Serán esos ojos un poco achinados, o la mirada que va y viene, pero parece cansado Franco Colapinto esta mañana en que se sienta a hablar con Infobae. “La carrera de ayer fue larga”, dirá, y no dirá nada más sobre esa carrera en la que -contra lo que sostiene en uno de los libros que publicará en unos días- desobedeció la orden de su equipo y pasó a su compañero Pierre Gasly en el Gran Premio de Estados Unidos. No quiere hablar de eso.
Pero la maniobra, la carrera, el cansancio incluso son algo habitual para este piloto de 22 años. Lo nuevo es lo de los libros. Que son dos pero parecidos, sólo que uno –Soy Franco– está dirigido a los adultos y el otro –Nací para correr- a los niños. Colapinto cuenta su vida y, de paso, explica un poco “cómo lo hizo”, qué hay para todos de esa experiencia única.
Como se sabe, pero es algo que se dice en los dos libros, el papá de Franco Colapinto era dueño de un equipo de Turismo Carretera y él se crió entre corredores, mecánicos, boxes. Tal vez eso haya hecho que no fuera tan difcíl aceptar su decisión -la de Franco- de quedarse en Europa a vivir solo y competir a los 14 años. Tan chiquito. Esa experiencia es central: “Si un chico europeo pierde una carrera en Europa, termina y se vuelve a su casa a cenar con su familia. Yo, en cambio, volvía después de una carrera mala y no tenía a nadie que me diera un abrazo. Fue complicado”, escribe Colapinto.
Pero, claro, era el camino: “¿Qué posibilidades tenía de acceder a ese mundo un pibe como yo? La respuesta era obvia pero también durísima: en mi país, ninguna».
Así que acá estamos, Colapinto corre en Fórmula Uno con todo orgullo y el muchacho que escribió que, en la esculea, si le daban e elegir un papel en una obra de teatro, elegía ser árbol para no tener que hablar, se sienta con soltura, sonríe, habla.
-Hacia el final del libro decís que ningún deportista de elite tiene una vida convencional. ¿Qué podés aportar desde esa vida no convencional a quienes tenemos vidas comunes?
-Yo de muy chiquito, cuando soñaba con alguna vez manejar un Fórmula 1, con llegar a ese lugar en el que estoy hoy. Mi inspiración fueron Fangio, Senna, algunos otros deportistas. Cuando fui creciendo un poco más, me metí un poco más en la lectura. El monje que vendió su Ferrari fue uno de los primeros que leí, que me marcó un poquito. Después seguí creciendo y siempre la lectura es algo que tengo muy marcado dentro. Y es lo que me ayudó, no sé si a cambiar mi vida, pero sí a tomar decisiones en algunos momentos. Y también es lo que me, lo que me inspiró.
-Y entonces pensaste en hacer lo mismo, contar vos…
-Con todo lo que se está generando, con todo este año en que pasaron un montón de cosas, tuve esa sensación de que estaría buenísimo contar mi historia un poco más detallada, porque la contaba en entrevistas.
-¿Qué querías contar, en particular?
-Tenía algunos momentos en que iba para atrás… y reviví esos momentos en que hice muchos sacrificios para llegar adonde estoy. Pero nunca lo había escrito y nunca había ido tan en detalle. Entonces, viniendo de mí, en primera persona, capaz ayuda esos nenes que quieren llegar a la Fórmula uno, que tienen un sueño que parece muy complicado, que parece lejano, pero quizás está un poco más cerca de lo que parece, como estaba el mío. Quiero que también se den cuenta de que, a pesar de cuán lejos esté, lo podés conseguir. Y lo hago contando todo lo que pasé yo. Si bien solamente tengo veintidós años, viví hasta ahora una vida llena de momentos para contar.
-Con sus complicaciones…
-Quería mostrar que no todo es perfecto, que no todo es color de rosa, que tenemos nuestros altibajos, que hay momentos que parece que todo se derrumba y que bajás unos cuantos escalones, pero que te estás impulsando para subir unos cuantos más. Y si lo dice alguien que lo vivió y que llegó adonde quería, a pesar de todos esos momentos en que parecía que todo se venía abajo… Es mi forma de ayudar a esos jóvenes que tienen una idea por delante o un sueño, que parece difícil. Algunos chicos que capaz no saben por dónde ir y a quienes puede ayudar mi historia. Me hacía mucha ilusión poder contarlo. Ya sea Fórmula 1, ya sea un trabajo, deporte, lo que sea, quiero que vayan por eso. Que vayan por ese objetivo, por ese sueño que parece que es muy complicado, pero que también se puede conseguir.
-Hablás en varios momentos del manejo de la frustración, cuando las cosas no salen bien…
-Es muy complicado. Creo que uno cuando tiene un sueño y un foco en algo, tiene que tener la convicción de que lo que está haciendo es lo que está bien. Hubo momentos en que tuve esas dudas: ¿Por qué empecé?; ¿Por qué estuve luchando tanto tiempo?; ¿Por qué hice estos sacrificios?; ¿Por qué me fui de Argentina de tan chico? Y si bien hay momentos de dudas, de decir: “Uf, capaz me vuelvo a la Argentina”, también sabés que en Argentina siempre vas a tener a tu familia esperándote con los brazos abiertos. Yo me fui y creo que el apoyo más grande que recibí de mi familia fue que me dieran esa seguridad, esa confianza de decir: “Te acompañamos en tu decisión. Sos muy chico, tenés catorce años y no sos maduro pero todos sabemos que es tu sueño y que, más allá de lo difícil que sea, queremos que intentes conseguirlo. Y si no lo conseguís y querés volverte a la Argentina, si al final no se da lo que esperás, todo es experiencia y, y todo es aprendizaje”. Fue una decisión difícil dejar a tu hijo, que tiene catorce años, a un lugar donde no conocía a nadie, donde no sabía el idioma…
-¿Ninguno, ninguno de tus padres fue con vos?
-No. Vino mi viejo a dejarme y después se fue. Viví solo. Muy chico, sin conocer a nadie, viviendo con gente mucho más grande, de treinta, treinta y pico de años… De golpe empecé a vivir una vida que no conocía y que no esperaba vivir. Todo para llegar a donde yo quería. Hubo momentos muy duros. Yo, cuando volvía de una carrera mala, no tenía a mi familia que me cocinara, que me diera un abrazo y que me diera las buenas noches. Yo estaba solo. Ese año me hizo muy fuerte como persona, como piloto, como deportista también. El hecho de decir: “Estoy acá porque yo quiero estar y quiero seguir y quiero seguir luchando por esto”. Los chicos en Europa capaz corren el fin de semana, terminan el domingo cenando con sus familiares. Yo no tuve esa oportunidad y, y creo que eso fue, que en el momento muy duro, a la larga fue un beneficio. El aprendizaje dar siempre un poquito más, de no darte por vencido. De, cuando está la oportunidad, dar el ciento veinte por ciento porque sabés que, que puede ser la única. Obvio que solamente tengo veintidós años y que tengo mucho más por vivir, pero es una historia que es para contar porque es muy difícil llegar hasta donde estoy hoy. Por suerte lo logré y, si no hubiera llegado, la verdad, también hubiera estado feliz de haberlo intentado.
-¿Sentís que ya llegaste? ¿Cómo va ser tu vida en diez años?
-Esto acaba, acaba de empezar, ¿no? Y hay una historia mucho más larga por escribir, pero mi sueño desde muy chiquito era manejar en Fórmula 1 y correr en Fórmula 1, y es lo que estoy haciendo hoy. Así que ese sueño que tenía de cuando tenía ocho o siete años lo conseguí y eso es obviamente por lo que empecé a escribir esta historia. Pero, bueno, cuando uno cumple un sueño aparece otro y soy una persona que no es muy conformista, entonces siempre voy buscando.
–Casi todos los chicos sueñan con ser grandes deportistas, jugar en las selecciones, correr en Fórmula 1… ¿Por qué algunos llegan y algunos no?
-Creo que el talento es importante: yo en el fútbol soy un patadura, por más que me esfuerce no voy a llegar a la selección, pero el talento sin trabajo no llega a nada tampoco. Hay que laburar mucho para llegar adonde uno quiere estar. Hay que ser valiente para tomar esos desafíos, en esos momentos en que te viene algo y vos lo tomás o no. Esas oportunidades que capaz te vienen una sola vez y capaz a un europeo le vienen cinco o seis veces. A nosotros nos viene una, entonces hay que estar listos para esas situaciones, esos momentos de presión.
-Talento y trabajo, aquella fórmula…
-Más allá de ese talento con el que uno nazca, hay que laburar mucho, hay que trabajar para llegar a donde uno quiere estar. Yo creo que casi nada le gana al trabajo. Fui aprendiendo a lo largo del tiempo que ese trabajo, ese levantarte día tras día y cada día empujar al cien por cien, enfocarte en tus debilidades, en tus errores, progresar como persona, como piloto, es muy importante. Yo te puedo hablar de mi experiencia porque siempre trabajé mucho. Cuando me iba mal en una carrera, pensaaba en eso durante una semana, por qué hice esto, por qué hice lo otro. El esfuerzo que uno le pone creo que va bastante de la mano con cuánto le importa a cada uno llegar a ese objetivo. Pero también hay un poco de suerte. A veces, estar en el momento indicado, en el lugar indicado.
-Y poder hacerte cargo…
-Tenés que estar listo para que cuando esa única oportunidad llegue. Estar preparado para tomar la responsabilidad. Y creo que eso es lo que tenemos los argentinos. Yo siento que es por la garra, por lo que le metemos a cada situación y a cada momento, pero que cuando tenemos una oportunidad, la aprovechamos al máximo. Pero, bueno, al final de todo hay que hacer las cosas bien, hay que tener el respaldo de la gente, de los familiares, de tus amigos, de tus mánagers, de todo tu grupo de gente alrededor para llegar a ese gran objetivo.
-En el libro para adultos hablás de la presión y cómo usarla a favor.
-Sí, la presión es algo para mí superimportante. Yo de muy chiquito viví con presión y creo que me fui acostumbrando a eso también. Es una forma de vivir el día a día.
-¿Por qué vivías con de chiquito?
-Porque sabía que si rompía el auto, no corría la carrera siguiente porque no tenía presupuesto. Si no ganaba el campeonato de la Fórmula 4, al año siguiente tampoco corría porque no me iba a agarrar nadie. Mi familia puso todo, por ejemplo, ese año en la Fórmula 4, para que intentara. Y si ese año no ganaba, no me iba a querer nadie. Gracias a Dios gané, no rompí el auto. Hay momentos que tenés mucha presión, porque al final estás donde querés estar pero lo podés perder muy rápido. Esa es una forma de hacerte mucho más duro. En micaso, en el automovilismo, pero en otros trabajos, la base sigue siendo la misma.
-¿Tenés apoyo psicológico?
-Sí, tengo un entrenador que está conmigo en todas las carreras, que es el que me acompaña siempre. Y después tengo un psicólogo, Gustavo, con el que estoy trabajando desde hace mucho tiempo, desde los doce años, antes de irme a Europa. Me ayudó a pasar todos estos momentos difíciles, porque fueron muchos… Yo lo siento extremadamente importante; en algún momento sentí que no lo necesitaba más y después volví porque me di cuenta de que es algo súper necesario. Sin él no hubiera podido llegar adonde estoy hoy.