Javier Milei y León XIV durante la reunión que mantuvieron en la Biblioteca Pontificia, (El Vaticano)

(Desde Roma, Italia) En la Biblioteca Apostólica, con las puertas cerradas, estaban León XIV, Javier Milei y Karina Milei. Afuera silencio absoluto a la espera que terminara la audiencia, que ya se extendía más allá de lo previsto. Entonces, como una letanía, empezaron a escucharse carcajadas. Una y otra vez. El Papa, el Presidente y la secretaria General de la Presidencia pasaron un momento histórico en tono ameno, distendido, promisorio.

“Estoy feliz”, dijo Milei a su comitiva como balance instántaneo del cónclave que protagonizó con el sucesor de Francisco. Gerardo Werthein -canciller- y Manuel Adorni-portavoz presidencial-, asintieron en silencio.

El jefe de Estado había llegado a Roma con la intención de describir a León XIV cómo era su programa de gobierno y qué pensaba del tablero internacional.

Y no sólo logró su objetivo político, sino que además trazó un sendero de confianza con el Papa que puede desembocar en una cercanía inédita para las relaciones entre Argentina y El Vaticano.

Milei tiene que agradecer a Francisco. Él comentó a León XIV su opinión del presidente libertario, y esa mirada personal tiño las decisiones institucionales y protocolares que enmarcaron la audiencia en la Biblioteca Pontificia.

El cónclave fue más largo que lo previsto, y tuvo la presencia de Karina Milei. La Curia romana asumió su peso específico –en el poder y en el sentimiento presidencial– y convalidó que estuviera presente cuando se trataron asuntos que se pueden considerar secretos de Estado.

El Vaticano asumió que Karina Milei es familia y el primer círculo de confianza del Presidente, y no dudó en abrir las puertas de la Biblioteca Pontificia para ella, a los pocos minutos de haber iniciado la audiencia papal.

Javier Milei, León XIV y León XIV durante la audiencia en la Biblioteca Apostólica, (Vaticano)

La dinámica del coloquio entre Milei y León XIV fue esperable. El presidente vehemente, desbordante de conceptos teóricos, didáctico. El Papa escuchando, reflexivo, inmutable: a diferencia de Francisco, que cambiaba la miraba o arrugaba la frente cuando un tema le importaba o lo aburría hasta el soponcio.

Milei explicó porqué es tan importante que baje la inflación, cómo estaban evolucionando los niveles de pobreza, y la vinculación automática entre inflación y pobreza.

León XIV conoce la región y sabe qué sucede en la Argentina.

Y ambos hablaron mucho tiempo de la cuestión social. Tienen miradas distintas, pero coinciden en lo básico: en el siglo XXI, la pobreza es una asignatura pendiente que debe ser resuelta sin dilaciones.

Un imperativo categórico.

Javier Milei y León XIV durante la reunión en el Vaticano

Milei invitó al Papa a la Argentina. León XIV dijo que sí. Y agregó que sería una gira que incluiría Uruguay y Perú, adonde hizo mucha obra a favor de los pobres y la inclusión social.

No hay una fecha posible, aún. Pero no sucederá antes de las elecciones de octubre. Milei le agradeció la predisposición del Pontífice.

Al momento de tratar la situación global, el presidente describió su mirada del mundo.

Milei abogó por la paz global, y fue enfático respecto a la responsabilidad de Vladimir Putin en la guerra contra Ucrania y en la defensa de Israel frente a la ofensiva terrorista de Hamas, Hezbollah y los Huties.

León XIV se mostró preocupado por la situación en Ucrania y Gaza, y dejó entrever que utilizará la diplomacia vaticana para encontrar una solución a los conflictos que suceden en Europa y Medio Oriente.

El Papa conoce los vínculos de Milei con el premier Benjamín Netanyahu, y tenía presente que el presidente llegará a Israel la semana próxima.

Milei no tiene juego en el Golfo Pérsico, y menos aún en Palestina. Pero llega directo al gobierno israelí. Y esa es una ventaja táctica que quedó en evidencia durante el coloquio en la Biblioteca Pontificia.

Javier Milei y León XIV flanqueados por Karina Milei, Gerardo Werthein, Manuel Adorni y Pablo Beltramino

Al momento de los regalos apareció el recuerdo nítido de Francisco.

León XIV no tuvo tiempo aún para elegir los obsequios que se entregan después de las audiencias con los jefes de Estado. Y está utilizando lo que dejó Francisco durante su papado.

Regaló los rosarios y las medallas que, en vida, encargó el Papa argentino.

La sonrisa de Francisco apareció ahí. Todos la vieron, desde León XIV hasta Milei.

Fue un dogma de fe.