Un estudio revela que el beso no surgió solo en la India, sino en varios focos independientes de la antigüedad (Imagen Ilustrativa Infobae)

La historia y los motivos que rodean el acto de besar resultan mucho más complejos de lo que suele imaginarse. Aunque en muchas sociedades actuales parece un gesto habitual y natural, no existe certeza de que siempre haya formado parte de la experiencia humana. Tampoco se sabe si sus orígenes se remontan a tiempos muy antiguos o si surgió en épocas más recientes. Los primeros textos que registran el beso corresponden al inicio de la Edad del Bronce, aunque es probable que esta práctica sea anterior incluso a la aparición de Homo sapiens como especie.

La actriz sueca Ingrid Bergman expresó que “un beso es un hermoso truco diseñado por la naturaleza para detener el habla cuando las palabras se vuelven superfluas”.

Los eruditos, por su parte, intentaron eliminar cualquier ambigüedad de las palabras relacionadas con el beso a través de consultas de textos cuneiformes que datan de más de 4.500 años.

Según la revista Science, hasta hace poco se consideraba que las referencias escritas más antiguas procedían de un manuscrito de la India del año 1500 a. C. Sin embargo, un estudio reciente identificó un conjunto de evidencias en Mesopotamia y Egipto que datan de al menos el 2500 a. C. Este hallazgo contradice la idea de que la India fue el único origen documentado del beso y plantea un escenario más amplio, con posibles focos independientes de práctica.

Troels Pank Arboll, asiriólogo de la Universidad de Copenhague y coautor del artículo en Science, señaló que tanto los neandertales como los humanos modernos podrían haber juntado sus labios hace más de 100.000 años. La hipótesis se apoya en la presencia del microbio Methanobrevibacter oralis en ambas especies, lo que sugiere un contacto oral cercano.

El beso tenía significados diversos: erótico, paternal, amistoso y como señal de sumisión en la antigua Mesopotamia (Imagen Ilustrativa Infobae)

En una entrevista con Scientific American, Arboll explicó que la evidencia más antigua se encuentra en textos en sumerio, una lengua sin parentesco conocido con otras actuales. Poco después aparecen pasajes escritos en acadio, un antiguo idioma semítico emparentado con el hebreo y el árabe. Estos textos, redactados antes del 2500 a. C., incluyen narraciones mitológicas, conjuros y relatos sobre dioses. En ellos se mencionan actos sexuales y besos, lo que confirma que, en ese contexto, el beso tenía un componente erótico.

El especialista distingue varios tipos de beso. Por un lado, el beso paternal, que los padres daban a sus hijos; por otro, el beso amistoso, que se intercambiaba entre amigos; y también el beso como señal de sumisión, frecuente en la antigua Mesopotamia, donde se besaban los pies de un gobernante. En cuanto al beso sexual o romántico, los estudios antropológicos indican que no era universal. Se observa con mayor frecuencia en sociedades con una marcada estratificación social y contacto habitual con personas desconocidas.

Arboll advierte que no se puede afirmar que el beso fuera universal en el pasado. Las culturas que dejaron testimonios escritos tendían a tener sistemas jerárquicos complejos, lo que podría explicar la coincidencia entre la evidencia arqueológica y la distribución actual del beso romántico en sociedades con divisiones de clase. Aun así, no descarta que esta asociación sea casual y no una norma general.

La práctica del beso podría haber existido antes de Homo sapiens, según evidencia microbiana compartida con neandertales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Durante mucho tiempo, la teoría predominante sostenía que el beso se originó en la India y se difundió hacia otras regiones por intercambio cultural. El hallazgo de referencias en Mesopotamia y Egipto invalida esa hipótesis como explicación única. En palabras de Arboll, la evidencia apunta a que el beso pudo haber tenido múltiples orígenes en distintos lugares y momentos históricos.

Si se amplía la mirada hacia la prehistoria, aparecen figurillas y representaciones que podrían mostrar parejas con los labios unidos, aunque su interpretación no siempre es concluyente. Estas imágenes sugieren que la práctica podría haber existido miles de años antes de los primeros registros escritos.

La historia del beso revela que este gesto, que en la actualidad se asocia con el afecto y el deseo, tuvo significados variados. Fue un símbolo de parentesco, una señal de amistad, un acto erótico y un gesto de respeto hacia figuras de autoridad. Su persistencia a lo largo del tiempo y su presencia en distintas culturas indican que se trata de una conducta profundamente arraigada en la experiencia humana, aunque con algunas excepciones.

La historia del beso refleja su papel como símbolo de afecto, deseo, parentesco y respeto en distintas culturas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Hoy, los investigadores aún debaten sobre su origen y su evolución. Cada nuevo hallazgo arqueológico y cada revisión de textos antiguos permite ampliar la comprensión de un gesto que, aunque breve y silencioso, concentra un universo de significados y vínculos sociales.