A nivel global, la AIE estima que la demanda eléctrica de los centros de datos más que se duplicará a 945 TWh en 2030 (Imagen Ilustrativa Infobae)

Como ingeniera química y estudiante del MIT, que reparte su vida entre Estados Unidos y Argentina, puedo ser testigo de cómo la inteligencia artificial (IA) en los últimos dos años ha pasado de ser un desarrollo de investigación académico profundo a un motor de inversión tecnológica multimillonaria.

Grandes modelos como ChatGPT se han colado en la vida cotidiana de millones de personas, resolviendo tareas, generando textos o imágenes, y prometiendo una revolución productiva. Sin embargo, detrás de esta revolución digital hay una realidad menos visible, pero crítica: la enorme demanda de electricidad que alimenta a la IA. No hay IA sin energía, dicen los expertos, y hoy la disponibilidad de electricidad asequible, limpia y abundante se perfila como un factor determinante para el futuro de esta tecnología.

Centros de datos: fábricas del siglo XXI

Los centros de datos se han convertido en las fábricas del siglo XXI. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), ya consumen alrededor del 1,5% de la electricidad mundial (unos 415 teravatios-hora en 2024). Para dimensionar: solo en Estados Unidos, estas instalaciones demandaron cerca de 200 TWh en 2024, aproximadamente equivalente suficiente para abastecer todos los hogares de América Latina por casi un mes. Una parte importante de este boom energético proviene de centros dedicados a IA, cuyo apetito eléctrico compite ya con industrias tradicionalmente intensivas. Un centro de datos de IA puede consumir tanta electricidad como 100.000 hogares de EEUU.

Un informe del Departamento de Energía de EEUU reveló que los centros de datos representaron un 4,4% del consumo eléctrico nacional en 2023. Esta cifra podría duplicarse para 2028. En el escenario más exigente, estas granjas de servidores consumirían cerca del 12% de toda la electricidad del país. A nivel global, la AIE estima que la demanda eléctrica de los centros de datos más que se duplicará a 945 TWh en 2030. La IA sería el principal factor de este crecimiento. De mantenerse las tendencias actuales, hacia finales de la década EEUU empleará más electricidad en alimentar sus servidores que en toda la producción de aluminio, acero, cemento y otros productos industriales combinados.

Una carrera millonaria con impacto real

El auge de la IA también se refleja en una carrera de inversiones. El valor bursátil de las compañías líderes en IA se ha disparado. La inversión global en infraestructura de datos alcanzó los 500 mil millones de dólares en 2024. Esta bonanza trae aparejadas preocupaciones por el salto en la demanda eléctrica que conlleva.

Un informe del Departamento de Energía de EEUU reveló que los centros de datos representaron un 4,4% del consumo eléctrico nacional en 2023. Esta cifra podría duplicarse para 2028

En Estados Unidos, el Departamento de Energía advierte que satisfacer la demanda de la IA podría implicar sacrificios en otras metas, como la electrificación del transporte o la asequibilidad de la energía. Entrenar un modelo como GPT-4 requirió más de 100 millones de dólares en computación, consumiendo unos 50 gigavatios-hora de electricidad en 100 días. Esa sola fase de entrenamiento implicó quemar energía equivalente a abastecer a San Francisco por varios días.

La opacidad sobre el consumo real de las grandes plataformas dificulta que investigadores y proveedores de electricidad anticipen la siguiente ola de demanda. Entre el 80% y el 90% de la potencia de cómputo asociada a la IA se dedica a la fase de uso cotidiano, no al entrenamiento inicial.

Energía limpia: de los gigavatios a los átomos

Para hacer frente a esta presión, las tecnológicas han empezado a involucrarse directamente en la generación eléctrica. Google, Microsoft y Amazon invierten miles de millones en energías renovables para abastecer sus centros de datos. Google logró desde 2017 abastecer con energía 100% renovable todas sus operaciones globales. Apple informó que en 2024 sus centros de datos consumieron unos 2,5 TWh, completamente cubiertos por fuentes limpias.

Pero las energías verdes por sí solas pueden no bastar. En 2024, Microsoft anunció una inversión de 1.600 millones de dólares para reactivar la planta nuclear de Three Mile Island, clausurada desde 2019, para asegurar energía limpia y confiable para sus centros de datos. Amazon y Google también anunciaron inversiones en reactores modulares pequeños.

Los próximos años serán un ejercicio de equilibrio: aprovechar las oportunidades de esta ola sin que nos sobrepase su costo energético

La propia IA está siendo parte de la solución. DeepMind desarrolló sistemas de control que redujeron hasta en 40% la energía utilizada para enfriar sus centros. Se exploran también estrategias para ubicar centros de datos cerca de fuentes de energía abundante o para aprovechar baterías y generación in situ.

Un balance entre innovación y sustentabilidad

La IA promete impulsar la productividad y abrir nuevos campos económicos, aunque aún no se encuentren estimaciones certeras de esta mejora, pero también impone la necesidad de adaptar rápidamente nuestras infraestructuras energéticas. Los próximos años serán un ejercicio de equilibrio: aprovechar las oportunidades de esta ola sin que nos sobrepase su costo energético.

La historia nos enseña que cada revolución industrial trajo consigo desafíos en materia de recursos. Hoy contamos con herramientas para mitigar el impacto: fuentes limpias, avances en eficiencia y voluntad empresarial. La AIE subraya que en las economías avanzadas, los centros de datos podrían representar más del 20% del crecimiento de la demanda eléctrica hasta 2030.

En última instancia, el auge de la IA nos plantea un desafío intelectual y práctico: ¿podremos alimentar esta inteligencia “simulada” de forma inteligente? La respuesta requerirá tanto ingenio computacional como ingeniería energética. La IA encenderá el futuro, pero nos corresponde a nosotros decidir con qué tipo de energía lo haremos.