Los árboles son parte importante, por no decir primordial, en el diseño de nuestros jardines. Son los protagonistas, más allá del espacio del que disponemos. Para elegir el árbol debemos tener en cuenta:

  • Su forma: cónica, globosa, piramidal, entre otras.
  • Si es de hoja caduca o persistente. Al diseñar grupos se sugiere combinar caducos con persistentes, tanto para el contraste otoñal como para la combinación de texturas y colores de hojas.

Un gran banco realza el imponente roble.

  • Si es de copa o vestido hasta la base.
  • El tamaño de las hojas. Si nuestro espacio es pequeño se recomienda elegir aquellos de hojas pequeñas o medianas, de textura fina, porque generan una sensación de amplitud. En cambio, las hojas más grandes y de textura gruesa tienen el efecto de “achicar” visualmente el espacio.

Al momento de plantar grupos de árboles,
no pensar en el tamaño final de la especie
elegida sino en el efecto que se quiere
lograr.

A qué distancia plantar

La distancia de plantación es una decisión de diseño, ya que no hay nada escrito al respecto y no se puede determinar una distancia ideal.

Si vamos a realizar una avenida, la distancia mínima irá de los 5 a los 12 metros, teniendo en cuenta tanto la especie como el lugar a intervenir. Si el lugar posee cierto reparo del viento podemos aumentar la distancia. Si, en cambio, está muy expuesto, conviene disminuirla para que logren protegerse entre ellos.

Avenida de acceso de plátanos. Se puede observar el buen desarrollo y la poca distancia
de plantación.

Al momento de plantar grupos de árboles, no pensar en el tamaño final de la especie elegida sino en el efecto que se quiere lograr.

Una alineación de árboles que en algún tiempo será avenida.

El árbol para sombra

Es aquel que tiene copa amplia que proyecta una generosa sombra bajo sus ramas. Generalmente se eligen árboles caducifolios que, durante el invierno, permiten el paso de la luz del sol y, en verano, nos protegen con su sombra fresca. También pueden elegirse árboles perennifolios, pero teniendo en cuenta que sus hojas caen varias veces en el año y que el césped no prospera muy bien a sus pies.

El roble europeo es el gran protagonista del rosedal. Bajo su sombra, un lugar de estar.

Es importante considerar el desarrollo final de la copa para evitar tener que podar por estar muy próximo a una construcción. También, considerar el tipo de raíz que posee, ya que algunos árboles tienen raíces superficiales y muy agresivas en su crecimiento.

Un árbol protagonista que genera un espacio de sombra en este amplio jardín.

Los tipos de sombra que proyectan pueden ser: densas o filtradas. Las sombras muy densas no permiten el paso de rayos solares y, por ende, no lograremos que crezca el césped, como es el caso de los tilos y los plátanos. En cambio, las sombras filtradas permiten el desarrollo del césped, como es el caso de las robinias y las gleditsias.

El arte topiario

En jardines del norte de Europa es común observar el uso de árboles podados para conformar cercos o adoptar otras formas, como esferas y conos, ampliando así las posibilidades creativas en el diseño del jardín.

Carpinus podados enmarcando el acceso a la casa, en un jardín en Bélgica.

Este trabajo puede llevarse a cabo con ciertas especies, y es fundamental plantarlos correctamente desde el inicio. Para lograr un buen resultado se requieren dos podas: una a mediados de primavera, cuando ya han brotado, y otra a finales del verano. La clave para determinar si un árbol puede ser topiado radica en su capacidad de rebrote tras podas constantes.

Las especies más utilizadas para el arte topiario son Fagus y Carpinus, aunque también pueden emplearse algunos Acer, como el Acer campestre.

El ejemplar aislado

En muchas ocasiones buscamos un árbol que se destaque o que se convierta en el protagonista del espacio. La elección puede basarse en el color del follaje, como en el caso de aquellos con hojas amarillas o moradas durante gran parte del año, o simplemente en la forma y silueta, que lo convierten en punto focal.

Robinia ‘Frisia’ con su follaje amarillo como punto focal en el jardín.

Si se trata de un espacio amplio y sin muchas limitaciones, es recomendable plantar un grupo de árboles, ya sean tres ejemplares, cinco o incluso más. Con el tiempo, podremos evaluar cuál de ellos se ha desarrollado mejor y decidir reubicar o retirar los demás.

Un árbol de sombra en un patio sin césped.

En el caso de los patios, la selección dependerá principalmente del tamaño final del árbol en relación con el área disponible. También podemos considerar aquellos árboles que, con los años, se convertirán en esculturas verdes, como el olivo y el aguaribay.

Tres Robinia ‘Frisia’ se recortan contra el cerco y crecen bien juntas en un jardín pequeño.

Los multitronco

En la naturaleza, muchos árboles tienen numerosos troncos y se los llama arbustivos o multitronco. Generalmente tienen un desarrollo menor que la misma especie de copa, y suelen ser más anchos al desarrollarse.

Abedules plantados de a dos y de tres, creciendo con aspecto natural entre las vías
abandonadas.

El generar una copa es una práctica de cultivo en los viveros, que se realiza mediante podas de formación. Por otro lado, pueden “armarse” árboles multitronco a partir de podas bajas, para generar nuevas ramificaciones. También pueden plantarse muchos árboles juntos en un mismo pozo de plantación.

Observar los árboles es la mejor manera de aprender de ellos: cómo y con quienes crecen, la fauna que hospedan, cómo cambian durante el año y cómo la luz juega con ellos.

Las palmeras

Las palmeras difieren mucho de los árboles de hoja ancha (dicotiledóneas) y de las coníferas (gimnospermas) en su forma general, en su morfología y en su anatomía. La morfología y la anatomía propias de las palmeras determina cómo crecen, funcionan y responden a factores externos e internos de estrés. Pertenecen a la división de plantas con flores conocida como: monocotiledóneas.

Dos Phoenix canariensis enmarcan el acceso al estanque y son los centinelas del espacio.

Las palmeras pueden plantarse como ejemplar aislado o en grupos de una misma especie, teniendo en cuenta su desarrollo para que no se toquen sus hojas. Las de un solo tronco son ideales para alineaciones o para enmarcar la arquitectura. En grupos generan un efecto de bosque tropical y desestructurado.

Las palmeras son muy importantes para la economía mundial por los productos que se obtienen de ellas, como aceites y fibras.

Las palmeras tienen básicamente tres partes: raíces, tallo y corona (donde se insertan las hojas). Las raíces son adventicias, a diferencia de las de los árboles y las coníferas. Tienen aspecto de cabellera y son fibrosas. Las más superficiales son las encargadas de la absorción de agua y nutrientes, y las profundas, del anclaje. Los tallos de las palmeras se llaman estípite o tronco y varían considerablemente en dimensiones y apariencia entre las especies, pero en general son de forma cilíndrica a ligeramente cónica, y en ocasiones abultadas en la base. La superficie puede ser lisa o áspera y algunas pueden presentar espinas afiladas.

WASHIGTONIA ROBUSTA

Las hojas se insertan dentro de lo que se denomina corona. Son de dos formas principalmente: pinnadas (con forma de pluma) o palmadas (con forma de abanico).

A las palmeras las asociamos con ambientes tropicales, con amplias sabanas –como el Palmar de Colón, en Argentina– o con los oasis en el desierto.

Tanto la plantación como el trasplante deben hacerse en los meses cálidos.

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