Donald Trump levantó las tablas y el mundo tembló. No es una metáfora bíblica: se trata de los cartelones que enarboló el presidente de Estados Unidos el miércoles pasado, gigantografías que mostraron, desde el Rose Garden de la Casa Blanca, los nuevos aranceles que ese país les cobrará a casi todos sus socios comerciales, en un rango muy amplio, de entre 10% –como le tocó a la Argentina– hasta el 49% que le cobrará a Camboya, pasando por considerables subas para otros países de Asia, de de la Unión Europea y otros centrales.
En medio del fuerte impacto en los mercados, con las bolsas en rojo, anuncios de inminente recesión global y nerviosismo generalizado por lo que podría venir, China contragolpeó rápido y le puso un 34% extra a los productos que lleguen desde Estados Unidos. Y el gobierno alemán aseguró que la UE reaccionará “de manera unida, fuerte y apropiada”. Es el capítulo más explícito hasta el momento de una guerra comercial que se desarrollaba casi en silencio y que ahora tendrá un teatro de operaciones a cielo abierto.
Con todo, hay mucho por definir aún luego del “Liberation Day” comercial que declaró Trump para su país: el propio mandatario ya había anunciado aranceles para sus vecinos Canadá y México, que luego morigeró.
Presto y urgido por la negociación con el FMI, el Gobierno argentino fue el primer país en reunirse con EEUU luego del anuncio y prometió hacer lo necesario para “eliminar las asimetrías” entre ambas naciones.
Desde Washington afirman en estricto off the record que la idea de “arancel cero” entre los países, al menos en algunos productos, es algo en lo comenzará a trabajarse, pero que lo ven como algo que se dará, eventualmente, “muy a futuro”. No pasará en el corto plazo.
Otra certeza que esgrimen a metros de la Casa Blanca: no se van a tocar los aranceles al 25% para el acero y el aluminio argentino, cifra que ya se había fijado antes y no cambiará con el nuevo esquema, ni para arriba, y mucho menos para abajo. “Eso queda así, no es algo que vayamos a poner en la mesa de negociaciones”, dicen. No son buneas noticias para grandes locales de esos rubros, como Techint y Aluar.
1 – El anuncio
Trump declaró el Día de la Liberación, pero muy rápido aseguró que está dispuesto a escuchar a todos. Es el “pego y negocio” histórico del mandatario, un esquema que usó a lo largo de su vida como titán del real estate de Nueva York. Claro, no son pocos los dudan de su eficacia si de reordenar el comercio global se trata.
“Trump tiene varios objetivos y muchos de los argumentos que utiliza son muy verosímiles”, aseguró Marcelo Elizondo, experto en comercio internacional y presidente de ICC Argentina, la parte local de la International Chamber of Commerce.
“Es cierto que EEUU cobra aranceles bajísimos y paga otros altos, pero subirlos no es una medida apropiada. Se generará una afectación grande al sistema productivo de EEUU. Aunque quizás haya algunas inversiones iniciales, será a costa de inflación, bajas en las cotizaciones de las empresas y mucha volatilidad global. Es una medida de alto riesgo que nos deja al borde de una guerra arancelaria”, detalló.
En medio del fuerte impacto en los mercados, China contragolpeó rápido y le puso un 34% extra a los productos que lleguen desde puertos estadounidenses
Elizondo está convencido de que Trump quiere negociar. Todo en un contexto en el que juegan otros factores no comerciales, como la protección de inversiones y el resguardo de la propiedad intelectual. “Trump dejó claro que está dispuesto a conversar, algo que ya pasó con Argentina. Va a pedir extras en la negociación, en nuestro caso, según versiones, que adhiera al tratado internacional de propiedad intelectual por las patentes farmacéuticas y hasta que devuelva el swap chino. No está subiendo los aranceles por razones estrictamente proteccionistas: busca reducir la influencia de China en occidente. Los efectos de la decisión son malos y eso se ve en los mercados. Entiendo sus razones, aunque lo plantee desde una perspectiva hostil que genera mucho nerviosismo”, detalló el analista.
Elizondo dejó dos datos que dan magnitud al impacto de la decisión de EEUU:
- El año pasado el mundo llegó al récord de comercio internacional entre todos los países sumados fueron 33 billones de dólares, récord histórico nominal
- Las exportaciones son el 31% del PBI mundial. O sea, si se afecta al comercio internacional habrá impacto.
2 – Qué negocia Argentina
Inmediatamente después del anuncio, Argentina abrió negociaciones para resolver el impacto local de la decisión de Trump. El jueves el canciller Gerardo Werthein se reunió con el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, y el diálogo se centró en los cuestionamientos planteados por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) en su último informe. Este documento señala una serie de “asimetrías” en las políticas comerciales argentinas, las cuales, según Milei y Werthein, serán revisadas y corregidas para facilitar un acuerdo que permita mitigar el impacto de los nuevos aranceles.
“Quedamos en corregir todos los temas que están en el informe, y luego nos volvemos a sentar a conversar. La política de EEUU son hechos y no palabras”, enfatizó el Canciller. Sin embargo, reconoció que no puede garantizar que Trump elimine el nuevo 10% extra de manera inmediata.
En paralelo, se habló de ampliar el actual TIFA entre ambos países. Se trata del Acuerdo Marco de Comercio e Inversión que firmaron las naciones en 2016, durante los gobiernos de Mauricio Macri y el primero de Trump. Se buscará un esquema que no sea incompatible con el Mercosur y que podría incluir baja de aranceles puntuales y sumar productos.
La semana que viene habrá una cumbre de cancilleres del Mercosur, en Buenos Aires, en la que se hablará del tema. El país tiene la presidencia pro tempore del bloque e insistirá con flexibilizar el mercado común.
3 – ¿Cuáles son las asimetrías que señala EEUU?
La “Biblia” para este nuevo capítulo de la relación comercial bilateral entre ambos países es la edición 2025 del informe de la USTR llamado National Trade Estimate Report on Foering Trade Barries of the President of the United States on the Trade Agreements Program. Son 387 páginas con 4 dedicadas al país: una radiografía de las trabas que pone Argentina al comercio. según EEUU. Allí se mencionan las famosas Siras –el polémico sistema de permiso para importar que fue reemplazado por este Gobierno–, la imposibilidad de EEUU de exportar ganado en pie al país, la tasa estadística –un costo extra para importar–, pagos anticipados de IVA y prohibición de la importación de bienes de capital usados, como neumáticos, equipos médicos, autopartes y maquinaria agrícola (este último caso por un acuerdo con Brasil), entre otros.
“Los procesos de recaudación de impuestos de Argentina sobrecargan las importaciones”, escribieron los técnicos del USTR. Con respecto al nuevo sistema de importaciones, el texto aseguró que Estados Unidos continuará monitoreando los requisitos de importación locales y que promoverá la transparencia y la previsibilidad en su administración.
Exigen, además, que se respete la propiedad intelectual de las empresas norteamericanas, sobre todo en los sectores farmacéutico y agroquímico, y se agilice la tramitación de patentes –viejos reclamos de Amcham, la cámara que representa a las empresas estadounidenses en el país. A nivel general, asegura que los productos falsificados y pirateados siguen estando disponibles y pone como ejemplo “los mercados físicos de La Salada y Barrio Once”. “La Salada, uno de los mayores mercados negros de productos falsificados y pirateados de Argentina, continúa vendiendo productos falsificados online”, remarcó el paper oficial.
“Estamos viendo un escenario recesivo del que no va a escapar Argentina. Si sigue, a nivel local es probable que en algún momento se frene esta recuperación de la actividad y entremos en una nueva recesión” (Delgado)
En Mar-a-Lago, Florida, a donde Milei viajó el jueves, el mandatario prometió readecuar rápido normativas para atender los pedidos de EEUU y que se alineará con la propuesta de aranceles recíprocos. No dio más detalles al respecto.
En cuanto a las asimetrías arancelarias aplicadas a las importaciones por ambos países en diversos sectores, Abeceb, la consultora del exministro Dante Sica, dio estos ejemplos:
- Alimentos: ARG 16% vs EEUU 4,6%
- Químicos y productos industriales: ARG 8,1% vs USA 0,3%
- Plásticos: ARG 11% vs EEUU 1,4%
- Textiles: ARG 20,9% vs USA 6,1%
- Metales: ARG 13,7% vs USA 0,2%
4 – Mercados al rojo vivo
En el final de la semana pasada, hubo mercados crispados y con pantallas en rojo total. El “efecto aranceles” fue devastador para las cotizaciones de Wall Street y arrasó con el resto de las bolsas internacionales, incluida la local
Como detallo Infobae ayer, en la semana, el S&P 500 cayó 9,2%, el panel tecnológico Nasdaq restó 10%, y el Dow Jones de Industriales recortó un 7,9 por ciento. Los tres índices sufrieron la mayor caída porcentual semanal desde marzo de 2020, en medio de la pandemia.
El índice S&P Merval de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires cayó 11,4% respecto del viernes 28 y medido en dólares se hundió un 12,8 por ciento.
Las acciones locales que cotizan en Wall Street (ADR) tuvieron un desempeño más que negativo en la semana: YPF perdió un 16,7%; Grupo Galicia, 13,5%, Banco Supervielle, 19,7%; y Tenaris, 15,7 por ciento. Los bonos en dólares de Argentina –Bonares y Globales– resignaron un 4% en promedio, mientras que el riesgo país se disparó escaló 124 unidades, a 925 puntos básicos, un máximo desde el 5 de noviembre del año pasado.
JP Morgan Chase, el banco de inversión más grande del mundo, fue drástico y pronosticó una recesión en Estados Unidos para la segunda mitad de 2025. Según indicó el economista jefe del banco, Michael Feroli, la caída del PBI real será del 1% en el tercer trimestre del año y de 0,5% en el cuarto, lo que resultará en una contracción anual del 0,3%. Antes de los aranceles, la proyección era de 1,3 por ciento de suba.
5 – Impacto en los bolsillos de los argentinos
Cómo se explicó aún quedan mucho interrogantes sobre cómo se configurará la relación comercial entre ambos países, y también sobre lo que pasará con las demás naciones. Lo cierto es que una recesión global y un clima incierto impactará en la economía local, posiblemente en los movimientos del dólar y, por lo tanto, en el empleo, los niveles de precios y los bolsillos de los argentinos.
Desde Abeceb, creen que la guerra comercial podría llegar con una guerra de monedas si los países trataran de compensar las pérdidas de exportación inducidas por los aranceles devaluando para ser más competitivos. “Esto sería pésimo para la Argentina que no cuenta con flexibilidad cambiaria suficiente para amortiguar la eventual depreciación de la moneda de sus competidores. Sin capacidad de ‘competir’, se acentuaría la apreciación cambiaria, profundizando el desbalance externo que -con reservas netas negativas– podría derivar en una disrupción cambiaria”, explicaron en un documento a sus clientes.
Abeceb cree que el impacto directo en lo comercial puede parecer marginal al inicio ya que “no se trata de un socio clave en exportaciones industriales, y las ventas actuales están más concentradas en petróleo y oro, sectores hoy por fuera del eje del conflicto”. Ven que el riesgo más tangible es que los excedentes globales —particularmente de acero, aluminio u otros bienes industriales— se desvíen a mercados donde la industria argentina compite directamente.
“En paralelo, se abre una oportunidad que no debe ser subestimada. Europa, en alerta, empieza a mirar con mayor interés al Mercosur. Líderes como Pedro Sánchez y Giorgia Meloni están acelerando el debate sobre cómo diversificar las alianzas comerciales para no depender de EEUU. Ese giro reactiva el valor estratégico del bloque sudamericano”, detalló Sica y remarcó que el país debería “definir una estrategia en defensa inteligente de sus intereses, y de adaptación a las nuevas reglas del juego, si no puede verse expuesta a una doble pérdida: mayor competencia en mercados clave y oportunidades perdidas en nuevas alianzas”.
Más pensando en la economía “de a pié”, Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica, opinó que habrá una caída importante de los precios de las commodities, lo que los economistas llaman los términos del intercambio. “Ya pasó con soja y petróleo, dos commodities relevantes para la Argentina. Estamos viendo un escenario claramente recesivo del que no va a escapar Argentina. Si sigue, a nivel local es probable que en algún momento se frene esta recuperación de la actividad y entremos, como en el 2008-2009, en una nueva recesión. Eso exigirá menos dólares y en ese sentido el Banco Central va a estar más tranquilo, porque no hay que pagar tantas importaciones por menos actividad, pero habrá impactos muy claros en el nivel de empleo. La pregunta es qué medidas contracíclicas está pensado el Gobierno para equilibrar o compensar los efectos de una recesión global”, se preguntó Delgado.
“El sector petrolero queda fuera del esquema, pero los precios también se ven afectados y bajaron. Creo que este no será el esquema final” (Buteler)
“Si esto se convierte realmente en una guerra comercial que cierre al mundo, pasará lo que siempre pasa. Cuando las economías del mundo se cierran tendremos menos posibilidad de colocar tus productos y la generación de dólares geuinos también se reduce. Ahí te vienen todos los problemas porque faltarán dólares. Las empresas que dependen del comercio exterior se verán dañadas. El sector petrolero queda fuera del esquema, pero los precios también se ven afectados y bajaron. Creo que este no será el esquema final”, agregó el analista financiero Christian Buteler.
Florencia Rubiolo, Directora de Insight 21, el Hub de conocimiento de Universidad Siglo 21, remarcó que hay que entender los aranceles en función de con quiénes competimos para acceder a ese mercado en EEUU. Uno de los competidores, en ese sentido, es el Brasil, que tendrá el mismo arancel. “La pérdida de competitividad no solo tiene que ver con la aplicación lineal de aranceles, sino también con cómo afecta a los otros mercados. Muy posiblemente el impacto no sea tan alto como se teme en términos ni de competitividad ni de acceso al mercado norteamericano para las exportaciones argentinas”, dijo la experta.
En términos de inversiones financieras, desde Adcap Grupo Financiero destacaron que habrá un cambio en la curva de bonos que va a “pricear” una recesión, algo que hace dos meses no estaba contemplado. “Reafirmamos nuestro pensamiento de que Trump está diseñando una recesión con el fin de obligar a la Fed a bajar las tasas y ellos poder tener una economía reseteada con un rollover de deuda mucho más económico y poder financiarla a largo plazo, cosa que no se puede hacer a las tasas actuales”, destacaron en el informe “Aranceles: el impacto en el comercio global y cómo conviene posicionar los portfolios de inversión”. También explicaron que los países latinoamericanos “terminaron sufriendo menos”: “Eso es una ventaja a mediano plazo en donde muchas industrias van a sufrir, pero van a sufrir menos que el resto del mundo. Vamos a ver si somos capaces de satisfacer la demanda de productos a EEUU con nuestro aparato productivo ya que el costo de producir acá será menor”.
Trump pateó el tablero global. Las fichas volaron por el aire, y está comenzando el reacomodamiento, aunque no está claro cómo se dará ni cuánto tiempo demorará. Y la Argentina –su Gobierno, en principio, pero también con sus empresas e inversores– deberá definir el mejor lugar para pararse en el nuevo escenario. No parece una tarea fácil en medio de la incertidumbre global y lo endeble de la economía local.