“En muchos casos nos hemos deteriorado, pero no podemos vivir de la nostalgia. Tenemos que tener planes de acción más que añorar tiempos que se fueron y que tal vez no regresen”.
El ex presidente de Ecuador Jamil Mahuad dejó esa profunda reflexión al analizar los desafíos actuales -y futuros- de América Latina y el mundo, durante la extensa entrevista que brindó a Infobae en el marco de su viaje a Buenos Aires.
La principal preocupación del académico de la Universidad de Harvard es el avance del narcotráfico a nivel regional. Al respecto, consideró que el crimen organizado ya superó todas las capacidades de los Estados individuales y requiere una respuesta global: “Así como hay una organización internacional criminal, tiene que haber una organización internacional de defensa contra el crimen, y la colaboración tiene que ser mucho más amplia”. En ese sentido, identificó a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua como “la cabeza organizadora” del crimen organizado en la región.
En cuanto a la salud democrática de la región, sostuvo que el principal reto de los gobiernos consiste en adaptar la democracia a las expectativas de “una población joven y digitalizada”, que exige inmediatez y flexibilidad en la toma de decisiones. En ese contexto, también abordó el impacto de la inteligencia artificial y advirtió que “es imparable”.
En su exhaustivo análisis planteó que otro problema que debe afrontar América Latina a futuro es el cambio demográfico. Si bien opinó que la desaceleración del crecimiento poblacional en la región facilita el desarrollo, alertó sobre los cambios globales.
Por último, Mahuad también analizó la coyuntura política en otros países como Colombia, y opinó sobre una posible dolarización en Argentina.
-En la primera parte de la entrevista cuando abordaba los desafíos del Ecuador, remarcó la lucha contra el narcotráfico. ¿Cree que se trata también del principal desafío de los países de América Latina en general? Usted mencionó, además, que para solucionar esta problemática debe haber compromiso de todos los gobiernos, no sólo de un país. ¿Ve voluntad por parte de los países de la región para hacer frente al crimen organizado?
-A mí me gustaría que hubiera más compromiso, pero sin duda en la medida en que el problema crece, la necesidad de actuar en conjunto también. Hay problemas que son del presidente de un país; hay problemas que son del gobierno de un país; hay problemas que son de la sociedad de un país; y hay problemas que rebasan a un país. Este es un problema que rebasa a un país. Es como el calentamiento global, como la epidemia de COVID. No se paran en las fronteras. Así como hay una organización internacional criminal, tiene que haber una organización internacional de defensa contra el crimen, y la colaboración tiene que ser mucho más amplia. Eso requiere colaboración en inteligencia, obtener información de lo que está pasando en armamento, en entrenamiento, en coordinación de planes, en anticiparse a lo que puedan hacer. Y es difícil porque tienen una gran cantidad de recursos los narcotraficantes.
-A diferencia de la época en la que usted gobernó el Ecuador, en la que sólo estaba la dictadura cubana, hoy tenemos tres regímenes dictatoriales como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua. ¿Son estos los mayores focos de preocupación en relación a este tema del narcotráfico y el crimen organizado?
-Yo diría que sí. Porque forman parte de la cabeza organizadora. El caso de Venezuela, para tomar un ejemplo, es terrible. Porque es un país en donde la población vota, pero no elige. Es un país en donde los problemas no se resuelven dentro del país, sino fuera. La ubicación geográfica de Venezuela, la enorme cantidad de recursos de todo tipo que posee, la convierten en una ficha tan valiosa en el ajedrez mundial que ya tienen que ver no solo los venezolanos, sino potencias extranjeras en eso. Entonces, primera situación, las elecciones las ganó Edmundo González, nunca pudo entrar al país o posesionarse. No es un fraude electoral el que hizo Maduro; fraude electoral es que se manipulen unas mesas, que haya ciertas irregularidades. Esto es un atraco electoral. El candidato gana con una diferencia enorme de puntos; la diferencia entre Edmundo González y Maduro es más grande que la cantidad de votos que obtuvo Maduro. Y sin embargo, Maduro se proclama triunfador en las elecciones sin un acta, sin una prueba y como tienen tomado el poder por la fuerza sigue ahí. Segundo, así como tiene que haber elecciones para que un país sea democrático, tiene que gobernarse democráticamente. A la primera le llamamos legitimidad de origen, la elección. Pero también hace falta la legitimidad de ejercicio. Hay que respetar una Constitución, unas leyes, tratados internacionales, derechos humanos. ¿Qué pasa con Venezuela? Es la mejor aplicación de la famosa línea de la ranchera El rey, y mi palabra es la ley. Allá lo que digan los dictadores que se convierten en ley. No hay marco jurídico, segunda violación terrible a la democracia. Y tercero, tiene que ser elección por el pueblo, Constitución y leyes, y para el pueblo. El resultado final es una mejoría de la calidad de vida de la población. A esas tres cosas juntas le llamamos democracia. ¿Y qué pasa en Venezuela? La tragedia económica no puede ser peor. Su país, el mío, otros países han acogido con los brazos abiertos miles de venezolanos; ocho millones salieron del país por condiciones económicas y de persecución. Venezuela es el ejemplo histórico registrado de la catástrofe económica más grande para un país que no está en guerra. Destruyeron las elecciones, la convivencia social y la economía del país. Y están ahí totalmente atornillados en el puesto solo por la violencia, por la tortura, por el encarcelamiento. Ese es otro caso en que la comunidad internacional tiene que actuar con mayor fuerza.
-¿Considera que la comunidad internacional está en debe con las poblaciones de estos países?
-Yo creo que el problema es que se convierten en representantes de los intereses de grupos poderosos internacionales, me refiero a países. Y entonces ofrecen todo el apoyo y amenazan con conflictos enormes si es que se actúa. Pero yo espero que vayamos puliendo mecanismos para que la comunidad internacional pueda actuar más allá de las declaraciones de manera práctica y activa para superar esos problemas. Algunas cosas funcionan. Yo tengo la impresión de que el régimen venezolano cada vez está más aislado y cada vez tiene que recurrir más a la fuerza como la única manera de quedarse en el poder.
-Más allá de las dictaduras que hemos mencionado en Latinoamérica, también tenemos ciertos gobiernos que son democráticos, pero que muestran preocupantes señales de autoritarismo en algunos casos, y en otros perpetran constantes atropellos a las instituciones dañando la vida democrática. Usted esta semana participó de un foro en el que precisamente se habló de Estado de Derecho y democracia. ¿Cómo ve la situación de la democracia y el Estado Derecho en la región?
-Siempre se repite que la democracia está perdiendo popularidad, que cada vez el respaldo a la democracia es menor, y como venimos de una dicotomía entre democracia y dictadura, yo creo que es una lectura equivocada. Cuando la gente dice “la democracia no está cumpliendo”, algunos concluyen que entonces están pidiendo una dictadura. Yo creo que están pidiendo más democracia. Lo que están diciendo es, “esta democracia que nos ofrecen es una democracia trucha, falsificada. Queremos una real democracia”. Entonces, no es que queremos que cambien esto por la pérdida de libertad, queremos más libertad, más realidad en el ejercicio de la vida diaria. Siempre se puede mejorar, siempre estamos con alguna deficiencia y siempre causamos inconvenientes y dificultades, y molestias, pero siempre se puede mejorar. El gran reto para mí ahora es cómo ejercitamos la democracia en el año 2025, con las herramientas y la mentalidad del 2025. Con una población tan joven, tan grande en América Latina, absolutamente inmersa en el mundo digital que ofrece maravillosas oportunidades, que es supremamente generoso para aquel que quiere entrar ahí y que es terriblemente cruel con aquellos que no quieren entrar ahí. ¿Cómo usamos esas herramientas para que la práctica democrática sea más efectiva y se conecte más con la vida diaria de los jóvenes? Yo me hago esta reflexión: ¿Cuánto tiempo tarda un joven en decidir cambiar el celular si no le gusta? Lo puede hacer en horas, o el computador, cualquier cosa. Primero toma sus decisiones. Segundo, puede volverlas a cambiar si se equivocó. Y son incesantes, son incansables, son impacientes, quieren todo rápido. Esa es una característica del mundo actual. No podemos, creo yo, decir, mientras ustedes hacen todo así en su vida, el rato en que piensan en la política cambien el chip mental. Tienen que esperar cuatro años, tienen que tener paciencia, porque les estamos pidiendo que en un aspecto de la vida piensen diferente. Yo creo que el reto más bien está en nosotros. ¿Cómo hacemos nosotros para generar formas de comunicación, de pensamiento, que usando estas herramientas nos permitan comunicar los contenidos correctos? Y hay miles de oportunidades, pero hay que tomarlas en serio, y hay que dedicarse a desarrollarlas.
-Ya que trae a colación el tema de las tecnologías, ¿cómo ve el impacto de la inteligencia artificial en el futuro de la región?
-La inteligencia artificial es imposible de detener. Y cuando algo viene con esa fuerza lo mejor es incorporarse a ella para darle buen uso, para beneficiarse de las maravillas que ofrece, en lugar de dejarla a un lado para que se aprovechen de ella los que no quieren hacer el bien, sino ganar beneficios personales. Es imparable, está presente ya y se acelerará muchísimo. Así que yo con la tecnología trato de llevarme bien y trato de que se convierta cada vez más en una herramienta útil en nuestra vida. Inclusive el ejercicio de la política debería aprovechar esas cosas. En muchos casos nos hemos deteriorado, pero no podemos vivir de la nostalgia. Tenemos que tener planes de acción más que añorar tiempos que se fueron y que tal vez no regresen. Así que esa es la tarea de la política ahora. ¿Cómo nos acercamos al ciudadano actual? Para que el ciudadano actual se beneficie de la práctica democrática, en lugar de criticar al ciudadano actual y me refiero a la gran mayoría que son jóvenes, porque usan mecanismos diferentes a los nuestros. Lo que va a cambiar en los próximos 10 años es mucho más rápido que estos 40 años. Eso es imparable, necesario y hay que usarlo. ¿Cuál es el otro gran problema? Más allá del calentamiento global, al que no me refiero porque creo que mucha gente ya lo conoce muy bien. El tema demográfico. Es una buena cosa para América Latina que ya no crecemos a las tasas de antes, en donde la multiplicación de los habitantes volvía todavía más cuesta arriba la tarea del desarrollo. Pero fíjese en los patrones demográficos que se vienen. A finales de este siglo China tendrá 700 millones de habitantes. Es decir que va a perder el 50% de su población. Al finalizar este año, este siglo, el continente más poblado del mundo va a ser África, no Asia. Y si no desarrollamos el continente, ¿cómo impedimos la inmigración de África a Europa si hay un pedazo de océano de este porte que lo divide? Para dentro de 25 años, en Estados Unidos, solo la mitad de la población se autodefinirá como población blanca. En 25 años, siete de las 10 más grandes economías del mundo no van a ser occidentales. Entonces, en este mundo que va a esa velocidad y con cambios tan brutales, nos toca movernos. La famosa distinción entre el cambio de los tiempos y el cambio de las épocas. Cuando estamos en una estructura y pasa algo grave, un tsunami, el COVID, viene un remezón brutal y luego nos reajustamos, nos reacomodamos, reconformamos las alianzas y continuamos. En cambio de época no podemos volver a lo que había porque las estructuras cambian y eso veo yo ahora: la estructura de los organismos internacionales, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ya no es época de nuevo de renovar las alianzas, es época de cambiar las alineaciones. Países que estaban en un bloque y ahora pasan al otro, un mundo que tuvo bipolaridad en la Guerra Fría, Rusia – Estados Unidos, que pasó a ser unipolar un tiempo por la caída de Rusia y del muro de Berlín, que ahora se vuelve multipolar y que al mismo tiempo está generando otra vez una bipolaridad, China y Estados Unidos, países que empiezan a hablar de sustituir la moneda, que es el dólar por otra cosa, etcétera. Son demasiados movimientos al mismo tiempo que generan mucha confusión, pero en esas aguas hay que nadar porque ahí estamos.
-Retomo la coyuntura política de la región. ¿Cómo ve a la Colombia de Petro? El gobierno está en crisis, pareciera que el presidente perdió bastante respaldo popular, en las últimas semanas atentaron contra un precandidato presidencial… ¿Teme que Colombia vuelva a esa espiral de violencia que se vio en el país tiempo atrás?
-Yo creo que hay muchísimas críticas totalmente fundamentadas al ejercicio de esa presidencia. Creo que hay países que con más frecuencia que otros se acercan demasiado al precipicio de la violencia. Y en el caso de Colombia debe estar muy alerta para que eso no ocurra. El atentado contra Miguel Uribe es terrible. De eso ya no se oía en Colombia durante tantas décadas. ¿Y es un hecho aislado o quiere convertirse en una forma normal de ejercitar la erradicación de los políticos que no piensan como los demás? Me parece que las autoridades tienen que actuar en eso. Y las elecciones de Colombia que también se van acercando, son una oportunidad para definir esa situación. Van a ser tensas, la situación del país está evidentemente convulsionada, hay muchísima insatisfacción con el presidente y vamos a ver cómo se desencadena, creo que toda América está pendiente de eso.
-En la última semana Lula da Silva vino a Buenos Aires con motivo del Mercosur. El presidente brasileño, quien mantiene una tensa relación con el gobierno de Javier Milei, visitó a la ex presidenta Cristina Kirchner en su arresto domiciliario. ¿Qué opinión tiene de esta visita?
-Yo creo que hay dos niveles. Un nivel es el oficial y otro nivel es el personal. Si hay una amistad personal, el visitar a una amiga o amigo que está en una situación, en un momento difícil, me parece un gesto humano comprensible. Al mismo tiempo hay que observar todas las formas de un jefe de Estado. Y ahí el presidente Lula vino a la reunión de Mercosur y vendrá a otras reuniones entre los dos países. Si lo uno influye en lo otro estaría limitando la capacidad, pero si no lo influye y puede mantener un nivel de solidaridad personal y al mismo tiempo su nivel de jefe de estado, creo que puede hacer ambas cosas.
-Para terminar, durante la campaña electoral argentina se habló mucho de una posible dolarización en Argentina. Incluso se puso como modelo el caso de Ecuador. ¿Cómo ve este año y medio de gobierno de Milei? ¿Cree posible que se de una dolarización como la ecuatoriana?
-A nosotros nos ha ido muy bien con la dolarización. Sin duda fue la medicina correcta para el paciente correcto en el momento correcto. ¿Por qué? Porque analizamos desde el aspecto técnico muy a fondo, vimos que la gente lo quería y por tanto iba a tener un buen apoyo social y porque hubo la viabilidad política. Como sé que hubo que hacer todo eso en el Ecuador para que las cosas salieran bien, mi impresión es que cualquier país que quiera tomar cualquier política pública que se convierta en política de Estado necesita hacer las tres cosas. Pero yo no ando dando consejos a otros países más allá de esta observación de tipo general. A mí me ayudaron muchos economistas argentinos a analizar la situación del Ecuador. Yo tenía un gran equipo, ministro de finanzas, Alfredo Arizaga, un gran director jurídico en la presidencia que analizó toda la parte legal de la dolarización en el Ecuador, miembros del directorio del Banco Central que tenían que estuvieron de acuerdo y también trabajaron mucho, superintendente de bancos y el apoyo internacional. Como yo me beneficié tanto de muchos economistas argentinos con la experiencia de la convertibilidad encabezados por Domingo Cavallo, pienso que ustedes tienen suficientes argentinos totalmente capaces como para analizar la situación del país y determinar qué es lo más conveniente. Sigo a Argentina lo más cerca que puedo, trato de entender situaciones a veces muy complejas, y seguí todo el proceso en que se analizaba a fondo la dolarización. Uno de los economistas, Emilio Ocampo, que escribió un libro sobre la posible dolarización argentina, ha estado siempre en contacto conmigo y hemos estado comparando y analizando la situación ecuatoriana. Inclusive en su libro, él usa el ejemplo de Ecuador muchísimo. ¿Por qué? Cuando nosotros dolarizamos fuimos el primer país del mundo que lo hacía. Y es muy duro porque no hay otros ejemplos de donde aprender. Pero ahora, después de Ecuador vino El Salvador; y en el caso ecuatoriano tiene 25 años de información. Día a día, mes a mes, todos los registros. Usted ya sabe qué pasa con un país, ya tiene datos que antes no había. Yo confío en que la decisión que tomen sea la mejor para el país y que cualquier decisión que sea, juntará las dos cosas: técnica, política y social.