
La investigación por la muerte del campesino Alberto Costa, en una vivienda rural de Comandante Nicanor Otamendi, a 38 kilómetros de Mar del Plata, se encamina hacia una nueva hipótesis luego de que la familia diera algunos detalles sobre varios elementos que faltaban en la casa y que se conocieran los primeros datos de las pericias realizadas en el lugar: confirmaron que el hombre se defendió a los tiros de sus atacantes.
La Fiscalía Descentralizada de General Alvarado confirmó que la principal línea de trabajo está considerando que el ataque ocurrió con el fin de robarle dinero y armas.
El hallazgo del cuerpo sin vida ocurrió el domingo, cuando los efectivos del Comando de Patrulla Rural dieron aviso sobre la aparición de la víctima en un terreno cercano a la Ruta 88. Desde el primer momento, fuentes oficiales citadas por 0223 señalaron que el lugar permaneció preservado para facilitar la recolección de testimonios y pruebas. El hombre no mantenía vínculos laborales formales con los propietarios del campo en donde fue hallado, pero vivía allí por un acuerdo informal que le permitía cuidar animales y residir en la construcción emplazada en la finca.
Según informó La Capital de Mar del Plata, el fiscal Ramiro Anchou supo, a partir del testimonio de la esposa e hijos del fallecido, que en la vivienda faltaban armas propiedad de Costa y dinero proveniente de una reciente venta de corderos y lechones. Esa operación había sido realizada apenas unos días antes de su muerte, por lo que contaba con una suma de efectivo no precisada en el domicilio. Esta circunstancia alimentó la sospecha de que el o los asesinos podrían haber obtenido datos sobre la tenencia del dinero y planificaron el ataque.
Además, se conocieron los primeros resultados de las pericias realizadas en el lugar, que revelaron que los oficiales de la Policía Científica observaron “varios” impactos de bala en el cuerpo y en la estructura de la vivienda. Aunque todavía se espera el informe preliminar de la autopsia, los investigadores corroboraron que el hombre de 75 años murió por múltiples disparos de arma de fuego.

La reconstrucción del hecho estableció que el campesino disparó para defenderse de los agresores y, tras recibir varios impactos, se refugió en su habitación, donde fue descubierto ya muerto. Aparentemente, fueron dos o más las personas que participaron del robo.
Mientras tanto, se aguardan los resultados de las pericias balísticas, las cuales podrían determinar cuántas armas se emplearon en el episodio, dado que se encontró evidencia de que hubo un intercambio de disparos tanto dentro de la vivienda como en sus inmediaciones. El propio fiscal Anchou dispuso nuevas diligencias para esclarecer la logística del hecho, entre ellas la toma de declaraciones realizada este lunes a una veintena de trabajadores rurales que actualmente trabajan en ese predio. Aunque ninguno habría presenciado el ataque, podrían aportar información relevante respecto a movimientos inusuales o posibles sospechosos.
La víctima mantenía una relación habitual con otros habitantes de Otamendi y se dedicaba casi exclusivamente a la atención de animales. De acuerdo con la información oficial, permanecía en el lugar porque atendía a los de su propiedad, una práctica común que se realiza en áreas rurales donde los dueños de establecimientos permiten que los trabajadores o allegados residan allí como encargados.
El homicidio ocurrió en una casa sencilla situada en plena zona rural, a por lo menos 1.000 metros de cualquier otra edificación. La falta de testigos presenciales y de cámaras de vigilancia representarán algunas dificultades para los investigadores al momento de reconstruir el hecho. Ante este escenario, el equipo a cargo del caso reconoció que deberán analizar diversas hipótesis y no excluyen ninguna posibilidad mientras avanzan con las diligencias para esclarecer lo sucedido.