Un hongo comestible podría transformar la protección de papel y tela frente a líquidos, según un estudio publicado en la revista Langmuir de la Sociedad Estadounidense de Química.
El desarrollo estuvo a cargo de investigadores de la Universidad de Maine, en los Estados Unidos. Consiste en un recubrimiento natural que impermeabiliza materiales cotidianos, con la meta de ofrecer una alternativa sostenible a los plásticos de un solo uso.
Con ese avance, los investigadores buscan reducir los residuos plásticos que llegan a vertederos y océanos. Se inspiraron en soluciones de la naturaleza.
El equipo, liderado por la científica Caitlin Howell, se enfocó en el hongo Trametes versicolor, conocido como “cola de pavo”.
Este organismo, además de ser comestible, desarrolla una estructura subterránea llamada micelio, formada por una red de filamentos finos.
El micelio tiene la capacidad natural de repeler el agua, lo que lo convierte en un candidato ideal para crear barreras protectoras.
Para fabricar el recubrimiento, los científicos mezclaron el micelio del hongo con nanofibrillas de celulosa, fibras microscópicas derivadas de la madera y utilizadas en la fabricación de papel.
Esta combinación se aplicó en capas delgadas sobre materiales como papel, mezclilla, fieltro de poliéster o láminas de madera.
El proceso requirió al menos tres días de crecimiento en un ambiente cálido, seguido de un secado en horno durante un día para inactivar el hongo y fijar la capa protectora.
El resultado fue una película delgada, similar en grosor a una capa de pintura, que modificó el color original de los materiales tratados.
Aparecieron patrones moteados en tonos amarillos, naranjas o marrones claros. Las pruebas demostraron que el recubrimiento impedía la absorción de agua, aceite y grasa.
Al colocar gotas de agua sobre los materiales tratados, se formaron esferas en la superficie, mientras que en los materiales sin tratar el líquido se absorbía o se extendía.
Además, el recubrimiento bloqueó la penetración de otros líquidos como n-heptano, tolueno y aceite de ricino, lo que sugiere una protección eficaz frente a una amplia variedad de sustancias.
Los resultados del trabajo representan una demostración exitosa de un recubrimiento fúngico seguro para alimentos, con potencial para reemplazar productos plásticos de un solo uso.
“Este trabajo es una demostración exitosa de un recubrimiento fúngico apto para alimentos y muestra el potencial de esta tecnología para reemplazar productos plásticos de un solo uso”, señalaron los autores del estudio.
El proceso de creación del recubrimiento es sencillo y utiliza materiales renovables y seguros.
La mezcla de micelio y nanofibrillas de celulosa se adapta a diferentes superficies, lo que amplía las posibilidades de aplicación en la industria del embalaje, la fabricación de textiles y otros sectores que buscan alternativas ecológicas a los plásticos convencionales.
El objetivo principal de los investigadores es contribuir a la reducción de la dependencia de los plásticos desechables.
“Nuestra esperanza es que, al ofrecer más formas de reducir potencialmente nuestra dependencia de los plásticos de un solo uso, podamos ayudar a disminuir los residuos que terminan en vertederos y océanos”, afirmó la doctora Howell.
Los resultados iniciales muestran un avance prometedor en la búsqueda de soluciones sostenibles.
El recubrimiento fúngico, al ser seguro para el contacto con alimentos y biodegradable, podría convertirse en una herramienta clave para enfrentar el desafío ambiental que representan los plásticos de un solo uso.
El futuro de los revestimientos de hongos
El recubrimiento hecho con hongos y fibras de madera que hicieron los investigadores de los Estados Unidos resiste no solo el agua, sino también líquidos como aceites y solventes difíciles de bloquear. Esto lo vuelve útil en productos que necesitan protección extra, según destacó la publicación Bioingineer.
La técnica usa ingredientes seguros, como esporas de hongos y pulpa de madera, sin químicos tóxicos ni procesos complicados. Todo el proceso es simple, y podría sumarse a fábricas que ya existen.
El recubrimiento tiene un aspecto natural con manchas y colores suaves, diferente a los plásticos brillantes. Estos detalles pueden gustar a empresas que buscan mostrar productos responsables con el planeta.