Los premios Oscar son sinónimo de glamour, estrellas, cine y prestigio. Aunque es justo decir que, en los últimos años, los galardones de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, el punto más alto de la temporada de auto celebraciones que organiza Hollywood, perdieron algo de su lustre. Aquella equivocación con el sobre ganador de la mejor película en 2017 y la cachetada que le propinó Will Smith a Chris Rock en 2022 cambiaron el rumbo de la ceremonia mientras era transmitida en vivo, mientras que este año el caos comenzó semanas antes de que la gala iniciara.
Entre el grupo de diez películas nominadas que se repartían el interés de los votantes, ninguna fue unánimemente vista como ganadora obvia. Emilia Pérez, con 13 menciones, parecía la favorita hasta que el escándalo la transformó de la líder a la potencial a la gran perdedora de la noche. En lugar de ganar impulso en la última etapa de la carrera por la estatuilla, el narco musical del francés Jacques Audiard cayó en desgracia por la mano de su propia protagonista, Karla Sofía Gascón, lo que hizo que esta fuera la entrega más impredecible y, por ende, más entretenida de los últimos años.
La gran pregunta desde el inicio de la fiesta era si el desastre de relaciones públicas impactaría en los resultados finales. Hacia el final de la ceremonia la respuesta fue un rotundo sí. Y la más beneficiada resultó ser la merecedora Anora, que había comenzado la noche con seis nominaciones y la terminó con cinco estatuillas, incluida la de mejor película y actriz principal para Mikey Madison, que protagonizó el momento más sorpresivo de la noche al quedarse con la estatuilla que todos anticipaban quedaría en manos de Demi Moore.
De sus 13 nominaciones, Emilia Pérez ganó solo dos premios -mejor canción y actriz de reparto- y, de hecho, el premio a mejor película internacional que hace un par de meses nadie dudaba quedaría en manos del film francés fue para Aún estoy aquí, la película de Walter Salles que le dio su primera estatuilla a Brasil.
Más allá de las sorpresas del final, a la hora de repartir la primera estatuilla, mejor actor de reparto, se cumplió uno de los pocos pronósticos de la noche: Kieran Culkin se llevó el Oscar por su papel en la comedia dramática Un dolor real. Antes, la ceremonia había comenzado con la actuación de Ariana Grande y Cynthia Erivo, las protagonistas de Wicked (ganó mejor vestuario y diseño de producción), que interpretaron dos temas musicales del film y la icónica “Over The Rainbow”, el himno de El mago de Oz. Las siguió O’Brien con un monólogo que incorporó menciones a muchas de las películas nominadas-”Me gustó El brutalista, no quería que terminara y por suerte no lo hizo”-, y rompió el hielo mencionando el escándalo de los tuits de Gascón y su presencia en la platea.
Durante sus más de treinta años como guionista y comediante, el conductor siempre esquivó el humor político y se inclinó por el absurdo que desplegó anoche en el Oscar. A diferencia de Jimmy Kimmel, el anfitrión de los últimos años que es uno de los más ruidosos críticos de la administración de Donald Trump en la TV, la presencia de O’Brien llevó al show por otros carriles. Aunque su objetivo fue el mismo que tienen siempre los conductores de los premios: hacer que el programa no sea más largo de lo necesario.
Lamentablemente, esa meta se chocó de frente con las presentaciones de muchas de las categorías en las que cada nominado fue distinguido por menciones que no aportaron demasiado a la marcha de la ceremonia. Tampoco lo hizo el homenaje a James Bond en el que Margaret Qualley protagonizó un cuadro de baile y Lisa, Doja Cat y Raye, interpretaron algunas de las canciones más conocidas de la saga del agente 007. Los segmentos musicales durante la ceremonia ocuparon demasiado tiempo, uno que podría haberse aprovechado para destacar a las canciones nominadas. En su lugar, los Oscar se vistieron con los saldos de los Grammy.
Hacia la segunda hora de la transmisión, aunque todavía nadie podía pronosticar cuál sería la gran ganadora de la noche, la balanza comenzó a inclinarse hacia el lado de Anora. La primera se quedó con el premio a mejor guion original, mientras que la categoría de guion adaptado fue para Cónclave, otra potencial gran ganadora que no fue. El primer duelo directo entre ambas fue en el rubro de edición y lo ganó Sean Baker por Anora. Luego, Baker se quedó con la categoría de mejor director, y agradeció haciendo un pedido a todos los creadores para que sigan haciendo películas para disfrutarse en las salas de cine, un ruego que todos los presentes festejaron, incluido Quentin Tarantino, el encargado de presentar el rubro. El discurso funcionó como una especie de tiro por elevación a Netflix, que una vez más empezó la temporada de premios con todas las de ganar gracias a su apoyo a Emilia Pérez y que la terminó como la clara perdedora de la fiesta.
Otra de las grandes contendientes de la noche, El brutalista, se quedó con los premios de mejor actor principal para Adrien Brody, su segundo Oscar a 22 años del primero que ganó por El pianista, dirección de fotografía y partitura original.
Como un Rolling Stone
“Más joven que Bob Dylan”. Así se presentó un tal Mick Jagger cuando apareció sobre el escenario del teatro Dolby para entregar la categoría a mejor canción original. Con humor y su inmensa presencia escénica, el cantante afirmó lo que todos estaban pensando: las mejores canciones de la temporada fueron las de Dylan incluidas en Un completo desconocido.
“La primera opción de los productores para este momento era Bob pero él no quiso hacerlo. Así que buscaron a alguien más joven”, se rio Jagger antes de entregarle el Oscar a los compositores de “El mal”, la canción de Emilia Pérez. El film más nominado había ganado su primera estatuilla de la noche unos minutos antes, cuando Zoe Saldaña se quedó, para sorpresa de nadie, con la categoría de mejor actriz de reparto. Emocionada, la actriz celebró ser la primera estadounidense de origen dominicano en ganar el premio, al tiempo que mencionó ser la orgullosa hija de inmigrantes. El comentario, una referencia directa a las nuevas políticas inmigratorias en su país, quedó en segundo plano cuando el documental No Other Land consiguió la categoría y su equipo palestino/israelí habló de la posibilidad de un futuro de paz e igualdad en la Franja de Gaza, un camino que “la política exterior” de los Estados Unidos “está impidiendo”.
Aunque la actualidad política no tuvo demasiado lugar en la ceremonia, sí hubo espacio para homenajear a la ciudad de Los Ángeles primero y luego a los bomberos y rescatistas que trabajaron para salvarla durante los devastadores incendios ocurridos recientemente en la zona.
Después de casi cuatro horas de ceremonia la 97a. edición de los premios de la Academia demostraron que aún en una industria que intenta controlar cada detalle siempre queda lugar para lo inesperado, para la emoción y sí, para la celebración del mejor cine.