
En América Latina, las ciudades y zonas metropolitanas que mejor crecen no son las que únicamente atraen inversión, son las que en medio de la expansión fortalecen su identidad. El desarrollo sostenible no se mide únicamente en empleos o infraestructura, sino en la capacidad de una sociedad para convivir, crear y confiar. En el norte de México, en Escobedo, Nuevo León, hemos decidido convertir esa idea en política pública: hacer de la cultura una forma de bienestar y cohesión, porque queremos un crecimiento que sea de calidad, no solo de cantidad.
En Escobedo impulsamos una estrategia cultural permanente que articula arte, educación y comunidad dentro de un modelo de desarrollo más amplio: la 4TNorteña, donde la mano derecha impulsa inversión, infraestructura y empleo, y la mano izquierda transforma esa prosperidad en ambientalismo, educación, salud y, especialmente, cultura. Es un enfoque de Crecimiento con Justicia que combina disciplina económica con alma social, inspirado en la visión humanista de la Presidenta Mexicana, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, quien ha subrayado que el progreso solo tiene sentido si también genera bienestar y derechos culturales.
Los resultados son tangibles. Más de 50 mil niñas, niños y jóvenes participaron este año en talleres, clínicas y espectáculos del programa TransformARTE en Verano, una iniciativa gratuita que convierte escuelas y plazas en centros culturales y campamentos creativos. A ello se suman más de 40 mil asistentes a la temporada 2025 de Las Artes Transforman, que llevó música, danza, teatro y literatura a colonias y espacios públicos. Y como símbolo del nuevo espíritu cultural norteño, el Festival Goles de Cabeza unirá lectura y deporte para promover valores comunitarios desde los estadios y las canchas en el marco del Mundial de Fútbol 2026.
Estas acciones no son simples eventos: representan una teoría pragmática de la cultura como infraestructura social. En lugar de verla como gasto, el municipio la entiende como inversión en capital humano. Diversos estudios del Banco Interamericano de Desarrollo y la UNESCO coinciden en que, por cada dólar invertido en arte y cultura, el retorno económico y social puede multiplicarse hasta cuatro veces gracias a la reducción de conflictos, el fortalecimiento de la confianza y la activación del empleo creativo.
El caso de Escobedo se suma a una corriente latinoamericana que ha transformado territorios a partir del arte y la cultura. Medellín lo hizo con sus parques-biblioteca y centros culturales que redujeron la violencia juvenil en 40%. Buenos Aires consolidó su red de polos creativos que hoy aportan más del 9% del PIB de la ciudad. Y en Chile, Valparaíso apostó por la recuperación cultural de sus cerros como política de inclusión social. En todos los casos, la cultura fue el puente entre la prosperidad económica y la cohesión social.
El modelo de la 4TNorteña aporta un matiz propio: la cultura entendida como componente de productividad y ciudadanía. Cada taller artístico, cada iniciación cultural en el teatro y cada exposición pública forma parte de una cadena de valor donde el bienestar simbólico se traduce en seguridad y convivencia. En términos sociológicos, este modelo combina el capital cultural de Pierre Bourdieu —la capacidad de un individuo de transformar su entorno a través del conocimiento y la sensibilidad— con la noción de desarrollo humano propuesta por Amartya Sen: libertad para crear, participar y decidir.
Bajo esta lógica, el arte se convierte en un multiplicador de justicia. Una comunidad con espacios culturales activos no solo tiene más oportunidades de formación, sino también menos propensión a la violencia y mayor sentido de pertenencia. La cultura permite a la gente reconocerse en su historia, imaginar futuros comunes y actuar colectivamente.
En Escobedo, esa visión ya se ve y se siente para una Zona Metropolitana que aglutina a más de 5 millones de habitantes: una orquesta juvenil ensayando en la plaza, una niña programando un robot en la Casa de Artes y Oficios, una familia que pasa la tarde en una exposición pictórica al aire libre. Son escenas simples, pero ahí también empieza el cambio: en la recuperación del espacio compartido, en la certeza de que el progreso tiene alma y que la prosperidad, para ser justa, debe tener un componente cultural.
Porque creemos que la transformación profunda modificará las grandes cifras macroeconómicas y también los vínculos sociales y la imaginación colectiva. Así, en el norte de México, la cultura está demostrando que se puede gobernar con eficacia productiva y sensibilidad identitaria, porque el futuro de una ciudad se escribe tanto en el escenario productivo, como en la escenografía cultural. Además, el futuro económico más potente será de los creadores y de los creativos.
* Andrés Mijes es Alcalde del Municipio de General Escobedo en Nuevo León, México, y Presidente de la Mesa de Coordinación Metropolitana, Sociedad y Gobierno en la Zona Metropolitana de esa entidad de la República Mexicana.