Soldados del ejército surcoreano patrullan junto a la cerca de alambre de espino en Paju, Corea del Sur, cerca de la frontera con Corea del Norte, el jueves 16 de febrero de 2023 (AP Foto/Ahn Young-joon)

Corea del Sur reabrió este lunes la puerta a un improbable gesto de distensión con Corea del Norte: propuso conversaciones militares formales para aclarar la línea de demarcación en la frontera más tensa de Asia. La iniciativa llega después de una serie de incursiones de soldados norcoreanos que, según Seúl, han obligado a disparar tiros de advertencia en repetidas ocasiones durante los últimos meses.

El Gobierno surcoreano teme que un mal cálculo o un paso en falso conviertan estos episodios en un enfrentamiento armado de consecuencias imprevisibles.

El viceministro de Política de Defensa, Kim Hong-Cheol, aseguró que la oferta busca “prevenir choques accidentales” en una zona donde la maleza, la niebla y los restos de un conflicto congelado desde 1953 dificultan incluso identificar los límites exactos.

Los puestos originales de la línea de demarcación militar, trazados al final de la Guerra de Corea, han desaparecido en muchas áreas. Ese vacío ha abierto margen para interpretaciones divergentes y, con ello, para un aumento del riesgo militar.

Pero la propuesta llega en un momento en el que Pyongyang evita sistemáticamente cualquier contacto con Seúl y Washington. Desde que fracasó en 2019 la diplomacia personal entre Kim Jong-un y Donald Trump —una apuesta inédita que prometía un acuerdo nuclear “histórico” y terminó sin avances—, Corea del Norte ha clausurado todos los canales de diálogo.

FOTO DE ARCHIVO: Una bandera norcoreana ondea en lo alto de una torre de 160 metros en la aldea de propaganda norcoreana de Gijungdong, en esta imagen tomada desde el observatorio Dora, cerca de la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas, en Paju, Corea del Sur, 24 de abril de 2018 (REUTERS/Kim Hong-Ji/File Photo)

Kim ha dado señales ambiguas sobre una posible nueva reunión con Trump, siempre condicionada a que Estados Unidos retire la exigencia de desnuclearización como requisito previo, una línea roja inaceptable para Washington.

El Gobierno del presidente Lee Jae-myung, de orientación liberal, insiste en que la única estrategia sostenible es reconstruir la comunicación con el Norte. Algunos analistas en Seúl interpretan la oferta de conversaciones como un intento de romper el hielo, consciente de que cualquier deshielo pasa por reducir primero el riesgo militar. Pero Pyongyang ha respondido con hostilidad.

En agosto, Kim Yo-jong, hermana del líder norcoreano y una de las voces más influyentes del régimen, calificó el acercamiento de Lee como una “intención siniestra”, acusando a Seúl de buscar culpabilizar al Norte por el deterioro bilateral.

El endurecimiento norcoreano ha ido más allá de la retórica. A finales de 2023, Kim Jong-un declaró oficialmente caducada la meta histórica de una unificación pacífica con el Sur y ordenó una reforma constitucional para definir a Corea del Sur como un enemigo permanente.

Desde entonces, el ejército surcoreano ha detectado nuevas barreras antitanque, minas adicionales y actividad de fortificación en la franja limítrofe.

FOTO DE ARCHIVO: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estrecha la mano del líder norcoreano, Kim Jong-un, mientras se reúnen en la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas, en Panmunjom, Corea del Sur. 30 de junio de 2019 (KCNA vía REUTERS)

La frontera de 248 kilómetros de largo y cuatro kilómetros de ancho —la Zona Desmilitarizada (DMZ)— es técnicamente uno de los puntos más peligrosos del planeta.

Se calcula que más de dos millones de minas se esconden entre colinas boscosas, vallas de alambre de púas, búnkeres y puestos de vigilancia. La zona, creada tras el armisticio de 1953, nunca fue respaldada por un tratado de paz, lo que significa que ambas Coreas siguen, formalmente, en guerra.

Las tensiones fronterizas se han intensificado en los últimos dos años, coincidiendo con el aumento del arsenal norcoreano. Pyongyang ha multiplicado sus ensayos de misiles —incluidos misiles balísticos intercontinentales capaces de alcanzar territorio estadounidense— y ha proclamado que su estatus nuclear es “irreversible”.

Según expertos del panel de sanciones de la ONU, Corea del Norte continúa expandiendo su programa armamentístico gracias a un red de cooperación clandestina que incluye a Rusia, país que ha sido acusado por Washington de intercambiar armas y tecnología militar con Pyongyang a cambio de municiones para la guerra en Ucrania.

La Casa Blanca sostiene que la diplomacia solo será posible si Corea del Norte muestra pasos verificables hacia el desmantelamiento de su programa nuclear. Sin embargo, la estrategia de presión —reforzada por rondas sucesivas de sanciones desde 2006— no ha logrado frenar los avances armamentísticos del régimen.