Su imagen de rubia y esbelta deportista y el acierto de un corte de pelo personalísimo (el “Farrah hair”, sería imitado en todas las latitudes) la convirtieron en un ícono de estilo que marcó la década del 70. Farrah Fawcett saltó a la fama por su papel de Jill Munroe en la serie Los ángeles de Charlie, fue considerada la mujer más sexy del mundo y tuvo éxito y fortuna, pero su vida estuvo lejos de ser idílica: sufrió engaños, fue el blanco de la venganza de un productor estrella de Hollywood, vivió el infierno del alcoholismo, sufrió al ver a su único hijo, Redmond O’Neal, destruido por las drogas y, finalmente, murió después de batallar contra un agresivo cáncer de colon.
TODAS QUERÍAN SER FARRAH
Farrah Leni Fawcett nació en Corpus Christi (Texas, Estados Unidos), el 2 de febrero de 1947, y desde muy chica se destacó en su entorno por su cara angelical y sus dotes naturales para el deporte, en especial, el tenis. En 1976, cuando ya tenía 29 y estaba casada con el actor Lee Majors, la compañía de afiches Pro Arts Inc la convocó para que posara para ellos. Una de las tomas de la joven Farrah en traje de baño fue la ganadora y quedó plasmada en un afiche que vendió 12 millones de ejemplares, aunque el sitio oficial de la actriz revela que las versiones piratas superaron los mil millones. Fue tal el impacto de la imagen de Farrah que, en 2007, la revista GQ consideró a ese poster como la pieza de arte popular creada para hombres más influyente en los últimos 50 años y hasta apareció en películas (Fiebre del sábado por la noche, Encuentros cercanos del tercer tipo, Boogie Nights) y series de televisión (That 70’s Show y My Name is Earl) como parte del espíritu de la época que retrataban. La distribución del poster coincidió con el estreno en 1976 de Los Ángeles de Charlie, la serie creada por Aaron Spelling, el magnate de la pantalla chica en Estados Unidos. Farrah –una de las bellas investigadoras a las órdenes de un misterioso jefe llamado Charlie– abandonó abruptamente la serie después de la primera temporada. Las razones nunca fueron claras, aunque se especuló con que se debía a que cobraba menos que sus compañeras de elenco –a pesar de ser el ángel más popular– y también con que se habría cansado de las insinuaciones sexuales del productor. El enfrentamiento con Spelling llegó a los tribunales y, si bien Farrah fue sustituida por la actriz Cheryl Ladd un fallo judicial la obligó a aparecer en tres episodios más.
La actriz intentó hacer carrera en el cine después de eso: participó en filmes reconocidos, como Saturno 3 (1978) junto a Kirk Douglas y Harvey Keitel, y El doctor y las mujeres (2000), de Robert Altman, con Richard Gere, y La cama en llamas, por la que obtuvo una de las seis nominaciones a un Globo de Oro de su vida. También trabajó en televisión y fue postulada a los premios Emmy en tres ocasiones; sin embargo, a pesar del talento que le reconocía la crítica y la inmensa popularidad que le había dado su personaje en Los ángeles de Charlie, ella nunca logró dar el gran salto en Hollywood. En la industria del espectáculo los rumores siempre insistieron en que habría sido Spelling, con deseos de vengarse, quien boicoteó la carrera de Farrah.
UN AMOR TÓXICO
Desde 1973 la actriz estaba casada con el actor Lee Majors, protagonista de otra exitosa serie de la época, El hombre nuclear. El matrimonio –una relación poco feliz– duró casi diez años y terminó en un escándalo. En 1979, Majors debía viajar por un rodaje y le pidió un favor a su amigo Ryan O’Neal (estrella del famoso filme Love Story): que entretuviera a su mujer en su ausencia. O’Neal, que ya se había casado y divorciado dos veces (con Leigh Taylor-Young y Joanna Moore), era el sex symbol del momento, con fama de seductor serial y varios romances en su haber (entre otras, con Diana Ross y Barbra Streisand)se tomó tan a pecho el encargo de Majors que hizo más que entretener a su mujer: la enamoró en la primera salida. Así terminó el matrimonio de Farrah con Lee y comenzó una tóxica y tormentosa historia de amor con Ryan que duró en total treinta años, con idas y vueltas. En 1985 tuvieron un hijo, Redmond, que de muy joven fue adicto a las drogas. Farrah atribuyó los problemas de conducta del chico a la relación de este con su hermano Griffin, fruto de un matrimonio anterior de O’Neal, pero Griffin culpó de todo a su padre y afirmó que era el propio Ryan quien les conseguía la droga. Tiempo después el actor admitió que era culpable de lo que les pasaba a sus herederos. “Soy un mal padre… Creo que no debí haber sido padre. Sólo mira a mis hijos, o están en la cárcel o deberían estarlo”. Redmond nunca pudo recuperarse de su adicción –a pesar de haber estado en trece centros de rehabilitación– y terminó en la cárcel por robo y agresión. O’Neal y Fawcett convivieron 18 años. En 1997 se separaron cuando la ex ángel de Charlie lo encontró en la cama, en su propia casa, con otra mujer, el día de San Valentín. Y esa traición no fue lo peor: la actriz Tatum O’Neal, hija de Ryan, aseguró que su padre, además de infiel, había sido físicamente abusivo con su madrastra. Farrah cayó en una profunda depresión de la que intentó salir con otro amor… también tóxico. Se comprometió con el cineasta James Orr y se separaron al año: Orr fue sentenciado a tres años de libertad condicional por golpear a la actriz en su mansión de Bel Air.
En 1997 la vida de Farrah se convirtió en blanco de especulaciones en los medios cuando apareció en el popular programa nocturno de David Letterman hablando en forma incoherente (aún es recordado como uno de los momentos más bizarros de la televisión estadounidense). La mujer de sonrisa angelical ya no podía disimular su alcoholismo. Su vida iba a los tumbos y estaba a punto de empeorar. En 2001 volvió a los brazos de O’Neal para acompañarlo cuando a él le diagnosticaron leucemia, sin saber que ella también estaba enferma: le descubrieron un cáncer de colon que la llevaría a la muerte años después. Dispuesta a que su experiencia con el tratamiento oncológico les sirviera a otros enfermos, junto a su mejor amiga, Alana Stewart (ex mujer de Rod Stewart) grabó algunas visitas a los médicos y sesiones de quimioterapia para el documental Farrah’s Story, que años después emitió la cadena NBC, con gran éxito de audiencia. Y, si bien en 2007 un comunicado afirmaba que la actriz había vencido al cáncer, dos meses después los médicos detectaron un nuevo foco de la enfermedad. Junto a su lecho de muerte estuvo Ryan arrepentido de lo ingrato que había sido con ella y devastado por el dolor. Incluso, llegó a proponerle matrimonio en sus últimas horas, pese a que ella estaba en pareja con un ex compañero de la Universidad de Texas, Greg Lott.
Farrah murió el 25 de junio de 2009 y, tristemente, la noticia de su partida fue eclipsada por la de Michael Jackson, ese mismo día. En el funeral –al que Majors no asistió– O’Neal se mostró bañado en lágrimas, caminando junto al féretro con su hijo, que asistió esposado con el permiso de un juez. Redmond se convirtió en el heredero de casi todo lo que tenía Farrah, un patrimonio tres millones de dólares. En su testamento, la actriz también expresó su voluntad de donar a la Universidad de Texas un retrato suyo pintado por Andy Warhol, valuado en 30 millones de dólares. Como si se tratara de una venganza póstuma, no legó ninguna de sus posesiones a Ryan O’Neal.