Independiente hizo lo imposible para no ganar. Intentó, buscó, como siempre. Pero no paró de cometer errores severos. Los dos goles sufridos, una insólita expulsión y un mar de situaciones desperdiciadas. Y algo más: para ganar en el campo internacional, hay que tener algo más que un juego audaz. Otros atributos, justamente los que a Independiente lo hicieron tan grande.
Por diferencia de gol, está último en el Grupo A de la Copa Sudamericana, luego de caer por 2 a 1 contra Guaraní, en un semivacío Defensores del Chaco. En el otro partido, Boston River le ganó por 2 a 1 a Nacional Potosí, resultado que lo complica aún más. La infantil expulsión de Iván Marcone en el final del primer capítulo, fue el principio de fin.
Un cambio a los 20 minutos del primer tiempo: Chiqui Arce, el entrenador de Guaraní, sacó al número 10, William Mendieta, con quien conversó unos minutos para darle a entender la situación táctica. En su lugar ingresó Alcides Benítez, un defensor, todo un símbolo de la situación: Independiente llevaba las riendas del partido, con tres situaciones claras durante el primer tramo del espectáculo.
Sin embargo, el fútbol es un juego tan imprevisible, que en una acción aislada, en la otra frontera, lo cambió todo. Sebastián Valdez intentó darle un pase al arquero, al peinarle una pelota, pero quedó demasiado corto, apareció por sorpresa Gustavo Vargas, que dejó en el camino a Angulo y definió con clase.
Pasó Independiente de la posibilidad de estar arriba en el marcador (uno o dos goles al menos), a quedar en desventaja. Y desnudo atrás: tanto ir al ataqu, tiene su peligro, y en un contraataque rápido, Guaraní marcó el segundo, no cobrado por una posición adelantada previa.
Para peor, sufrió la expulsión de Iván Marcone en el final del primer tiempo, vía VAR. El volante, de intempestiva acción y desde el piso, le tiró una patada a Benítez, luego de sufrir una falta. Insólita actitud del mediocampista del Rojo, fuera de toda lógica. Y el desarrollo se transformó literalmente.
Loyola era la bandera, como casi siempre. Independiente siempre estuvo cerca del empate, pero su falta de serenidad en los momentos decisivos (la expulsión, todo un símbolo) le jugó en contra. Mal parado, desprotegido, un disparo de Fernández chocó con el palo; la jugada fue anulada por posición adelantada. En la repetición, se vio que estaba habilitado. Es decir: el partido era una moneda en el aire.
Hasta que Independiente encontró un gol, casi sin proponérselo. Loyola, detrás del arquero, entró solo y desde un ángulo cerrado, después de un centro de Angulo que Cabral no alcanzó a rozar.
El mismo volante, de lejos, encontró los mejores reflejos de Martín Rodríguez. Independiente, aún con un intérprete menos, mantuvo una noche con destellos de las virtudes de un ciclo en crecimiento.
Hasta que en una pelota parada, Guaraní encontró la diferencia. Con cierta complicidad de Rodrigo Rey, Gustavo Vargas, otra vez, convirtió para el equipo guaraní, confirmado por el VAR más allá de una mano imperceptible.
Días atrás, el entrenador del Rojo había sido claro. “Siento que el equipo me representa, lo que hacen dentro del campo es lo que uno intenta transmitirle. Estos chicos están haciendo un trabajo muy bueno y siento que tienen mucho por mejorar”, decía Julio Vaccari.
“¿Para qué está Independiente? Este equipo está para jugar el próximo partido, ese es nuestro objetivo y nuestra mentalidad. No pensar en lo que puede llegar a venir, sino en lo próximo. En este club no se puede elegir nada. Lo que viene es lo más importante y hay que representar bien a esta camiseta y a esta institución”, entiende el conductor.
Lo mejor de la caída de Independiente
El Rojo mantuvo la filosofía, pero hizo todo lo que estuvo a su alcance… para perder. Los dos goles rivales, la expulsión y, además, desperdició, al menos, cinco, seis situaciones claras de riesgo.
Y quedó último, en una zona que comparte con tres débiles adversarios. Falta mucho, pero no alcanza con el estilo. En el campo internacional, hacen faltan otras razones. Esas mismas que a Independiente lo hicieron tan grande.