometida a una cirugía de vesícula, dos endodoncias y la extirpación de un riñón afectado por un carcinoma.
El tratamiento dental evolucionó gracias a la implementación de endodoncias, un procedimiento común en humanos pero poco frecuente en animales silvestres. La primera fue realizada con éxito en la osa Rae, y desde entonces se practicaron más de 100 procedimientos similares. La fisioterapia es otra herramienta esencial: permite a los osos recuperar movilidad tras años de inmovilidad. Arthur, uno de los primeros pacientes, volvió a trepar y moverse con fluidez durante tres años antes de fallecer.
El llamado “cuidado cooperativo” transformó la relación entre cuidadores y animales. Los osos aprenden a participar en sus propios chequeos médicos, como abrir la boca o extender una pata, reduciendo el uso de anestesia y el estrés. “Hemos entrenado a muchos de nuestros osos para que abran la boca por orden, así podemos evaluar sus dientes”, explicó Thomson a Smithsonian Magazine.
Vidas reconstruidas
El medio destaca que las historias de los osos son testimonio del impacto de estos programas. Suki, tras más de una década en el santuario de Tam Dao, es reconocida por su vitalidad. Su Su, después de varias cirugías, colabora en sus revisiones médicas a cambio de golosinas. Arthur, gracias a la fisioterapia, disfrutó de una vida activa hasta el final.
El seguimiento del bienestar es continuo. Se adaptan los recintos a las preferencias de cada oso, incorporando estructuras para trepar o piscinas para nadar. Las actividades de enriquecimiento estimulan comportamientos naturales como la búsqueda de alimento.
En 2018, el investigador Edward Narayan analizó los niveles hormonales en 16 osos. Smithsonian Magazine reportó que, aunque hubo variabilidad individual, el estrés disminuyó progresivamente tras su llegada a los santuarios. Narayan concluyó: “Los osos están en muy buenas manos”.
Un futuro sin bilis
Aunque la industria fue debilitada, aún quedan 177 osos en granjas. En 2023, Animals Asia abrió un segundo santuario en el Parque Nacional Bach Ma, con capacidad para albergarlos. Este centro opera exclusivamente con personal vietnamita, reflejando un traspaso de conocimientos sostenido.
“Nuestro nuevo santuario en Bach Ma no tiene personal expatriado… A finales de este año, tampoco habrá veterinarios extranjeros en ese santuario”, afirmó Thomson al medio.
Smithsonian Magazine concluye afirmando que, el legado de estos programas se plasma tanto en la transformación de los osos como en la formación de una nueva generación de profesionales. Con apoyo legal, infraestructura y compromiso, Vietnam se acerca a cerrar definitivamente uno de los capítulos más oscuros de su historia en materia de fauna silvestre.