El Fondo Monetario anunció este jueves que alcanzó un acuerdo a nivel de staff técnico con el Gobierno sobre la primera revisión de metas de reservas en el Banco Central y de superávit. El directorio del organismo debatirá la semana que viene el resultado de las negociaciones y podría aprobar un desembolso de USD 2.000 millones.
Así lo comunicó este jueves por la tarde el FMI, luego de semanas de conversaciones entre Buenos Aires y Washington, con misiones del organismo en el Ministerio de Economía y comitivas de funcionarios argentinos que también viajaron a la capital norteamericana.
“El programa ha tenido un inicio sólido a pesar de un contexto externo más complejo: la desinflación y el crecimiento han continuado, la pobreza ha seguido reduciéndose y Argentina se ha reincorporado a los mercados internacionales de capital antes de lo previsto”, mencionó el organismo.
“Las autoridades mantienen su compromiso de salvaguardar el ancla fiscal, reconstruir las reservas, reducir la inflación de forma duradera, seguir fortaleciendo el marco monetario e impulsar reformas que impulsen el crecimiento”, continuó.
Sobre la flexibilización del cepo cambiario y la flotación del dólar, el FMI consideró que “la transición a un régimen cambiario más flexible y la flexibilización de la mayoría de los controles cambiarios se han desarrollado sin contratiempos, a pesar de un contexto externo más complejo”. “El tipo de cambio oficial se ha mantenido cerca del punto medio de la banda”, destacó.
“En consonancia con los objetivos del programa, se alcanzaron acuerdos sobre políticas destinadas a salvaguardar el logro del ancla fiscal, reconstruir las reservas, reducir de forma duradera la inflación y seguir mejorando la claridad y el funcionamiento del marco monetario. Esto se complementará con nuevas medidas para crear una economía más abierta, resiliente y basada en el mercado”, planteó el staff.
Revisión de metas: qué se discutió y cuál es el diagnóstico del FMI
En las últimas horas Julie Kozack, vocera del Fondo Monetario Internacional, había afirmado que las negociaciones con la Argentina por la primera revisión del nuevo programa se encontraban “muy avanzadas”.
Kozack dijo que el programa se sustentó “en la continua implementación de políticas macroeconómicas restrictivas, que incluyen un sólido ancla fiscal y una política monetaria restrictiva”. Además, sostuvo que “la transición a un régimen cambiario más flexible ha sido fluida. La desinflación se ha reanudado y Argentina accedió nuevamente a los mercados internacionales de capital antes de lo previsto inicialmente”.
En la mesa de discusión en este proceso estuvo la determinación del cumplimiento de las primeras metas del programa, en términos de superávit primario y acumulación de reservas. Esta segunda cuestión asoma como la más crítica. La fecha de corte original para contemplar cuántos dólares acopió el BCRA fue el 13 de junio, pero para ese día el mercado calcula que el Gobierno quedó unos USD 4.000 millones por debajo del objetivo.
Con el BCRA fuera del mercado oficial y con intervenciones solo reservadas para cuando el tipo de cambio tocara el techo de la banda, el Gobierno activó otros mecanismos para sumar dólares a las arcas internacionales e intentar acercarse a las exigencias del programa. Uno fue la compra directa del Tesoro -es decir, el Ministerio de Economía- de divisas que liquiden provincias o empresas que emitan deuda en moneda extranjera.
Este martes el FMI advirtió en un informe que la economía argentina requiere más reservas, la puesta en marcha de reformas, el regreso a los mercados internacionales y una aceleración de las inversiones extranjeras.
En ese reporte, el FMI subrayó que la implementación sostenida del programa de Facilidades Extendidas (EFF, por sus siglas en inglés), recientemente aprobado, seráclavepara “mantener una balanza comercial sólida, atraer inversión extranjera directa, recuperar el acceso a los mercados y salvaguardar la sostenibilidad externa”.
Para avanzar en la estabilización, el FMI consideró crucial “una flexibilización cuidadosa de las restricciones cambiarias, acompañada por políticas macroeconómicas estrictas y mayor flexibilidad cambiaria”, con el fin de acumular reservas, recuperar el acceso al financiamiento internacional y alentar la inversión. Este proceso, además, debería complementarse con políticas macroprudenciales rigurosas “para garantizar la sostenibilidad de los flujos de capital y evitar descalces de moneda o ingresos especulativos disruptivos (hot money)”.