En un contexto global marcado por la aceleración tecnológica y la creciente preocupación por el impacto de la inteligencia artificial (IA) en la vida humana, la voz de un argentino resonó con claridad y autoridad en el principal foro europeo de reflexión sobre estos temas. El Rabino Dr. Fishel Szlajen, bioeticista, académico y referente interreligioso, representó a nuestro país en la Cumbre sobre Tecnología y Sociedad organizada por el prestigioso Mathias Corvinus Collegium (MCC) en Budapest, Hungría, entre el 2 y el 5 de junio de 2025.
Durante la Cumbre, que reunió a más de 50 expertos internacionales de primer nivel, Fishel Szlajen protagonizó la discusión sobre la politización de la IA, junto a figuras como el serbio Misa Djurkovic, director del Centro de Geopolítica, el editor estadounidense Sam Kahn, y Ralph Schoellhammer, columnista de Brussels Signal.
En su intervención, el rabino argentino desplegó una sólida argumentación que entrelazó ética, bioética, derecho y filosofía. Advirtió con precisión sobre los riesgos de delegar decisiones humanas a algoritmos opacos en diversos y numerosos ámbitos, citando casos reales como el escándalo de Project Nightingale (Google), el Cambridge Analytica, el IBM’s Watson for Oncology, el Robo-Debt en Australia, los algoritmos británicos de triage que discriminaban discapacitados y subcalificaban evaluaciones educativas por clase social, más los que otorgaban subsidios de salud como el de Optum, que discriminaba sistemáticamente a pacientes afroamericanos.
Szlajen propuso un marco normativo basado en la teoría de la no delegación, sosteniendo que ciertas decisiones, especialmente las que afectan la vida, la salud y la dignidad, no pueden ser transferidas a sistemas automáticos. Planteó una legislación de transparencia algorítmica con tres pilares: explicabilidad, trazabilidad y responsabilidad; constituyendo una ética aplicada que no exige revelar secretos comerciales, pero sí cumplir estándares tal como en la seguridad alimentaria. También defendió el consentimiento informado dinámico para bancos genómicos, la protección de datos sensibles, la tecnología descentralizada como Blockchain para el control individual de datos médicos, y la creación de autoridades independientes con capacidad sancionadora.
Pero su intervención no se limitó al plano técnico. Szlajen denunció al dataísmo como ideología, que reduce la vida al flujo y procesamiento de datos sin reconocer la singularidad de la persona humana, conllevando la pérdida de autonomía moral en las decisiones sociales contemporáneas. Precisamente, esta elección, por no abstenerse de aquello que perjudica la libertad, la dignidad y la justicia, hace que la sociedad deje de ser civilizada. Evocando a Roger Scruton advirtió sobre el riesgo de convertirnos en esclavos de quienes controlan la tecnología, instando a no permitir que se defina la prioridad de un tratamiento médico, la aprobación de un crédito, la contratación de un empleado o la credibilidad de una noticia solo en base a cálculos algorítmicos. Por eso, el clérigo y académico argentino instó a la necesidad de órganos independientes de auditoría algorítmica, con juristas, ingenieros, eticistas y representantes de la ciudadanía.
En paralelo a esta voz argentina, la Cumbre reunió a otras destacadas figuras del pensamiento internacional como Ján Figeľ, ex-comisionado europeo; Catherine L’Ecuyer, investigadora en educación y tecnología; Timandra Harkness, de la BBC; Zoltán Cséfalvay, de OECD y UNESCO; Norman Lewis, del MIT; Orsolya Ludvig, de Siemens; Xu Yao, de Fudan University; Jihoon Yu, del Instituto de Defensa de Korea; János Setényi, del Consejo de UE; Edoardo Raffiotta, de la Universidad de Milán; Balázs Orbán, director de Políticas Gubernamentales de Hungría; Saroj Bishoyi, de India; Josefina Giménez y Leonardo Orlando, de Sciences Po Paris; Gergely Böszörményi-Nagy, de Brain Bar; y Moshe Koppel, de Israel, entre otros. Completaron el abanico de voces que, desde distintos campos como la política, el derecho, la ciencia cognitiva, la educación, la familia y el emprendimiento tecnológico, ofrecieron diagnósticos y propuestas con proyección internacional.
La pluralidad temática incluyó también análisis sobre vigilancia estatal, manipulación electoral mediante IA y estrategias de gobernanza ética frente a algoritmos que desafían los cimientos republicanos, más las aplicaciones militares de la inteligencia artificial.
Todo ello, bajo una preocupación común, que es la de evitar que la inteligencia artificial, lejos de ser una herramienta de progreso, se convierta en instrumento de sometimiento social o colonización ideológica. Un panóptico gubernamental o un Leviatán tecnológico.
La participación de Szlajen en este marco no fue solamente la de un expositor destacado, sino la de un constructor de puentes entre el saber académico, la espiritualidad religiosa y el diseño de políticas públicas. Como miembro titular de la Pontificia Academia para la Vida en el Vaticano y de organismos internacionales como el ICLARS y nacionales como el CALIR y la Academia Nacional de Medicina, su exposición fue también una defensa de la capacidad del pensamiento argentino, cuando se ejerce con rigor, para liderar debates globales y proponer soluciones humanistas en medio de la disrupción tecnológica.
En palabras de Szlajen: “El mundo está pidiendo referentes éticos que no se dejen encandilar por la fascinación tecnológica. El peligro no está en la IA per se, sino su captura por intereses ideológicos. Necesitamos un humanismo activo, comprometido, que defienda la libertad, la justicia y la dignidad sin concesiones. Y me enorgullece haber podido representar a la Argentina en este debate global, no sólo como académico, sino como alguien que propone soluciones concretas y plausibles desde la filosofía, la bioética y el derecho”.