El debate en los mercados gira en torno a una cuestión central: ¿estamos ante una nueva burbuja similar a la del año 2000, o simplemente asistimos a un movimiento de búsqueda de refugio frente a la incertidumbre económica y fiscal?
El derrotero de los precios internacionales es inusual. Las acciones en Wall Street buscan alcanzar nuevos máximos históricos y las criptomonedas vienen de romper varios récords. A la vez, el dólar norteamericano sufre su mayor depreciación en medio siglo, de un 11% este año frente a una canasta de monedas principales, víctima de la agresiva política de aranceles comerciales del presidente de EEUU, Donald Trump.
Y en el centro de esta escena reaparece un protagonista impensado: el oro, milenario refugio de valor y, probablemente, la inversión más conservadora del menú, que es un activo que superó en rendimiento a los mencionados.
Los múltiplos actuales del S&P 500 (sube 9,2% en 2025, en un récord por encima de los 6.400 puntos) superan los registrados durante la burbuja tecnológica del 2000. A ello se suma un oro récord en USD 3.400 la onza (+29% en 2025) y un Bitcoin que, pese a las correcciones recientes, sigue en zona elevada. La principal criptomoneda -ahora en USD 113.000- gana 21% este año.
¿A qué responde esta dinámica? “No únicamente a la expectativa de rentabilidad, sino a una búsqueda de protección frente a gobiernos percibidos como fiscalmente irresponsables. En EEUU, la masa monetaria M2 crece al 4,3%, el ritmo más alto en tres años. En China, el aumento supera el 8%, niveles que los analistas califican de ‘excesivos’. Incluso países con gran capacidad de ingresos, como Arabia Saudita, presentan déficits fiscales y emiten deuda pública de forma sistemática. En este contexto, los inversores canalizan sus recursos hacia valores percibidos como más seguros: los llamados ‘Siete Magníficas’, el oro o el Bitcoin”, indicó un informe de la publicación especializada Estrategias de Inversión de España.
Un reporte de Bloomberg, en tanto, destacó que “el oro retomó su papel protagónico en los mercados financieros globales y, en lo que va del año, su desempeño superó con holgura al de los principales activos. Este renovado impulso no responde a un solo factor, sino a una confluencia de tensiones macroeconómicas, geopolíticas y estructurales que están reconfigurando las preferencias de los inversionistas».
Este año el oro superó a todos los principales índices de acciones y bonos, las monedas del G10 e incluso al Bitcoin
“Detrás de esta recuperación se encuentran presiones inflacionarias persistentes en Estados Unidos, un crecimiento económico por debajo de su potencial y un dólar debilitado. Estas condiciones han reducido los rendimientos reales, lo cual favorece al oro como activo refugio. Además, los analistas advierten que políticas como el endurecimiento comercial y migratorio aún no han desplegado todos sus efectos sobre los precios, lo que sugiere que la inflación podría prolongarse”, consideró Bloomberg.
Un informe de UBS, realizado por los analistas Wayne Gordon, Giovanni Staunovo y Dominic Schnider, estimó que el oro superó a todos los principales índices de acciones y bonos, las monedas del G10 e incluso al Bitcoin.
Los analistas de UBS aconsejan mantener una posición larga en oro como cobertura ante riesgos fiscales y monetarios globales. Más allá de los factores cíclicos, UBS subraya la creciente preocupación por la sostenibilidad fiscal de EEUU, especialmente ante la posibilidad de que la Corte Suprema invalide aranceles clave de la administración actual. Esto, sumado a las dudas sobre la independencia de la Reserva Federal y a la fragmentación geopolítica global, ha reforzado las tendencias de desdolarización.
El oro sube 29% en 2025, por encima del S&P 500 (+9,2%) y el Bitcoin (+21%)
“Vemos riesgos macroeconómicos relacionados con EEUU, dudas sobre la independencia de la Fed, preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal y la geopolítica respaldando las tendencias de desdolarización y una mayor compra por parte de bancos centrales”, afirmaron desde UBS.
Este entorno reactivó la demanda global de oro. Los flujos hacia fondos cotizados (ETF) fueron los más robustos desde 2010, lo que ha llevado a UBS a revisar al alza su previsión de demanda a casi 600 toneladas métricas este año. También destacan que las compras de bancos centrales, si bien algo menores que el récord alcanzado en 2024, siguen siendo sólidas. Con estos elementos, la firma estima que la demanda total global de oro en 2025 alcanzará las 4.760 toneladas métricas, su nivel más alto en más de una década.
La suba del oro se vio apuntalada además por una debilidad estructural del dólar, que cae 11% este año
Este resurgimiento no pasó desapercibido para los estrategas de UBS, que han decidido ajustar sus proyecciones. Según su informe más reciente, la entidad elevó sus previsiones de precio para los próximos trimestres. Ahora anticipan que el oro alcanzará los USD 3.600 por onza hacia marzo de 2026, con una proyección de USD 3.700 para junio y septiembre del mismo año. La meta de fin de 2025 se mantiene en 3.500 dólares.
No obstante, los analistas también advierten sobre un riesgo clave: que la Reserva Federal se vea obligada a endurecer su política monetaria, lo cual podría presionar al alza los rendimientos reales y, en consecuencia, restar atractivo al oro. “El riesgo clave para el oro es si la Fed se ve obligada a subir las tasas”, concluyen. Por ahora, los fundamentos continúan alineándose a favor del metal precioso, que encuentra respaldo tanto en la debilidad estructural del dólar como en el rediseño del sistema financiero global.
“La atención se concentra en el Simposio de Jackson Hole, donde el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, podría ofrecer nuevas señales sobre la trayectoria futura de las tasas de interés. La creciente percepción de que el banco central norteamericano podría adoptar un proceso de flexibilización más gradual de lo anticipado redujo el apetito por activos defensivos, estimulando movimientos de toma de ganancias”, aportó Antonio Montiel, director de Análisis de ATFX Education.