(Imagen Ilustrativa Infobae)

Planificación de la picada

El primer paso para sorprender a papá en su día es planificar la picada con anticipación para lograr un regalo sabroso y bien presentado. Antes de realizar la compra, es esencial definir cuántas personas participarán, ya que esto determina la cantidad necesaria de cada ingrediente y ayuda a ajustar el presupuesto. Es aconsejable calcular entre 150 a 200 gramos de fiambres y quesos en total por persona para una picada abundante. Ajustar este cálculo según si formará parte de un almuerzo o será simplemente un aperitivo.

Evaluar el estilo de picada que se busca regalar marca la diferencia. Una opción clásica con ingredientes tradicionales es infalible, aunque también se puede optar por una propuesta gourmet incorporando fiambres especiales, quesos importados o productos regionales. Analizar los gustos de papá y de los comensales permite personalizar la experiencia y sumar algún ingrediente preferido.

La organización del tiempo resulta clave para evitar contratiempos el domingo. Se recomienda hacer las compras entre viernes y sábado, prestando atención a la frescura de los productos, en especial con los fiambres y quesos. Algunos acompañamientos y el pan pueden adquirirse el mismo domingo para garantizar su sabor y textura. Un detalle más: verificar si se cuentan con utensilios y una bandeja o tabla apropiada para la presentación.

Selección de fiambres y quesos

La elección de los fiambres y quesos es el corazón de cualquier picada que se precie. En el caso de un regalo para el Día del Padre, apostar por variedad y calidad asegura un resultado memorable. En el segmento de fiambres, conviene incluir jamón cocido y jamón crudo, fundamentales por su textura y sabor. A ellos se suman el salame —tan apreciado en la tradición argentina—, bondiola y mortadela, que aportan notas distintas y agradan a la mayoría de los paladares. Las variantes regionales, como longaniza de Tandil, lomito cordobés o chorizo seco, pueden dar un toque distintivo si se busca sorprender con sabores locales.

Respecto a los quesos, se recomienda una selección que contemple opciones frescas, como el queso de campo, y semiduras, como el gouda o el fontina, que resultan versátiles y equilibrados. Los quesos duros, como reggianito o sardo, y los saborizados, tipo queso azul o provolone especiado, añaden cuerpo a la tabla y satisfacen a quienes prefieren gustos intensos. Combinar distintos tipos en pequeñas cantidades es preferible a grandes bloques de un solo sabor, ya que facilita la degustación y anima a probar nuevas combinaciones. Considerar los maridajes, tanto con bebidas como con pan y acompañamientos, eleva la experiencia y demuestra dedicación en el armado.

Presentación y armado de la picada

Una buena presentación transforma cualquier picada en un regalo memorable. Escoger una tabla de madera amplia, una bandeja grande o incluso una fuente vistosa permite lucir los colores y texturas de los distintos ingredientes. Las piezas de los fiambres suelen cortarse en lonchas finas o en pequeños rollos, facilitando su manipulación; los quesos se pueden componer en cubos, triángulos u otras formas geométricas, siempre procurando que las porciones sean de un solo bocado. La clave está en distribuir los ingredientes ordenadamente, evitando superponerlos en exceso y respetando contrastes visuales que inviten a probar cada uno.

La organización visual debe equilibrar colores y texturas en toda la superficie de la tabla. Colocar los fiambres enrollados o doblados y alternar con porciones de quesos de diferentes tonos, genera dinamismo y variedad. Entre los grupos principales puede intercalarse algún cuenco para aceitunas o salsas, o pequeños montones de frutos secos. Los acompañamientos, como pan o grisines, pueden disponerse en los bordes de la bandeja o en recipientes alternos, evitando que absorban humedad y manteniendo su frescura y crocancia.

Un punto importante es cuidar las porciones para no sobrecargar la tabla, aunque tampoco debe lucir escasa. Lo ideal es que haya suficiente cantidad para cubrir el centro y unos pocos montones adicionales hacia el exterior. Las pequeñas ramitas de perejil, rodajas de tomate cherry o hilos de aceite de oliva pueden dar el toque final, mejorando el atractivo y demostrando esmero en la preparación. Este detalle final acompaña la intención de regalar una experiencia, no solo un plato.

(Imagen Ilustrativa Infobae)

Toque especial para el regalo

Para hacer que la picada trascienda el aspecto gastronómico y se convierta en un regalo personalizado, incorporar detalles temáticos marca la diferencia. Una tarjeta escrita a mano con un mensaje afectuoso le da ese valor sentimental que distingue el obsequio. Es posible elegir frases relacionadas con el Día del Padre o algún recuerdo compartido, y colocar la dedicatoria junto a la tabla o adherida al envoltorio.

El envoltorio también suma protagonismo. Un papel kraft, una tela colorida o incluso una caja de madera reciclada pueden usarse para transportar y proteger la picada hasta el momento de la entrega. Si la tabla se prepara para servir en el momento, un simple lazo, cinta o etiqueta hecha en casa aporta un guiño especial y refuerza la presentación artesanal. En escenarios donde el obsequio debe viajar, incorporar film transparente o cúpulas de acrílico ayuda a mantener los ingredientes frescos y en orden.

Como extra, se pueden agregar bebidas acordes para acompañar, como una botella de vino, cerveza artesanal o incluso una gaseosa preferida de papá, completando el agasajo. Otro detalle que suele sumarse con éxito es incluir servilletas temáticas, pequeños utensilios para servir o una guía breve sobre el origen de cada fiambre o queso. Así, el regalo se transforma en una experiencia para compartir, donde cada elemento suma valor y sentido.